MÉRIDA.- Las páginas de Diario de Yucatán, impresas o electrónicas, cada día se llenan de nuevas historias. De cerca y de lejos. De lo que pasa en China y lo que sucede en la esquina. De personas increíbles, de momentos trascendentes o trágicos, de anécdotas que dibujan sonrisas o de relatos que pueden cambiar la realidad de las personas.

Detrás de ellas hay periodistas con una historia propia forjada en este casa editorial. Aquí, en el marco del aniversario 97 del “periódico de la vida peninsular”, seis de ellos comparten detalles de su trabajo: de lo más bonito a lo más feo, de las coberturas entrañables hasta las que los hicieron llorar.

¿Cómo son los periodistas de Diario de Yucatán?

Actualmente la redacción del Diario es una mezcla de experiencia y juventud. Por ejemplo, Joaquín Chan Caamal, hoy día reportero de la Agencia Informativa Megamedia,  ingresó a la empresa en marzo de 1993. Para esas fechas, Lluvia Magaña Peralta, editora de yucatan.com.mx desde hace cuatro años y la más joven de las entrevistadas, no había nacido. 

Joaquín Chan Caamal, durante una entrevista con el alcalde de Maní

Para Joaquín, de 63 años de edad,  lo más emocionante de su trabajo es “salir a la calle y encontrar temas nuevos que ayudan a entender la situación de lo que se vive en Yucatán”. Lo más feo resulta “enfrentarse a funcionarios que no quieren dar información o toparte con personas que no entienden la labor del periodista y  no proporcionan con amabilidad o con verdad la información que uno busca para dar a los lectores”. 

La nota policíaca, lo más doloroso

Para Lluvia, de 27 años, lo más feo o difícil es la publicación de sucesos policiacos. “A veces llegan notas con descripciones muy puntuales de cómo ocurrieron los hechos,  o fotos explícitas que muestran a las víctimas o los familiares en medio de su dolor”.

En el mismo tenor opina Rosa Quiñones Sánchez, editora de la sección Local, con ocho años de experiencia. “Lo más feo es cuando te topas con situaciones en las que no puedes hacer algo. Hay notas que como humanos sí nos mueven, pero hay que seguir”, dice la joven de 29 años. 

Con ellas coincide Valerio Caamal Balam, reportero gráfico, desde hace dos décadas. “Es doloroso cuando cubrimos la policíaca con finales terribles, mortales, y llegan los familiares”. El fotógrafo recuerda claramente la escena de un hombre fallecido a cuya escena llegó su hijo, un niño, quien le decía: “Papi, papi, levántate”. 

Fotografía de Valerio Caamal

Otro momento dramático que vivió Valerio fue la muerte de una joven que subió a una torre de alta tensión en Ciudad Caucel. Él estuvo ahí durante varias horas, mientras policías intentaron rescatarla. “A mí me tocó estar en la cobertura total de esos hechos. De hecho, me felicitaron por esas fotos que se tomaron. Reconocieron mi trabajo y la labor de aguantar y quedarme. Pero para mí no era algo para fotografía”.

¿Qué es lo más bonito de ser periodista?

A pesar de ello, Caamal Balam considera que lo que más le gusta de su trabajo como periodistas es  adoptar muchas facetas durante un mismo día: cubrir desde un bautizo, luego un hecho policiaco,  y más tarde un concierto o un hecho político. 

Sin embargo, una idea se repitió entre los entrevistados como parte de lo mejor de su oficio o lo que más satisfacciones le ha dado:  contribuir a cambiar positivamente la realidad de las personas o contar historias de aquellos que inspiran a otros. También mencionaron las historias de lo bueno que unos hacen por otros  o las historias “con final feliz”.

“Entre lo que más recuerdo está el cubrir eventos de alguna persona con necesidades apremiantes, que requieren ayuda para  seguir  con su vida. Esas historias,  cuando se publican en el Diario tienen un impacto comunitario y la gente reacciona y colabora. Lo vimos con personas con enfermedades que buscaban apoyo, o familias que perdían sus viviendas en un incendio. Ese tipo de historias como tienen una amplia difusión cala en humanidad de las personas. En muchísimos casos la sociedad colaboró para ayudar a salir adelante a familias”, dije Joaquín Chan. 

La realidad humana a través del periodismo

En esta idea gira también una de las historias que Patricia Garma Montes de Oca, redactora de la sección Imagen con casi 20 años en la redacción. “Fue una visita de los doctores de la Risa a la Ciudad Vicentina. Ahí vi la realidad de la condición humana. Son historias que te dan lecciones de vida importantes. Por un lado, aquellos que dan su tiempo. Le pregunté a una de los “doctores” por qué lo hacía y se puso a llorar. No lo esperaba. Me dijo que para ella es una catarsis por lo que ha vivido y por otro lado están los que ahí viven, que pese a todo se les ve felices. Cada vez que me siento triste me acuerdo de ellos”.

Y es eso lo que más le gusta a Patricia de su trabajo: “Sorprenderme con historias que nunca creí que me iba a sorprender”. También está la oportunidad de conocer a “gente nueva, gente que admiro”. “Me siento honrada”, dice la mujer de 48 años de edad. 

Entre las entrevistas que más recuerda está la realizada al poeta argentino Juan Gelman en 2013. “Es adorable”, dice sobre el galardonado con el Premio Miguel de Cervantes, ya fallecido. Sin embargo, admite también que la historia personal del escritor la impresionó: su familia murió a manos de la dictadura y él vivió en el exilio. De él recuerda “sus respuestas muy profundas” y “sus ojos vacíos” que eran “el reflejo de su tristeza sin hablar de ella”. Sin embargo también era alguien bromista.

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¿Cuáles son las peores entrevistas?

Sin embargo, aunque no fue ese el caso, Patricia Garma considera que “las peores entrevistas son a famosos. Hay artistas a los que simplemente no te puedes acercar. Otros te responden con pereza, con frases que han repetido muchas veces y ya le han dicho a otros. Son entrevistas muy desesperantes y cansadas”.

Es ahí cuando el narrador debe hacer uso de la literatura aplicada al periodismo para decir mucho con muy poco. Y así otras historias parten de la descripción de atmósferas y emociones, y no tanto de los dichos de los personajes. Como ejemplo, Patricia Garma recordó la primera vez que los Tigres del Norte vinieron a Mérida.

No le permitieron acercarse. Sin embargo, recuerda ese escenario “con 20 mil reflectores”, que a su juicio es el más grande que ha visto. “Todo brillaba, era para quedarte ciego”, dice al recordar los trajes “de luces” que portaban los norteños y que incluso los instrumentos tenían incrustaciones de pedrería. 

 En el caso de Paty, como se le conoce en la redacción, lo “feo” del trabajo que desempeña es que “no hay tiempo para la familia o para tener vida social”. Con ella coincide Gonzalo Sandoval García, editor de Deportes con 10 años de experiencia. “De pronto no poder descansar fines de semana. Perderte momentos importantes como los cumpleaños, tener que trabajar un 25 de diciembre o que llegues a tu casa y que todos estén durmiendo”.

Gonzalo Sandoval, con Blue Demon Jr.

Sin embargo, todo eso queda de lado con lo mucho que se disfruta el trabajo, afirma Sandoval García. “A mí siempre me han gustado los deportes, desde muy chiquito practiqué un montón. El deporte me llevó al periodismo. Creo que seguir ligado a él es lo que más disfruto. Si tuviera que hacer otro tipo de notas no lo disfrutaría tanto. Como todos los periodistas de deportes, soy un deportista frustrado”, dice entre risas el editor de 31 años de edad. 

Coberturas periodísticas que emocionan hasta las lágrimas

Así, su entrevista más recordada es la primera que hizo, la cual realizó a Blue Demon Jr. “Tenía 21 años, fue cuando me empezó a gustar la lucha”, dice. A esto se une el que hay eventos deportivos que lo han conmovido. ” La primera temporada de la Copa MX, cuando vinieron los Pumas, yo fui a la cancha. Ver el estadio lleno en un 3-3, con el estadio hecho una locura; ahí sí me conmovió. Estar en el banderín de tiro de esquina y ver el estadio a reventar. Se me hacía la piel chinita”, recuerda. Otro momento fue cuando vio a jugar a Cuauhtémoc Blanco, hoy gobernador de Morelos, a “tres metros de él”. “Era una figura que yo vi en la tele”. 

Los personajes de las historias suelen marcar a quienes las cuentan. Así, Rosa Quiñones tiene claras las declaraciones que la conmovieron de “don Fernando”, un hombre que acude diariamente a un comedor comunitario en el centro de Mérida. “Muchos damos por hecho el tener comida. Él me hizo sentir que debemos ser agradecidos con lo que tenemos. Él me dijo que Dios nunca lo abandona”.

También recordó a dos familias de cicloviajeros a quienes entrevistó. Son matrimonios que recorren el país con sus hijos en bicicleta. Para ella el mensaje es: “Aviéntate a cumplir tus sueños. Tener hijos no es impedimento”. 

Por su parte, Lluvia Magaña valora también la empatía que se logra generar con los entrevistados. Así, las entrevistas que más recuerda son las realizadas a Andrea Meza Carmona, hoy día Miss Universo 2020, y Aidan Euán, quien actualmente es el diseñador de la serie Euphoria. “Los dos tenían poco tiempo para la entrevista y se soltaron a hablar como si fuéramos compas. Se pusieron a contar y contar cosas”.

Lluvia Magaña en entrevista con María Eugenia Nava

En el caso de Lluvia, una cobertura que recuerda fue la de la marcha con motivo del Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo. “Yo no había escrito como tal una crónica. Yo creí que iba a hacer una nota como de todos los días. Mi jefe revisó la nota por cualquier sentimiento que se pudiera ir de más. Al día siguiente recibí comentarios de compañeros, amigas y familiares. Incluso recibí mensajes de las maestras Tere Munguía y Gina Villagomez, especialistas en temas de género. Recalcaron que había sido muy observadora con las cosas que pasaron y destacaron la perspectiva de género”. 

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Y es que para la joven periodista escribir es una gran responsabilidad, en la que los sentimientos y apreciaciones personales quedan fuera. “A veces es muy complicado decidir qué palabras no usar o sí usar. A veces te da coraje, pero hay cosas que no puedes poner porque son supuestos. A veces uno quisiera decir más, pero  no te puedes dejar llevar por lo que tu sientes u opinas  de ciertos temas”. 

Así, el trabajo periodístico está lleno de momentos emocionantes, sin embargo, también conlleva riesgos. De los entrevistados, los momentos más peligrosos, “de esos que sí te hacen sentir miedo”, han sido para quienes han cubierto hechos policiacos.

Valerio Caamal durante una cobertura periodística

“Mi cámara siempre está prepara para trabajar en el asiento del copiloto”, afirma Valerio Caamal. “Buscaba una foto cotidiana en la calle cuando de repente veo que encañonan a una persona y me bajo a tomar la foto. Fue entonces que me encañonaron a mí también”, narra el fotoperiodista.

“Soy fotógrafo del Diario”, gritó. Resultaron ser policías vestidos de civil que estaban realizando una detención. Otro momento fue cuando el entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush vino a Mérida. Jóvenes que protestaban en contra de él lo amenazaron con cuchillos. 

Amenaza de “los Zetas” a un periodista de Diario de Yucatán

“Cuando estuve en cobertura de fuente policiaca en mi domicilio recibí una llamada de ‘los Zetas‘,  donde amenazaban a mi familia. Les dijeron que ya sabían dónde estaba yo, en Montecristo, y que me iban a cazar ahí. Me avisaron y pedí apoyo al subprocurador. Agentes fueron a rescatarme al lugar y me llevaron custodiado al periódico”, relata Joaquín Chan.

Otro episodio fue cuando policías federales lo retuvieron en el aeropuerto de Mérida. “Quise entrevistar al presidente de la CNDH. Yo me quise acercar y me detuvieron. Me llevaron a un cuartito. Me tuvieron seis horas ahí. Me fue a rescatar el entonces jefe de redacción. Incluso me llevaron a la PGR, pero yo no había cometido delito alguno y me soltaron”.

Diario de Yucatán, casa y escuela

Para todos, el Diario ha sido casa y escuela. “Siempre fue lo que quise. Siempre quise ser periodista y siempre quise trabajar en el Diario. Desde niña yo decía: yo voy a trabajar ahí, siempre lo supe”, dice Rosa Quiñones. 

Rosa Quiñones, en una granja de cría de avestruz

“Yo salí de la escuela sin saber muchas cosas. Lo poco o lo mucho que sé hasta hoy lo aprendí aquí, al a buena o a la mala. Hubo gente que se acercó y me ayudó. El Diario ha sido como otra escuela y estoy agradecido siempre con las personas que se tomaron la molestia de enseñarme algo o corregirme algo”, afirma Gonzalo Sandoval.

Joaquín Chan agradece “toda la capacitación y entrenamientos recibidos. Todo esto que hace que la persona realmente aprenda y logre su máximo desarrollo para el trabajo de calidad que necesita la empresa. Para que siga siendo líder y triunfadora”. 

“El reconocimiento más bonito es que la gente valore tu trabajo. La parte humana que tenemos para ayudar a otros, eso me lo deja ser parte del Diario. Yo, feliz de la vida de estar en este medio”, expresa  Caamal Balam.

¿Qué historias faltan por contar?

Al hablar de  las historias que faltan por contar todos coinciden en que aún faltan muchas.”¡Wow!”, fue la primera reacción en varios de los casos.  Algunos, los más jóvenes, tienen más claro los eventos o entrevistas que faltan por hacer. Los más experimentados esperan que la vida les sorprenda.

  Así, Gonzalo  Sandoval espera el Mundial 2026, con sede en México, Estados Unidos y Canadá. “Muchos estamos esperando poder estar cerca de algunas figuras del fútbol, que ya no juegan pero que pudiera ser más fácil entrevistarlas”. Lluvia espera enfocarse en temas deportivos y hacer entrevistas con familiares de víctimas de feminicidio. Rosa cree que “las historias llegan a ti”, aunque le gustaría charlar con algún activista reconocido.

Patricia Garma en entrevista con “El Fisgón”

Para Valerio aún no llegado su foto preferida, aunque cree que solo le falta fotografiar desde un globo. “Que la vida me sorprenda. Siempre estoy a la espera de una historia nueva”, dice Patricia Garma, quien tiene claro que “para ser buenos periodistas hay que leer buena literatura. Hay que contar historias humanas, historias de vida que emocionen”.

“Me falta contar mi historia. Yo me siento muy orgulloso de donde he llegado. Provengo de una familia campesina, humilde. De un pueblito de la zona henequenera, Tekat. En ese tiempo era muy difícil lograr salir del trabajo del campo. Tuve padres que me apoyaron para estudiar una carrera técnica. Me dieron  una base sólida, para salir adelante”. Esas son las declaraciones de Joaquín Chan, ese que en 2003 hizo famosas a varias campesinas mayas de Komchén, que de la noche a la mañana y sin saberlo, se convirtieron en globalifóbicas. 

La historia de las “globalifóbicas” de Komchén

 

 

 

 

Jessica E. Ruiz Rubio es licenciada en Periodismo y maestra en Gestión de la Mercadotecnia. Comenzó su carrera periodística en 2004, año en que ingresó a Grupo Megamedia. Se especializa en análisis...