Ayer en la mañana, el presidente tuiteó: “La austeridad no es un asunto administrativo sino de principios”.

Doce horas después, una revelación periodística dejaba exhibida la pretendida austeridad de López Obrador: su hijo José Ramón se da una vida de lujo en el extranjero, en casas con cine privado y alberca de 23 de metros, manejando una camioneta Mercedes Benz.

El presidente no se puede zafar del escándalo recurriendo a la vieja frase de que él no responde por sus hijos mayores de edad. Hay dos razones centrales:

  • 1) El estilo de vida del hijo de AMLO es el que condena sin miramientos el propio presidente en cualquier otro de sus gobernados.

El presidente ha criminalizado al que tiene: los “fifís”, dice con desprecio. AMLO pontifica sobre cómo debe vivir la gente. Conmina a sus gobernados a adoptar la austeridad no sólo como forma de gobierno sino como forma de vida.

Constantemente señala y sataniza a quienes no viven según estos parámetros: para qué tener más de un par de zapatos, para qué tener coches caros, comer cosas exóticas, para qué estudiar en el extranjero.

Y se pone como ejemplo: dice que no tiene tarjeta de crédito, que no tiene propiedades, que vive con 200 pesos en la cartera… “los corruptos son los más extravagantes”.

Para López Obrador, el que tiene algún lujo es sospechoso porque seguramente lo obtuvo por alguna corruptela. El presidente no se explica el éxito económico sin la comisión de algún delito. ¿No va a aplicar este raudal de prejuicios a su hijo? ¿La condena no aplica en su familia? ¿De ese tamaño es la incongruencia?

  • 2) José Ramón López Beltrán escaló su nivel socioeconómico desde que su papá se volvió presidente. Venía de una vida familiar publicitada como clasemediera. En 2018, cuando su papá ganó las elecciones, declaró que no sabía a qué se iba a dedicar, pero que no trabajaría en el gobierno.

Y de pronto aparece dándose vida de rico en Houston, como quedó exhibido anoche en el reportaje de Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que remata con una frase en video del propio José Ramón: “Soy el junior de la 4T”.

Después de atestiguar cómo se mueve el dinero en efectivo alrededor de López Obrador, después de ver la vida que se da su hijo en Houston, o haciendo turismo en el mejor hotel de Madrid y esquiando en el más exclusivo resort en Aspen, parece que la imagen de aquel político de austeridad franciscana queda ridiculizada como una más de sus mentiras.

El discurso de la austeridad, los exhortos a vivir con lo mínimo, a no aspirar a nada mejor, quedan al mismo nivel que las promesas de que no habría lujos ni excesos, ni familias que se enriquecieran a la sombra del poder: palabrería.— Ciudad de México.

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Periodista

 

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