En memoria de Griselda Anáis Verduzco

Nadie la conoce. No nos dicen si tenía hijos, hermanos, marido, amigos. Solo tenía 31 años.

“Tenía abrasiones en la cabeza, el torso y las extremidades, además de contusiones, una laceración en la pierna derecha y una vértebra fracturada. Estuvo colgada de cabeza en el muro cerca de la ciudad de Douglas, en el este de Arizona, el 11 de abril pasado, antes de que las autoridades la hallaran y la bajaran”.

Se enredó con la cuerda, fajas y el cinturón de seguridad alrededor de cuello, pecho y brazos con un equipo para trepar, nos informa el Diario. Sucedió en una parte del muro de Donald Trump con columnas de acero de 9 metros de altura.

Solo intentaba tener una vida mejor. E intentó escalarlo para pasar al otro lado y encontrar y vivir “el sueño americano”.

En Semana Santa cerca de 250 migrantes hicieron una caravana a la que denominaron “vía crucis del migrante” para exigir la regularización de su situación. Eran en su mayoría de Venezuela, Haití, África y Centroamérica.

Y su víacrucis es absolutamente real. Viven un continuo calvario físico, mental y emocional. Los abusos y el maltrato de las autoridades pertinentes es notorio y ostentoso. Ellos solo obedecen órdenes de arriba y de al lado.

Los mexicanos son maltratados en EE.UU., y en México se violan los derechos humanos de los migrantes de manera tanto o más grave y dramática de lo que sucede a nuestros coterráneos en el vecino país del norte. Usamos prácticas similares a aquellas de las que nos quejamos.

Y nuestros hermanos mexicanos siguen perdiendo la vida, cuando solo querían encontrar un escape a la miseria y desgracia cotidiana, intercambiándola por una vida mejor. Tal como intentaba hacerlo Griselda Anaís pero, solo encontró la muerte.

El año pasado la crisis migratoria en México cobró nuevos bríos y vibrante impulso. De la misma manera que las peticiones de asilo se multiplicaron en forma exponencial. Pero, paradójicamente miles de compatriotas decidieron emigrar a EE.UU. Fueron más los mexicanos que salieron hacia Estados Unidos que los que regresaron a México.

Existe un patrón de crueldad y maltrato verbal y físico de niños y adultos inmigrantes. Todos reciben un trato atroz. Falta de agua y alimentos, temperaturas inhumanas sin mantas siquiera para cubrirse, separación familiar y constante violación de derechos humanos. Se vive un abuso sistémico bajo la custodia de CBP, denuncia “Americans for Immigrant Justice” (AI Justice) y otras organizaciones humanitarias.

En 2021, una ola masiva de niños migrantes cruzaron solos la frontera de México, y EE.UU. llegó a tener a más de 23,000 bajo su custodia. Y es esta Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) la encargada de protegerlos.

El arribo de menores no acompañados no se ha detenido. Sin embargo, mala gestión y negligencia son la mancuerna constante. Y esto se ha convertido en situación de emergencia, que pronto desembocará en una crisis humanitaria.

El desplazamiento de refugiados es tal que puede superar las posibilidades asistenciales locales. Las crisis humanitarias en el mundo nacen de las crisis políticas que hunden las economías y persiguen minorías, también hay hambrunas por sequía, plagas, además de la grave coexistencia con gobiernos contaminados de corrupción y burocracia.

Los derechos humanos son vulnerados, y se exacerban especialmente las pasiones humanas de odio y venganza. Se crea así una espiral de sufrimientos, injusticias y atrocidades. Una ola de racismo y discriminación azota al mundo entero. Los flujos migratorios carecen de una respuesta eficaz que respete los derechos humanos de las personas.

La solución de la crisis humanitaria causada por los flujos migratorios no vendrá de los países ricos hacia los que se trata de acceder.

Los que pertenecemos al Tercer Mundo necesitamos implantar la única solución eficaz y verdadera: EDUCACIÓN para la población. PAZ para poder ayudarles a emanciparse aprendiendo las bondades del trabajo útil y honesto. Y sobre todo, TIEMPO, para recuperar todo lo perdido o ni siquiera iniciado, y encontrar la fuerza y la capacidad necesarias, para avanzar libremente por el camino del PROGRESO.

Solo con una democracia equilibrada y sana podremos lograrlo. Que nos den la oportunidad para crecer y organizarnos.

Ahora mismo, solo se huye en búsqueda de la ilusión, la esperanza de lograr en otro país distinto del propio, una vida buena, distinta, pacífica y productiva. Y en miles de ocasiones, es solo la Parca quien está aguardando.

Migrar es un derecho humano. Nadie es ilegal en el mundo. Así dice una escultura en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, pintada cada frase en uno de sus lados. Y ojalá estuviera escrito en mármol y grabado a hierro caliente, en la memoria de todos aquellos que medran y abusan de la horrible necesidad de los migrantes.

Con esta aspiración y caro deseo cierro este comentario.— Mérida, Yucatán.

maca482003@yahoo.com.mx

Abogada y escritora

 

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