ROMA (EFE).— Un tesoro de 6,732 brillantes y 2,000 perlas montadas en collares, pendientes, diademas y broches es resguardado en una caja fuerte del Banco de Italia desde 1946, cuando, tras un referéndum, fueron expulsados los reyes de la casa Saboya. Ahora sus descendientes reclaman las joyas.

Víctor Manuel, María Gabriela, María Pía y María Beatriz, herederos de Umberto II de Saboya, el soberano que tuvo que abandonar Italia con su familia, iniciaron una disputa legal con el Estado para recuperar las joyas de la corona luego de que fracasara la mediación.

“A diferencia de los demás bienes, éstos nunca fueran confiscados ??y han quedado pendientes. Por lo tanto, deben ser devueltos”, explica Sergio Orlandi, abogado de los Saboya, quien anteayer se sentó con los representantes del Banco de Italia para negociar la devolución.

Hasta Roma llegó Manuel Filiberto, hijo de Víctor Manuel, que tiene los poderes de los herederos para comenzar las negociaciones y “está muy decidido a seguir con la causa”, añadió el representante legal.

El abogado explicó que para el Estado “esas joyas no son bienes personales, sino una dotación al Reino de Italia”, según se indicó en la primera reunión de la mediación, en la que solo estuvieron presentes Manuel Filiberto e integrantes del Banco de Italia, a pesar de que se había pedido también la comparecencia de intermediarios del gobierno.

“Que las joyas hayan permanecido en una caja fuerte del Banco de Italia es ridículo. Si las recuperamos, las haremos exhibir”, declaró el príncipe Víctor Manuel tras la primera reunión.

Al fracasar esa negociación comenzó la que será larga batalla legal. Orlandi indicó que se demandará judicialmente al Estado “porque está claro que las joyas pertenecen a la familia”.

Después del referéndum en que los italianos eligieron la república como sistema de gobierno, el presidente Alcide De Gasperi pidió a Umberto II la entrega de las joyas de la corona para guardarlas en una caja fuerte en el Palacio del Quirinal, hasta entonces residencia oficial de la familia real.

La solicitud se hizo porque las joyas de la corona, según el Estatuto Albertino (constitución del Reino de Italia), fueron entregadas en “dotación” a los reyes para el cumplimiento de sus funciones, no como propiedad personal.

Umberto II las entregó al ministro de la Casa Real, que a su vez las llevó al gobernador de la Banca de Italia. Desde entonces permanecen en un estuche de cuero negro. En el informe que da fe de la entrega de las alhajas se afirma que éstas deben ser conservadas y “mantenidas a disposición de quienes tengan derecho a ello”, lo que para la familia Saboya indica que son suyas.

Como explica el diario “Il Post”, en 76 años la caja se ha abierto una sola vez, en 1976, cuando se decidió someter el contenido a control y catalogarlo por temor a que pudieran haber robado las joyas. La tasación se encargó a Bulgari, que las valoró en 2,000 millones de liras, unos 18 millones de euros en la actualidad.

Para Orlandi, el verdadero valor de las alhajas “es incalculable” porque son las joyas de una casa real como las de Windsor.

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