“Mérida lo tiene todo para crear una compañía de danza profesional: tiene el talento de los alumnos, maestros con gran capacidad de dirección y un público que gusta de la danza clásica”. Así lo considera Diana Farías Ortegón, directora de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey, quien estuvo de visita en la ciudad para ser jueza en un certamen.

La directora señala que la creación de compañías profesionales ayuda a elevar la calidad de la danza que se practica en un lugar, pues cuando existe una institución a la que se puede ingresar sin necesidad de salir de la ciudad de origen los alumnos se sienten impulsados a prepararse mejor y alcanzar su máximo nivel.

Afirma que eso fue lo que sucedió en Monterrey, que de ser una ciudad netamente industrial, asociada con las carnes asadas y el fútbol, trabajó para formar alumnos con un nivel profesional y, al crearse compañías como el Ballet de Monterrey, la calidad de los ejecutantes se elevó y se fue gestando también un público para acudir a las presentaciones.

Hoy se puede decir que por medio de la Escuela Superior son exportadores de bailarines a grupos profesionales en todo el mundo.

Indica que esto sucede en todas las disciplinas, pues en la escuela a su cargo hay también tres orquestas —una infantil, una juvenil y una de adultos— y la denominada “súper”, integrada por egresados, que es una sinfónica en forma.

Reitera que en Mérida hay mucho talento para la danza clásica, maestros que pueden ofrecer una dirección adecuada y un público ávido de espectáculos, por lo que se tiene todo para destacar en el plano nacional en esta disciplina. Pero para lograrlo, insiste, hace falta una compañía de alto nivel, que se convierta en el motivador de bailarines y maestros.

Al hablar de los atributos que debe tener un ejecutante de ballet, la maestra Farías puntualiza que hay características muy específicas, como la flexibilidad y el tener piernas largas, extensiones y elasticidad, así como la vena artística para interpretar personajes. Añade que también es necesario ser tenaz y tener la vocación para bailar, como sucede con cualquier otra profesión.

Reconoce que el talento nato, las habilidades que el alumno tiene de origen no son suficientes para que destaque, pues se requiere de una guía académica, de maestros con la capacidad de lograr que se desarrolle el máximo potencial.

No obstante, resalta que no todos los alumnos que toman danza clásica tienen que ser profesionales o quieren serlo, pero es evidente que esta disciplina los ayuda a lo largo de su vida.

Señala que quienes son formados en la danza clásica se reconocen en cualquier carrera que eligen por ser personas disciplinadas, comprometidas y que se esfuerzan en lo que hacen.

Si bien pocos serán profesionales, la práctica del ballet es beneficiosa en su desarrollo personal y, por supuesto, al conocer la disciplina se convierten ellos mismos en espectadores de este arte en el escenario.— Iris Ceballos Alvarado

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