MADRID (EFE).— El transistor fue el dispositivo que revolucionó la industria electrónica a mediados del siglo pasado; 75 años después, algunos países y varios gigantes tecnológicos tienen ya puesto el foco en el microchip del futuro, aunque el nombre no es fácil: “memristor”.

Se podrán utilizar como gigantescas “memorias”, como redes neuronales artificiales, como interruptores de alta frecuencia o como encriptadores; de forma aislada o conectados entre sí para multiplicar sus potencialidades y prestaciones, y los investigadores están convencidos de que pronto estarán integrados en todos los dispositivos electrónicos (teléfonos, tabletas, televisores, vehículos y computadoras).

Países como Estados Unidos están ya invirtiendo en esta tecnología cantidades que los investigadores califican de “astronómicas”, y otros, como China, sitúan la importancia estratégica de los microchips al mismo nivel que los programas nucleares. Los “memristores” serán la clave de todo.

Y uno de los principales investigadores en el mundo de esta revolucionaria tecnología es el español Mario Lanza, quien en la actualidad desarrolla su actividad científica y docente en la Universidad de Ciencias y Tecnología Rey Abdalá de Arabia Saudí (KAUST, por sus siglas en inglés).

Mario Lanza publicó en la revista “Science”, junto a investigadores y tecnólogos de varios países y de algunas empresas multinacionales que lideran el sector de los microchips y los dispositivos semiconductores, un trabajo en el que se analiza esta tecnología, el funcionamiento y las aplicaciones de estos dispositivos, el potencial que tendrán en todos los sistemas electrónicos y cómo contribuirán a acelerar la computación en inteligencia artificial.

Un paso al futuro con el “memristor”

El “memristor”, el microchip del futuro del cual hablamos en la nota de portada, es la contracción de dos palabras inglesas (“memory” o memoria y “resistor” o resistencia), y muchas empresas y países han visto en él la solución más certera y eficaz para tratar de acabar con los “cuellos de botella” que en la actualidad están estrangulando a la industria.

El trabajo dirigido por el investigador Mario Lanza se enmarca en una iniciativa de la propia revista “Science” para conmemorar el 75o. aniversario de la invención del transistor, la pieza clave en la fabricación de chips y microchips y base de todos los dispositivos electrónicos (teléfonos, computadoras, electrodomésticos, vehículos y equipos médicos).

Los “memristores” permiten integrar miles de millones de transistores en un único chip y servirán además para mejorar las prestaciones de las gigantescas redes neuronales artificiales (sofisticados sistemas computacionales interconectados entre sí para favorecer el aprendizaje y el procesamiento automático y que se inspiran en el funcionamiento del cerebro humano).

Mario Lanza, en declaraciones a EFE, se refirió a este dispositivo como “una navaja suiza” que va a transformar el diseño de los circuitos integrados, y ha observado que numerosas empresas —Fujitsu, Panasonic, Intel, Micron y Everspin, entre otras— ya los están comercializando como “memoria electrónica”. Otras, como IBM o la taiwanesa TSMC, son las más avanzadas en el uso de estos dispositivos para implementar redes neuronales artificiales.

El investigador se mostró convencido de que ésta va a ser la pieza clave en toda la tecnología e industria electrónica. “Por sus altas prestaciones electrónicas, su versatilidad, su simple fabricación y bajo costo, estos dispositivos están llamados a ser integrados en todos los microchips del futuro”, manifestó.

Los microchips “son el elemento sobre el que se sustenta la civilización moderna; el producto más sofisticado fabricado” por el ser humano, según Lanza, y auguró que los “memristores” se convertirán en una de las industrias más potentes y determinantes en los próximos años, aunque también duda que un solo país pueda controlar todos los elementos necesitarios para dominar el sector: “máquinas, materias primas y talento”.

En ese sentido, el científico se refirió a las oportunidades que pueden surgir en el marco del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica del microchip (el llamado “Perte Chip”) que ha aprobado el gobierno español, con un presupuesto de 12,600 millones de dólares y el objetivo de convertir a ese país europeo en un referente en el sector de la nanoelectrónica y los semiconductores.

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