Emilio de Justo regresó a los toros. Y regresó a la vida también.

El torero de Cáceres, fuera de circulación desde que en el Domingo de Ramos un toro casi le deja fuera de este mundo, copó los medios taurinos el fin de semana, reapareciendo con una tarde grande en el coso de Almería, cortando tres orejas en un mano a mano con el peruano Andrés Roca Rey y toros de Núñez del Cuvillo.

Como un milagro el que, casi cinco meses después de un grave percance, le dejó inmóvil. Luego de realizar una faena de muchos kilates, brillando desde los lances de recibo, como con la mano derecha y luego con la izquierda, se perfiló con la espada. Ese momento, comentan varios portales, era el regreso de verdad, porque precisamente atacaba en la suerte suprema en Ramos en Las Ventas cuando se dio la tragedia. Y ahora le pegó un estoconazo al toro que lo dejó rodado para las mulillas.

Su segundo toro se lo brindó a Enrique Ponce, amigo suyo que fue clave para la resurrección torera que tuvo en una carrera que estaba apagada antes de la pandemia, pero que luego le colocó como el torero líder.

Roca Rey, sin suerte al hacer los lotes de toros, se esmeró con todo, y también se llevó una fea voltereta que le mandó a la enfermería.

De Justo tenía firmada también una tarde para ayer en la Feria de Cuenca. Otra prueba clave, pues había que ver cómo reaccionaba físicamente tras el desgaste dominical. El resultado fue firmar su mejor faena de la temporada, para irse en hombros con Pablo Aguado, que igual estuvo grande, como reportan los portales taurinos. Emilio de Justo, el diestro, volvió a torear; el hombre, volvió a vivir.

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