¿Qué habrá dolido más a los Venados FC? ¿La eliminación o la forma en la que quedaron fuera?

Como sea, el mejor torneo en la historia de los ciervos en la Liga de Expansión llegó a su fin con una humillante derrota en casa, 3-2, para un global de escándalo ante un Atlético La Paz que, de meterse como octavo clasificado a los cuartos de final, va que vuela para pelear por el trono del Clausura 2024.

La famosa “maldición del líder” fue implacable: los Venados de una temporada regular de ensueño, tendrán para recordar una histórica eliminación con marcador global de 6-3.

Un torbellino llegado de tierras bajacalifornianas arribó arrasando al Estadio Olímpico “Carlos Iturralde Rivero” y, con categoría, borró mentalmente a unos ciervos alejados de la gala que ofrecieron en todo el torneo regular.

Más de 8 mil aficionados, en un marco pletórico, llegaron decididos a apoyar a los Venados en lo que se esperaba fuera un sábado de milagro para borrar el papelón de la ida. Pero nada: La Paz silenció todo desde temprano, anotando Ulises Jaimes a los 4 minutos un 1-0 que fue lo que señaló el camino. Un demonio este Jaimes ante una defensa que estaba pasiva, quizá por ser los albores del partido.

Y aunque los Venados empataron con tanto de Mario Trejo, a los 25’, el cuadro paceño nunca bajó el ritmo, ni cuando se vio abajo 2-1 a los 52’, con anotación de Wílliam Guzmán, que dejó el global 4-3 y encendió la vela de la esperanza para los locales. Fue un acicate para los octavos invitados.

Los Venados tenían media hora para hacer algún tanto más, que les permitiera la hazaña. Era mucho tiempo y todo era posible. Pero, creemos, el técnico Rafael Fernández se guardó varios cambios, o se atrasó en hacerlos. Fue notorio que, aunque marcó un gol, Trejo no estaba listo para este partido en la defensa (una falla suya originó el 1-0), y lo mismo Luciano Nequecaur, parado en la delantera. Cuando entró el yucateco Carlos Rosel de cambio, se revolucionó todo, pero no sirvió de mucho. Mauro Guadarrama entró también tarde.

Y luego sucedió lo inesperado: Héctor Sandoval aprovechó la fragilidad de la defensa para el 2-2 (5-3 global), que fue un mazazo para los aficionados, para los jugadores, para todos los Venados, porque ahora no tendrían que ir por uno, sino por dos. Y ya fue imposible. Si hiciera falta algo peor, Morrison Palma, a los 83’, sentenció todo con el tercero de La Paz en la jornada, sexto en la serie.

La gente comenzó a abandonar el “Carlos Iturralde”, frustrada, como todos los que forman parte del plantel. La humillación era demasiado dolorosa. Por segundo partido seguido, en cuatro días, los Venados se fueron a las regaderas con tres goles recibidos. En 14 duelos en el Clausura, aceptaron solo diez goles; en dos noches, les hicieron seis.

¿Y la clase del líder? Los aficionados que habían regresado de a poco en poco a la grada, con ilusión, se quedaron con las ganas de ver al equipo que, con personalidad, dominó el Torneo Clausura. La clase y la personalidad se quedaron guardadas en el vestidor cuando más se necesitaba que aparecieran. La maldición del líder.— Gaspar Silveira

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