—Me temo que sus palabras desconcierten a nuestros lectores. Y el señor director, usted sabe…

—En tal caso, dé usted un giro tranquilizador a mis ideas. Diga sencillamente que a todos, a usted y a mí, a los lectores del periódico y al señor director, nos ha tragado la ballena. Que vivimos en sus entrañas, que nos digiere lentamente y que poco a poco nos va arrojando hacia la nada…

—¡Bravo! No diga usted más; es perfecto, y muy dentro del estilo de nuestro periódico.

Juan José Arreola, “Interview”

1. Sobre prensa libre.

¿Qué hacer si se nos invita a hablar sobre prensa libre, una vez que agradecemos y aceptamos (sin pensarlo bien, sin pensarlo) la invitación? ¿Dejar pasar el tiempo mientras pensamos qué escribir para un público especializado o no, pero ambos igual de interesados?

Mientras dejo pasar el tiempo (abusando de la confianza y la paciencia), repaso la etimología de la palabra “prensa”, la definición de “prensa libre”; lo que se dice en la Constitución Mexicana sobre la libertad de expresión; lo que significa el valor y la trascendencia de la llamada “prensa libre”.

Mientras repaso también episodios históricos y geográficos de una parte de la prensa en México (imposible abarcarla toda). Mientras repaso textos de profesionales —mujeres y hombres periodistas—, elegidos como ejemplos de “prensa libre”.

Mientras decido si hablar de quienes escriben sobre el asunto, de quienes leen sobre el mismo tema, o de quienes escriben desde un posicionamiento de “prensa libre”, con respuesta en lectores que comparten la misma situación, el mismo interés, la misma cultura. Al menos, eso creemos: el valor de la prensa libre, aquella que pervive por su ética, por una prensa sin concesiones.

2. Lectores de diarios y periódicos, de revistas de todo tipo.

Desde chicos fuimos también “escritores”: del periódico mural de la escuela; de noticias de la semana, de reportes de fin de año escolar, de las cartas que recibíamos y enviábamos.

Fuimos pequeños lectores de anuncios en la calle, también de revistas que había en casa o de aquellas con las que ocupábamos el tiempo en una cita, en una espera. En nuestra cultura yucateca no tenemos (o no teníamos) faltas de ortografía porque precisamente leímos desde siempre.

3. “Primero el Diario y luego el desayuno”.

Es frase de uno de mis hermanos, quien sufre el día que no hay periódico (impreso). Elegir una sección, reacomodar las secciones del periódico (después de leer, nunca dejar un periódico desordenado).

Leer en voz alta a los demás lo que más nos interesa (prueba también de buenos lectores y de paciencia a quienes escuchan). Ser testigos de las pérdidas de lugares donde tradicionalmente se vendía el periódico, que antes costaba unos centavos (incluidos en los gastos de la casa) y ahora varios pesos.

No poder dormir cuando por alguna razón no se pudo comprar el periódico o se prestó al vecino sin haberlo terminado de leer. El periódico es una tradición, una costumbre, es también una seña de identidad. Y qué decir del papel periódico, protector de “la heladez”, envoltura de los mercados, papel que abrevia la madurez de los frutos.

4. El diario local.

Nos sorprende seguir encontrando en nuestro diario noticias internacionales que muchas veces los periódicos más “afamados” de nuestro país no publican. Asimismo, nos sigue sorprendiendo que lo de “local” lo sea en el sentido de que es el periódico del lugar, no que sea reducido a las noticias tan sólo de aquí. Las hay, por supuesto, aunque primero se ofrecen las noticias internacionales y nacionales, y le siguen las nuestras, las que reconocemos como locales, y las leemos todas, incluyendo las esquelas y los (ahora reducidos) avisos de ocasión. El caso es leer, y el periódico fue y sigue siendo la fuente cotidiana que nos surte de noticias: “leer para ser, para entender”.

5. Las secciones de mi diario.

Leer el periódico por secciones y, dentro de éstas, comenzar con la última página, es una elección. Libre también. Como lo es firmar un escrito con el nombre propio o con un seudónimo, práctica ésta elegida por algunas mujeres periodistas.

Hablando de ellas, se abre un capítulo (más) de investigación, de estudio, que va de siglos pasados al actual y (esperemos) venideros. Y no me refiero a los álbumes y semanario “de señoritas” (o no solamente) sino al periodismo hecho por mujeres, del que tenemos una tradición resignificada y bastante extendida en nuestros tiempos.

6. Primero fue el signo impreso, compañía insustituible de la palabra.

Quienes hemos crecido como lectores de periódicos nunca sustituimos este hábito por las noticias de la televisión (que también son importantes). Seguimos leyendo. Más de un periódico al día y, en las plataformas digitales, varias veces el mismo día.

Somos generaciones “prensadas” por la prensa, lectores que por nuestra experiencia requerimos de una prensa libre. Afortunadamente, hay periódicos donde encontramos noticias de varios registros, con visiones horizontales —democráticas— y de atisbos y aspiraciones verticales.

7. Cuando el prefijo es lo importante: independencia.

La “prensa libre” es sinónimo de independencia. Pero sin ingenuidad cada expresión libre depende también de la ideología de un periódico. El periódico que incluye textos diversos, incluso contradictorios, es sinónimo de prensa libre.

Lo fundamental es no meterse con nadie en lo personal; no ofender ni herir a nadie en su persona. Se puede ser crítico de modo objetivo, argumental. Se puede pensar de modo distinto (y se piensa), pero no creer que tenemos la verdad absoluta ni siquiera en parte.

Los argumentos y los contraargumentos enriquecen el diálogo, el debate, sí, pero de ideas. Un escrito que da pesos y contrapesos, que toma una posición y sugiere conclusiones (plurales, no determinantes) es una invitación para desarrollar criterios y capacidad de discernimiento.

8. Aunque la libertad no tiene edades.

La “prensa libre” también es histórica, cambiante; no respecto a la libertad de expresión sino respecto a sus contenidos y al modo de expresarlos. Lo mismo que el formato de un periódico. Igualmente lo son sus secciones, novedosas, tradicionales, el rescate de “hace cincuenta años” (reflejo de otras épocas).

9. La prensa, ¿no es libre por definición?

Cuando amablemente se me invitó a participar en este rubro tan bien elegido, primero pensé que “prensa libre” era una tautología, un pleonasmo. La prensa es libre por naturaleza, es su razón de ser. Ah, pero de inmediato golpearon los contraejemplos: “mala prensa”, “prensa vendida” (¿por qué comprarla?).

Y tuvimos en cuenta también a quienes adjetivan la palabra “prensa”. ¿Quién lo dice? Por supuesto que hay periódicos que responden a los intereses de patrocinadores, lo que no siempre es malo, incluso puede ser bueno. Y allí es el lector quien elige leerlos, como quienes se interesan por la sección de “gente bien” o “gente bonita”.

O quienes se interesan por el contenido de la “nota roja” que, de ser una pequeña sección, ahora se inserta en los encabezados de los periódicos nacionales (o que escriben sobre México fuera de México). Que no se contaminen los nuestros.

10. Plumas de todos colores.

Se reconoce de inmediato el periódico, el diario, la revista, que en cada una de sus secciones le es notoria la capacidad de plumas libres, y éstas van más allá del “amarillismo”, del morbo de las imágenes, de la “servidumbre”, de hablar bien de quien paga u ofender a quienes nos caen mal. La prensa libre es una necesidad del entendimiento, y éste es tan cambiante como flexible. Ha de tocar y sentir, hacer ver y oír. “Algo [no] está podrido en Dinamarca”.

11. La veracidad es también creativa.

El prestigio de un periódico es su veracidad, el resultado de una investigación, la capacidad de inmediatez y durabilidad. El tomar en cuenta que los lectores son inteligentes, curiosos, cuestionadores también. La necesidad de información oral (heraldos, flotas con noticias, murmullos, “chismes de pueblo y de ciudad”, secretos familiares) y de información escrita (diarios de época, archivos, gacetas, crónicas, revistas científicas y culturales, de moda también) son de siempre. Informaciones que provienen y toman rumbos distintos, sin discriminación de ninguna índole.

12. La prensa libre para un estado libre y soberano.

El periodismo yucateco tiene una tradición, muchas veces sobreviviente a los avatares de la historia, al mismo tiempo que testigo de la historia. Antes o se leía el Diario de Yucatán o se leía el Diario del Sureste. Actualmente hay más periódicos y cada uno tiene su propia firma. Es saludable la diversidad, es un reto diario, es un desafío de improntas. Y sigue firme la frase de Quevedo: “lo fugitivo permanece y dura”. La “prensa libre” tiene la misma esencia.— Santa Bárbara, California.

Escritora, profesora, académica e investigadora mexicana, miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Directora de UC-Mexicanistas

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