Página editorial de Diario de Yucatán

La vida cotidiana no está fuera de la historia, sino en el centro mismo del acontecer histórico, Pilar Gonzalbo Aizpuru

Cuando en las aulas tratamos temas relacionados con la política, la mayoría los estudiantes expresa su desinterés y fobia, aun al explicarles la razón de esta ciencia y su ejecución. Los argumentos juveniles van tan relacionados con la corrupción y la demagogia que ya les parecen sinónimos de política y políticos.

Contribuye a esta visión, la descalificación entre los aspirantes a cargos públicos, casi todos relacionados con fraudes, prepotencia, violación de las leyes y el muy tratado enriquecimiento con celeridad de los políticos —que explicable sí lo es—, quienes aun con su buen verbo, no pueden tapar lo que todo el mundo ve. Estos señalamientos, verdaderos o falsos, tan difundidos, contribuyen al descrédito.

Al leer a José Woldemberg en Pedagogía Política, (Nexos, abril 2024), vino a la mente un pasaje del Libro “El Primer Día”, de Luis Spota. Resulta, en palabras más, palabras menos, cuando en la mañana del nuevo día, ya sin ser el Sr. presidente, las cámaras y las candilejas estaban alrededor del nuevo titular y el ex sentía la frialdad de la soledad; en eso, su secretario le informó de una persona que quería verlo. El visitante frente al anterior mandatario explica que sólo había acudido para agradecer la oportunidad que le dio al ser Oficial Mayor de una Secretaría y, que aquello le permitió servir al país a través de su gobierno. Tras breve lapso el agradecido, excondiscípulo, se despide. A punto de cruzar el umbral de la puerta de salida, el anfitrión le dice: Espero hayas solucionado tu problema económico, para ti y varias de tus generaciones. Replicó el amigo, eso sería deshonesto, una traición para ti cuando me pusiste para servir. El anfitrión expresó: ¡Qué tonto!

Estos antivalores se transmiten generacionalmente, tanto entre los políticos como en la misma sociedad que acaba por normalizar estas pérfidas acciones. Existen expresiones populares que han calado como realidades en la clase política: “Un político pobre, es un pobre político”, “la moral en un árbol que produce moras”, “es cierto, robó, pero fue un gran constructor de obra pública”. Muchas expresiones reflejan lo que al parecer ya es parte de la cultura política. Eso es lo grave porque se expande por el desinterés al dejar de pensar y reflexionar, así como imitar las conductas que esperan recompensas inmediatas: “Haiga sido como haiga sido”.

La axiología es una rama de la filosofía que parece un tanto relegada en los modelos educativos. No parece prioritario el estudio de los valores humanos y los juicios de valor para la ruda lucha contra un contexto influenciado con la visión de que los malandrines siempre ganan.

Sócrates decía que quien conoce la verdad no podrá menos que practicar el bien, empero sus enseñanzas no se limitaron a saber cuáles son en teoría. Los valores se adquieren según las pretensiones de lograr la certeza, decía el filósofo y aplicó el método de la mayéutica o parto intelectual a través de la indagación interna y la dialéctica, para reflexionar, examinar y encontrar la verdad.

Fernando Savater expresa que los valores se adquieren por imitación, pero asimismo los antivalores. El psicólogo soviético Lev Vigotsky sustenta que el aprendizaje más efectivo está en el entorno social; aquel lugar define más a la persona que la escuela o la religión en cuanto a cómo se piensa y qué es lo que se piensa. El contexto es parte muy importante del proceso educativo y los valores humanos resultan imprescindibles para la sana convivencia humana.

Desconocimiento

¿Cuántos saben que los apoyos sociales para los adultos mayores son un Derecho Constitucional? Su desconocimiento mayoritario los hace cautivos clientes en las elecciones. Apoyar con los recursos del erario alguna candidatura erosiona la legalidad. No es lo mismo una prerrogativa legal a los partidos.

Resolver este problema no corresponde sólo a la escuela, ésta no puede sin la ayuda y conjugación de esfuerzos con la familia, sociedad, medios de comunicación y gobernantes.

No se trata de eximir a la docencia de este problema, es importante considerar que la palabra enseña, pero el ejemplo convence. Y a los jóvenes recordar, que nos guste o nos disguste la política, hay que participar con perseverancia para transformarla. No nos caerá del cielo, para eso no hay mesías.— Espita, Yucatán

Maestro de Políticas Educativas y Cronista

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