Con los cambios de temperatura algo inusuales para esta época del año, el tema de hoy trata de los vinos que nos pueden refrescar el paladar para el calor reinante.

Contrariamente a lo que señalan todos los cánones de la sociedad, en la Península de Yucatán no se bebe mucho vino blanco, es más, la diferencia es abismal si vemos que en cualquier restaurante la carta de vinos está distribuida de esta manera: 90% de tintos y 5% de blancos, y el otro 5% se los reparten espumosos y rosados.

La proporción debería ser al revés ya que, por la cercanía del mar, los vinos blancos son favorecidos por la ingesta de pescados y todo aquel fruto de mar, haciendo un maridaje perfecto.

En general, las proporciones en los restaurantes que venden vino es: de cada 12 botellas vendidas, solo una pertenece a los vinos blancos y otra a los rosados; el resto son tintos.

Ahora hablaré sobre vinos frescos, como para que este calor se pueda mitigar con uno de ellos.

Un vino para acompañar las comidas en estas calurosas vacaciones sería un sauvignon blanc, con características versátiles en los aromas, según la nacionalidad del vino que le toque beber. Los hay frutales (cítricos, piña y melón verde), florales (rosas blancas y azahares), herbales (como césped recién cortado, perejil o estragón) y vegetales (pimientos verdes, aceitunas verdes, espárragos y chiles jalapeños). Estos aromas son algunos descriptores para entender los vinos blancos.

En el paladar podremos encontrar algo de mineralidad con buena permanencia en boca; tienen algo de acidez y son ideales para mariscos, para acompañar un buen pescado frito o una ensalada con surimi, y camarones en una vinagreta de miel y frutos tropicales.

Los sauvignon blanc de California, Sudáfrica o Nueva Zelanda aportan aromas más herbales y verdes como chile serrano, chile morrón verde y chile jalapeño toreado, muy al paladar del mexicano promedio.

Es un vino ideal para esas tardes de amigos y albercas o inclusive en la playa. Qué mejor que colocar la botella enterrada en la arena y que el mar y las olas refresquen el vino, acompañado de un ceviche de camarón, pulpo y caracol con su pico de gallo y chorrito de jugo de limón y el famoso “aceite verde” de una marca conocida en Yucatán, con unas galletas de soda.

La recomendación final es que, si no toma vino blanco, anímese a beber al menos una copa con su pescado o marisco de elección.

Así que ya sabe, en el sol, la playa o la alberca, un vino blanco refresca su paladar.

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