ROMA (EFE).— Ovejas, vacas, gallinas o perros poblaron ayer una plaza del Vaticano convertida en una granja por el día de San Antón, patrón de los animales, ocasión que los ganaderos italianos aprovecharon para denunciar la crisis que atraviesan.
La festividad, como cada 17 de enero, fue celebrada con una misa en la basílica vaticana oficiada por el cardenal y arcipreste del templo, Mauro Gambetti, y a la que acudieron los miembros de la Asociación Italiana de Ganaderos (AIA) y de consumidores (Condiretti).
Acto seguido, Gambetti salió del templo para bendecir, como manda la tradición, a los animales que habían sido estabulados en la Plaza de Pio XII, inmediatamente anterior a la de San Pedro.
En los establos había gallinas, gallos, conejos, caballos, ovejas y hasta algunas vacas de la raza ‘chianina’, pero también algunos perros llevados por sus dueños en busca de su bendición.
Reivindicación
Sin embargo, esta jornada también tuvo un acento de reivindicación, ya que en la última década han cerrado sus puertas 20% de las granjas italianas debido a los efectos de la crisis climática y por los bajos precios que cobraban por sus productos, según la Condiretti.
Entre 2013 y 2023 han desaparecido en todo el territorio italiano 90,000 negocios ganaderos, de los que 46,000 fueron establos de vacas, 31,000 de cerdos y 12,000 de ovejas, según el informe “La granja italiana y el riesgo de quiebra”.
Esta crisis, especialmente perceptible en las zonas montañosas e internas del país, se ve agravada por un cambio climático que, con la sequía y varios temporales, ha reducido la producción de maíz y de pastos para la alimentación de los animales.
Las dos asociaciones exigieron la protección de la ganadería italiana que, además de proteger el campo, representa el 35% de todo el sector agrícola nacional por un valor de 40,000 millones de euros y contrata a alrededor de 800,000 personas.