• Yesenia Montero, originaria de Venezuela, vende comida casera a otros migrantes venezolanos que se refugian en un motel de Denver
  • Una persona muestra un cartel durante un mitin de campaña en febrero pasado. A la derecha, Lincoln Montero come después de ayudar a su tía Yesenia Montero a vender comida

BRIGHTON, Colorado, Estados Unidos (AP).— El mes pasado, activistas republicanos se reunieron en el comedor de una escuela para oír los discursos políticos de los candidatos y coincidieron en el principal problema de los suburbios de Denver en estos días: la inmigración.

La zona se ha visto alterada por el arribo de migrantes, en su mayoría venezolanos, que llegan al norte a través de México, dijeron.

Prácticamente todos los asistentes a la reunión se mostraron incómodos con la nueva población, que ya desbordó los servicios públicos y se convirtió en un tema candente en las elecciones locales y nacionales.

“Hemos vivido aquí toda nuestra vida, y ahora tenemos que pagar hoteles y tarjetas de débito y atención sanitaria” para los migrantes, a través del gasto público, dijo Toni Starner, consultora de marketing. “Mi hija tiene 22 años y ni siquiera puede permitirse comprar casa”.

Monterrey

A unos 1,900 kilómetros al sur, los migrantes también están transformando la próspera ciudad industrial de Monterrey, México.

Los migrantes haitianos hablan criollo en las calles del centro y los centroamericanos piden ayuda a los automovilistas en los cruces de las calles.

Pero, conforme México se prepara para su votación presidencial del 2 de junio, los recién llegados ni siquiera forman parte de la conversación política del país.

“Evidentemente no es un problema, porque la mayoría está de pasada o porque no se le están quitando oportunidades a los mexicanos”, dijo Ingrid Morales, una académica jubilada de 66 años que vive en el sur de Monterrey. “Si fuese un problema, ya los políticos estarían mencionando el asunto en sus campañas”.

Cada 12 años, la coincidencia de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y México proporciona una valiosa instantánea comparativa.

Las diferentes formas en que la migración está resonando en las elecciones de los dos países este año refleja los estilos muy diferentes de democracia de los vecinos.

Trump

La política mexicana sigue dominada por los partidos políticos institucionales, mientras que Donald Trump perturbó el sistema bipartidista de Estados Unidos con su enfoque más populista y llevó el sentimiento antiinmigración al centro de la escena política estadounidense.

Según Andrew Selee, presidente del Migration Policy Institute, la política mexicana también gira más en torno a cuestiones relacionadas con las necesidades cotidianas —como la economía— que en Estados Unidos, más rico y cada vez más absorbido por cuestiones de identidad nacional. Es más, casi todas las familias mexicanas tienen experiencia directa de migración, y muchas aún tienen parientes que viven en otros países.

Aunque los migrantes deben atravesar México para entrar en Estados Unidos, están más dispersos por el camino y no han creado escenas similares de desbordamiento en el lado mexicano de la frontera.

“En México no existe esa misma percepción de caos”, dijo Selee.

Trump está haciendo de esa percepción de caos el tema principal de su campaña en su intento por regresar a la Casa Blanca.

Tema prioritario

AP VoteCast, un sondeo del electorado nacional, halló que la inmigración era un tema prioritario entre los votantes de los estados en donde arrancaron las primarias presidenciales republicanas.

Una encuesta de AP-NORC realizada el mes pasado reveló que el 58% de los estadounidenses afirma que la inmigración es una cuestión extremadamente o muy importante para ellos en lo personal.

Por el contrario, Claudia Sheinbaum —la candidata que encabeza las encuestas sobre las elecciones presidenciales en México— ni siquiera incluyó una mención a la inmigración cuando anunció 100 compromisos de campaña el mes pasado.

En febrero, cuando visitó Nuevo León —estado donde se encuentra Monterrey—, Claudia Sheinbaum habló de seguridad y abastecimiento de agua.

Su principal oponente, Xochitl Gálvez, visitó la ciudad el mes pasado y habló de sus propuestas para aumentar los salarios de la policía y combatir la violencia de género.

Destino

Pero Monterrey, a tres horas en carretera de la frontera con Texas, se ha convertido cada vez más en un punto de paso crítico, incluso de destino, para decenas de miles de migrantes.

Las autoridades locales y las organizaciones internacionales se han afanado por encontrar un lugar para los recién llegados.

Femsa, propietaria de la omnipresente cadena de tiendas de conveniencia Oxxo, ya contrató a cientos de migrantes para trabajar en sus tiendas mediante un programa con la agencia de la ONU para los refugiados.

Una encuesta anual realizada en Nuevo León reveló el año pasado que casi nueve de cada 10 residentes percibían un aumento de los migrantes y alrededor de siete de cada 10 consideraban que se les debería dar trabajo.

No es que los mexicanos no estén enfrentados.

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