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BARCELONA (EFE).— Una investigación liderada por la Universidad Rovira Virgili (URV), en España, descubrió el mecanismo que relaciona la alimentación rica en grasas saturadas con el alzhéimer, una revelación que permite definir el vínculo de esta enfermedad con la obesidad y la diabetes tipo 2.

En un comunicado, la URV explicó que el estudio, publicado en la revista “Nutrients”, se centró en ver cómo la dieta alta en grasas afecta a unas moléculas de la sangre y de otros tejidos, como el cerebro, que actúan como marcadores y reguladores de la enfermedad.

Para conseguirlo, examinaron los cambios de los microARNs —pequeñas moléculas de ARN esenciales en la regulación genética— relacionados con la insulina en un modelo de ratones predispuesto a desarrollar alzhéimer en edad adulta y que seguía una dieta alta en grasas, sobre todo de tipo saturado.

Los resultados demuestran que el metabolismo empeoraba después de seguir esta dieta durante seis meses, con un incremento significativo del peso corporal y una peor respuesta a la glucosa y a la insulina, que son características similares a las de la obesidad y la diabetes tipo 2 en las personas, según el estudio.

Mónica Bulló, catedrática del Departamento de Bioquímica y Biotecnología de la Universidad Rovira Virgili e investigadora del estudio, apuntó que “los resultados obtenidos suponen un avance en el conocimiento del mecanismo que explicaría la relación entre obesidad, la diabetes tipo 2 y el desarrollo del alzhéimer, y ofrecen nuevas dianas para la posible prevención y tratamiento de la enfermedad”.

Según la URV, ya había estudios que demostraban que, después de seguir una dieta rica en grasas, los ratones desarrollaban alzhéimer mucho tiempo antes que los que tenían una alimentación convencional, pero hasta ahora no se conocían cuáles eran los mecanismos que desencadenaban el avance de la enfermedad.

Los investigadores destacaron que el informe “abre la puerta a futuras investigaciones sobre estrategias alimentarias como posible vía para tratar el alzhéimer”.

También “subraya la importancia de una dieta equilibrada para la prevención de enfermedades neurodegenerativas y resalta el potencial de los microARN como objetivos para intervenciones terapéuticas”, añadieron.

La investigación destaca asimismo una alteración de varios microARNs relacionada con procesos que pueden dañar el cerebro, como la acumulación de placas de β-amiloide (unas aglomeraciones de proteína que se forman en el cerebro y que sirven de marcadores del Alzheimer); la producción excesiva de la proteína tau (que, si se descontrola, puede dañar las células cerebrales), y la inflamación dentro del cerebro, que también está vinculada con esta enfermedad.