La cruel masacre de unas 468,000 focas arpas, grises y capuchinas que son muertas a golpes cada año en Canadá genera escándalo en el mundo desde el siglo XX, aunque se alegue que es para controlar la superpoblación de estos mamíferos marinos que diezman los bancos de bacalao en perjuicio de los pescadores… Matanzas similares ocurrieron con la foca monje o tropical en la Península de Yucatán y el Caribe, donde la arena, no la nieve o el hielo, se tiñó con la sangre de este animal y donde al hombre le bastaron 458 años para extinguir esta especie mediante la salvaje caza que hizo por dinero y  hasta por la “ciencia” del siglo XIX.

Pero fue precisamente la ciencia la que registró la historia de la foca monje del Caribe y nos permite conocer, en este siglo XXI, que una foca monje viva fue exhibida como un espectáculo en Campeche, Campeche, y en Progreso, Yucatán, a fines del siglo XIX, y que el último refugio de este mamífero marino fueron los bancos y cayos de la Sonda de Campeche.

Comúnmente, a la hoy extinta especie se le denomina foca caribeña (“west indian seal”), foca tropical, foca monje (“monk seal”) o lobo de mar

foca monje extinción en Yucatán
Imagen del artículo “La extinción de la foca Monachus tropicalis en Yucatán”, del arqueólogo y doctor en antropología Anthony P. Andrews (1984)

El nombre de varias islas y cayos en el Caribe y el Golfo de México como Isla Lobos (Veracruz), Cayo Lobos (Quintana Roo), Cabo Lobos (Puerto Rico) y Cayo Key (Nicaragua) refleja antiguas localidades de la foca monje, aunque el que la hayan llamado lobo de mar no tiene mucha base en la realidad, ya que la foca tropical era un animal relativamente manso, característica que lo convirtió en fácil presa del hombre, precisa el doctor Anthony P. Andrews en un amplio artículo científico que narra “la triste historia de la foca tropical”.

La foca monje del Caribe se alimentaba de peces, crustáceos y, posiblemente, moluscos; habitaba en el Golfo de México (desde el sur de Florida) y el Caribe, prefería las pequeñas islas, cayos y arrecifes remotos, donde se reproducía y no tenía depredadores; aunque llegaba a playas de tierra firme. Hay registros de avistamientos de focas monjes solitarias y de manadas de más de cien animales, nos dice la literatura científica que se ha escrito sobre esta especie.

¿Cómo era la hoy extinta especie? Una foca monje o tropical adulta medía hasta 2.5 metros de largo, y se calcula que podía pesar de 70 kilos a 135 kilos en promedio;  su pelaje era de un color café con un leve mezclado de gris, tendiendo hacia amarillo en la porción central.

La foca monje en Yucatán prehispánico

Foca monje
Ilustración de José Martínez para el artículo científico “La foca extinta”, de Miriam Blanco Domínguez, Rafael Borroto-Páez y Carlos A. Mancina

Los mayas prehispánicos llamaron tsulá (perro de agua) a la foca que habitaba en la Península de Yucatán, específicamente en las islas de la Sonda de Campeche, y que ocasionalmente llegaba a las costas de la península. Debido a que los mayas prehispánicos no navegaban lejos de la costa, la foca monje era cazada esporádicamente, cuando se acercaba al litoral o llegaba a la playa, así que era un animal exótico muy apreciado y como tal se restringió a la élite, los caciques, quienes comían la carne y usaban los dientes del animal como colgantes, es decir, como adornos.

Imagen tomada del artículo científico “La arqueofauna de Xcambó, Yucatán” (2011)

De la época de Mesoamérica solamente se han encontrado huesos de foca monje o tropical en Xcambó (zona arqueológica ubicada entre Progreso y Telchac Puerto), que datan de los siglos III a VII, y en Isla Cerritos (ubicada al oeste del puerto de San Felipe), de los siglos IX a XI. Ambos sitios se ubican en el estado de Yucatán, México.

La foca monje del Caribe en la época colonial de América

La caza masiva de las focas monjes del Caribe se inició en la Colonia, a raíz de que desde 1492 llegaron los europeos a América con su flota naval y con la demanda de aceite natural como combustible.

Cronistas españoles dejaron registro escrito de la primera vez que los europeos vieron a las focas del Caribe: en 1494, varios tripulantes de la segunda expedición de Cristóbal Colón que llegaron al sur de La Española (isla ubicada entre Cuba y Jamaica) vieron una manada de focas monjes en el islote de Alta Vela y cazaron varias de ellas.

Nueve años después, en 1513, expedicionarios de Juan Ponce de León, español que “descubrió” Florida, cazaron 14 focas tropicales en isla Tortugas, frente a Florida.

En 1675 el célebre viajero inglés William Dampler visitó los arrecifes de Alacranes (frente a Yucatán) y registró que era tanta la abundancia de focas que venían cazadores de Yucatán regularmente a matarlas para extraerles el aceite: “…the spaniards do often come hither to make oil of their fat” (“Los españoles a menudo vienen aquí para hacer aceite de su grasa”). Dampler además registró que venían ingleses desde Jamaica a cazarlas, lo que sugiere que ya había escasez de focas en esa zona a fines del siglo XVII.

A principios del siglo XVIII las focas aún abundaban en Las Bahamas, pero  la cacería era brutal ahí, casi industrial,  afirma el doctor Andrews, quien cita que Hans Sloane, médico, naturalista y coleccionista irlandés, anotó en 1707:  “Las islas Bahamas están llenas de focas, hay veces que los pescadores cazan hasta cien en una noche, las cocinan hasta derretirles y traen el aceite a las islas”.

La foca del Caribe en el siglo XIX

La gran reducción de la población de focas monjes presuntamente ocurrió durante el siglo XVIII, ya que en el siglo XIX hay pocos reportes de avistamientos de pequeños grupos de focas o, principalmente, ejemplares individuales capturados en varios sitios. Por ejemplo, en los Cayos Pedro, al sur de Jamaica, en 1843 y 1846 se vio una pequeña colonia de focas; una fue capturada y disecada, hoy se exhibe en el Museo Británico. En 1883 una foca fue capturada en la costa cerca de La Habana, Cuba, y fue trasladada al Museo Nacional de Estados Unidos, hoy Instituto Smithsoniano.

Según reportes de 1675 a 1948, la foca monje del Caribe frecuentaba Isla Arenas (Campeche) y los arrecifes y cayos de Alacranes (al norte de Yucatán) y Triángulos (en la Sonda de Campeche), donde hay un “Banco de Foca”, que debe su nombre a este mamífero. Es probable que también haya habitado los cayos del Banco Chinchorro (en Quintana Roo), donde su presencia es recordada en el islote denominado Cayo Lobos, indica el doctor Andrews..

Para el siglo XIX ya era avanzado el proceso de extinción de la foca monje. El último refugio de la foca tropical fue en los bancos y los cayos de la Sonda de Yucatán, destaca el investigador Andrews.

En 1887, Henry Ward, naturalista de Nueva York, registró que dos náufragos encallaron en Triángulos en los años de 1840 y durante seis meses sobrevivieron comiendo  pájaros y focas.

La foca monje del Caribe también frecuentaba Isla Arenas hacia 1850. “No es menos común si bien navega en aguas más profundas o se acerca solo a los bajíos o islotes solitarios, el lobo o puerco marino, que torpe como el de tierra, revuélvese sobre sus costados para tenderse al sol en Isla Arenas, donde con facilidad suele lograrse abundante pesca. Depósito de mucha grasa que brilla en su piel, sácala de todos ellos la industria, con destino a los más vulgares usos, o al servicio de nuestras pocas máquinas”, anotaron José María Regil y Alonso Manuel Peón en la Estadística de Yucatán, obra publicada en 1853 por la Sociedad de Geografía y Estadística de México.

“En la primavera de 1856 estuve con el capitán Lucas en Triángulos para recoger una carga de guano. Vi solamente dos focas cuando estuve allí y éstas partieron de prisa… debieron de haber muchas antes, a juzgar por los esqueletos, pieles, etc. Y alguien habrá hecho un extenso comercio con ellas, ya que quemamos más de 100 barriles de los restos del animal”, registró a su vez W.B. Alexander, a quien Henry Ward citó en 1887.

Una matanza de focas monje del Caribe en nombre de la ciencia

Treinta años después, en diciembre de 1886, los naturalistas Henry Ward  y Fernando Ferrari Pérez, director de la Comisión Mexicana de Geografía y Exploración, emprendieron una expedición a Triángulos para obtener focas para museos de Estados Unidos y México; recopilaron datos sobre el comportamiento del animal,  confirmaron que la época de cría era en diciembre, pues vieron varios recién nacidos y mataron a varias madres con fetos a punto de nacer. A pesar de la escasez de la especie, mataron un total de 49 animales en nombre de la “ciencia” de esa época y se llevaron una foca juvenil viva, que después murió en Campeche.

 

De las focas monjes que  cazaron solo quedaron 34 pieles y siete esqueletos, que se repartieron Ward y Ferrari Pérez. Ward llevó sus ejemplares a Rochester, Nueva York; los de Ferrari Pérez fueron exhibidos en el Museo de Historia Natural de Tacubaya, cuyas colecciones (entre ellas las focas monjes) se integraron en 1915 con las del Museo de Historia Natural del Chopo, el cual en 1929 pasó a formar parte del acervo de la Universidad Autónoma de México (UNAM); en 1979 un incendio destruyó varias colecciones que habían sido sacadas del Museo del Chopo y puestas en una bodega, entre ellas los tres ejemplares de foca monje que sobrevivían y un rorcual del Golfo de México.

La foca monje del Caribe que fue exhibida en Campeche y Progreso

En noviembre de 1886, según reportó Henry Ward, una foca llegó a la costa cerca de la ciudad de Campeche, fue un evento raro y atrajo mucha atención; fue capturada y ofrecida por mil dólares a los naturalistas Ward y Ferrari Pérez, quienes la rechazaron; al final fue exhibida en Campeche y luego en Progreso.

“Hasta el año de 1890 la foca todavía existía en las islas llamadas Alacranes, al norte de Yucatán, y de vez en cuando caía una que otra en la costa de la península, pero en estos últimos años los pescadores no han vuelto a ver focas en ese grupo… Unos pescadores, en el mes de enero de 1911, cogieron unos 200 ejemplares de Monachus tropicalis en las islas de Triángulos y, según ellos,  dejaron ‘muy pocos vivos’ y como más tarde volvieron a las islas, es posible que la especie esté extinguida”, asentó el biólogo George F. Gaumer en 1917 en la Monografía  de los Mamíferos de Yucatán.

foca monje
Focas monje de Yucatán en el acuario de Nueva York en 1910

En 1909 cuatro focas monjes provenientes de Yucatán llegaron al acuario de Nueva York; se sospecha que fueron capturadas en Triángulos.

En 1915 pescadores norteamericanos capturaron focas vivas en Triángulos y se las llevaron a Pensacola, Florida, donde estuvieron en cautiverio y luego las liberaron.

En 1919 aún había focas en Isla Arenas y en Triángulos, según anotó Manuel Lumbier en un estudio sobre islas mexicanas.

En 1920 varias focas fueron vistas en una isla de Yucatán. Para 1945, en la Enciclopedia Yucatanense, el zoólogo y botánico Arthur Sperry Pearse reportó que la foca monje del Caribe estaba extinta, pero en 1954 el biólogo marino y científico pesquero Gordon Gunter registró que vecinos de “Carmen, Yucatán” (hoy es isla de Campeche) dijeron que en 1948 vieron focas en Alacranes, a donde llegaban en abril.

Una persona reportó que a principios de 1950 vio focas, pero no quiso decir dónde porque temía que las mataran, según registró el doctor Andrews en su amplio artículo.

El último registro comprobado (científico) de un avistamiento de una foca monje data de 1952, cuando fue vista entre Jamaica y Honduras, precisa el doctor Raúl Díaz Gamboa, jefe del Departamento de Biología Marina de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady) en una entrevista que concedió al Diario en este año 2022.

Así, de 1494, cuando los europeos tuvieron su primer encuentro con la foca monje del Caribe, a 1952, cuando la especie fue vista por última vez, habían transcurrido 458 años.

Una exploración científica en busca de la foca monje en la Península de Yucatán

En 1978 el doctor Juan Pablo Gallo-Reynoso, durante un crucero de prospección camaronera, fue informado por los pescadores que a veces “lobos marinos” quedaban atrapados entre las redes de pesca. Por esta razón el doctor Gallo-Reynoso,  Bernardo Villa y otros biólogos en 1986 realizaron una expedición que abarcó Cayo Arcas, Triángulo Oeste, Triángulo Este, Cayo Arenas, Arrecife Alacrán, Contoy, Cozumel, Tulum y Banco Chinchorro.  Hicieron recorridos y entrevistaron a guardafaros, pescadores, personal de las guarniciones marinas y a vecinos;  solo un guardafaro recordó haber visto algunos ejemplares diez años antes, todas las demás personas aseguraron no conocer a la foca monje, así que concluyeron que la especie no se encontraba más en el Caribe mexicano.

Oficialmente, fue en 1994 cuando la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) declaró a la foca monje del Caribe una especie extinta.

En 2008, tras revisar los reportes de avistamientos de focas,  el Servicio Nacional de Pesquerías Marinas  (MSNF) de Estados Unidos concluyó que no son focas monje sino focas de otras especies y que ha pasado suficiente tiempo desde la última observación para declarar extinta a la foca monje del Caribe. 

El cambio del nombre científico de la foca monje del Caribe: de Monachus tropicalis a Neomonachus tropicalis

Para la ciencia, hay tres especies de foca monje en el mundo: la del Caribe, la de Hawái y la del Mediterráneo. Desde el siglo XIX, las tres  pertenecieron a un género, el Monachus, y se les asignó los nombres científicos de Monachus tropicalis, Monachus schauinslandi y Monachus monachus, respectivamente.

Pero en 2014 Kristofer Helgen, especialista en mamíferos marinos del Instituto Smithsoniano, informó que estudiaron los especímenes de focas monje que se encuentran en museos de Estados Unidos y descubrieron que la foca monje caribeña está más emparentada con la foca monje de Hawái que con la foca monje del Mediterráneo, y propusieron un nuevo género para las especies del Nuevo Mundo: el Neomonachus. Así que desde entonces la foca monje caribeña o tropical es Neomonachus tropicalis y la foca monje hawaiana es Neomonachus schauinslandi.

Curiosamente, de manera similar a los mayas prehispánicos, los habitantes originarios de Hawái llamaron a la foca monje como Ilio-holo-i-ka-uaua (“perro que corre en aguas turbulentas”).

foca monje

Se calcula que en el mundo quedan unas 1,200 focas monje hawaianas y unas 600 focas monje del Mediterráneo. En este año 2022 ambas especies están en la categoría ‘En Peligro Crítico’ en la Lista Roja de la UICN. 

La mayoría de los datos presentados sobre la foca monje del Caribe se encuentra en los siguientes artículos científicos que consignan una amplia información sobre esta especie extinta:

Foca monje Yucatán
Imagen del artículo sobre “la triste historia” de la foca monje del Caribe (Foto: Pedro Ic Estrella)

“La extinción de la foca Monachus tropicalis en Yucatán”, del arqueólogo y doctor en antropología Anthony P. Andrews, de la universidad pública Nuevo Colegio de Florida ubicada en Sarasota.  El documento fue publicado en 1984 en el Boletín de la Escuela de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Yucatán (ECAUDY), coordinado por el arqueólogo Alfredo Barrera Rubio.

“La arqueofauna de Xcambó, Yucatán”, de  Thelma Noemí Sierra SosaChristopher M. Götz (2011).

“La foca extinta”, de Miriam Blanco Domínguez, Rafael Borroto-Páez y Carlos A. Mancina (2011).

“La extinción de la foca monje”, de Mario Irepan Luna-Pérez y Consuelo Cuevas-Cardona (2022).

 

 

Flor de Lourdes Estrella Santana es Licenciada en Educación por la Uady. Ingresó a Grupo Megamedia en el año 2000. Ha sido reportera, redactora y editora. Escribe contenidos generales, especialmente...