Ciertamente es béisbol, y siempre que alguien tenga un bate agarrado puede hacer que el rival débil le gane al grande. Pero la mayor parte de las veces, el deporte se desarrolla dependiendo de niveles de competencia y en la Liga Mexicana de Béisbol está más que marcada la diferencia entre unos y otros.
Como si la Liga Mexicana ofreciera dos caras, como si se tratara de clases sociales. La temporada 2021 da la impresión de estarse jugando en dos divisiones, no solamente hablando de Zona Norte y Zona Sur, sino entre los poderosos y los débiles. Como si fueran dos ligas de categorías distintas.
Ejemplificaremos (y las estadísticas no mienten): en cada sector hay dos o tres equipos aplanando, quizá cinco en plena competencia, dos o tres más en pelea por el cuarto boleto, entre tumbos, y dos o tres que, francamente, desde ahora están eliminados. Siendo sensatos (más que sinceros), poco podrán hacer dado que sus presupuestos son totalmente reducidos en comparación con otros clubes.
Duro de leer, pero real.
La expansión a 18 equipos (uno más por zona), lejos de beneficiar, hizo que bajara la calidad del béisbol que se está jugando. Los equipos que se agregaron, Mariachis de Guadalajara, liderando la Zona Norte, y el Águila de Veracruz, en la pelea en la Zona Sur, armaron trabucos y modificaron proyectos de estructura en comparación con otros clubes, y están adelante. Deportivamente tienen planteles para competir; organizativamente, son empresas que no dependen propiamente de apoyos oficiales como muchos otros.
Dos clases distintas en la Liga Mexicana
Las cifras no engañan: Mariachis va al frente en la Norte con 23-9 y porcentaje ganador de .719, y detrás marcha Tijuana con 25-10 y .714. Monclova y Saltillo están peleando por los dos puestos de abajo, pero todos esperan que los Sultanes de Monterrey, eternos protagonistas, se sumen a la fiesta de los grandes.
En la Sur, Diablos Rojos, como siempre, y Pericos de Puebla tienen el control, con los Leones de Yucatán apenas abajo en la tabla.
¿Los demás? Atrás, sorteando problemas.

Vea cómo van en el Norte: Aguascalientes con 10-19 y .345 y Durango con 9-25 y .265. No están tan “solos”, pues en el lado del Sur, Campeche marcha con 10-21 y .323 y Oaxaca con 9-24 y .263.
La diferencia se muestra no solamente en los récords de ganados y perdidos, o las rachas que pueden alcanzar (positivas o negativas). Se nota en la estructura de los equipos, la confección de sus rósters, entre cuerpo técnico y peloteros; en el desfile de jugadores extranjeros de baja calidad que van o vienen, o incluso en los severos problemas económicos que han pasado para solventar las nóminas (hasta pleitos ha habido en Aguascalientes).
Botones de muestra
Los Mariachis, para su debut, trajeron a Adrián González; el Águila se armó con Yasiel Puig, los Diablos firmaron a Roberto Osuna, joven astro de MLB; Tijuana a los veteranos Fernando Rodney y Óliver Pérez, los Leones tienen una gran base mexicana… y muchos otros equipos apenas cuentan con recursos para subsistir en el duro trajín del día a día.
Y el que la Liga Mexicana tenga cobertura de televisión en todas sus plazas agrandó la herida. Las transmisiones han dejado ver las carencias que muchos equipos tienen en sus estadios, contrastantes con otros que presentan escenarios grandes o con comodidades.
Hay distancias grandes entre lo que se puede ver en los parques de Tijuana, Monterrey, Guadalajara o el mismo Kukulcán, y lo que muestran los de Campeche y Durango, por mencionar a dos. Y el asunto de la televisión es clave: la LMB, y sus equipos, han apechugado con repeticiones de baja calidad en gran parte de sus retransmisiones, obligando a veces a que los desafíos que lanzan los clubes sean un problema por la calidad en las imágenes.
No sucede eso, o pasa menos, con las plataformas que tienen Tijuana, Monclova y Monterrey, y aquí en Mérida, los aficionados no nos dejarán mentir, o en Campeche o Oaxaca, se ha notado deficiencias que no ayudan en los desafíos que presentan los mánagers en acciones cerradas.
No es solamente en cuestiones de béisbol donde está el problema de una Liga Mexicana dividida en dos clases sociales
