Yucatán, estado precursor del rey de los deportes en el país, tiene a su sexto inquilino en el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano.

El comunicador Jorge Carlos Menéndez Torre, fallecido en 2013, fue entronizado ayer en una gala celebrada en la flamante instalación del recinto de los inmortales en Monterrey, junto con cuatro peloteros de la época reciente y uno de la época antigua. Su hijo, presbítero Jorge Carlos Menéndez Moguel, habló en nombre de la familia Menéndez Moguel, con sus hermanos presentes en el acto.

Vinicio Castilla Soria, Vinny para el rey de los deportes, encabezó la Clase 2022, en la que están también Matías Carrillo, para muchos el mejor bateador mexicano después de Héctor Espino; Isidro Márquez, líder de salvamentos de todos los tiempos en las principales ligas del país, y José Luis “Borrego” Sandoval, fino torpedero y sobresaliente bateador que se hizo parte fundamental de toda una época con los Diablos Rojos del México. William “Grillo” Serrel formó parte de las glorias del pasado, y, de forma inexplicable, nadie supo, nadie pudo localizar, a Eduardo “Tin Tan” Jiménez, gran ausente en esta ceremonia realizada en los salones del recinto en el Parque Fundidora.

Menéndez Torre, en su labor de cronista y columnista, además de directivo, se une a Julio Molina, Fermín “Burbuja” Vázquez, Wílliam Berzunza y Juan José Pacho, peloteros, y al narrador de radio Jorge Blanco Martínez, como los yucatecos inmortalizados en Monterrey.

Entre otros puntos, en su mensaje leído ante la concurrencia formada por destacados peloteros de estos y otros años, directivos, empresarios y periodistas, el Padre Menéndez Moguel resaltó los valores de su señor padre, desde la óptica en que firmaba sus reseñas, George Squeezeplay, explicando a detalle lo que el fallecido periodista le indicaba del significado de esa jugada, una de las más difíciles que hay en todo el béisbol.

Agrega: “Y ese es el deporte al que mi señor padre, quien hoy recibe en el Cielo esta noble distinción, le dedicó tanto cariño, tanto tiempo, tanta observación, tanta preparación. Como un excelente maestro —que también lo fue en otras disciplinas de la vida— pudo con su ágil y elegante pluma cautivar a sus muy numerosos lectores de todo el sur de nuestro país y de tantos otros lugares…

“Comentar o escribir sobre el béisbol, tal como lo hizo en no menos de 20 mil artículos periodísticos y varios libros, era para él como una segunda naturaleza, una disciplina. Miraba para escribir y sorprendernos no sólo en la narrativa periodística de una jugada, sino en innumerables ocasiones con el contexto histórico y humano del jugador. Sus líneas trascendían la jugada en sí misma; quienes lo leían no sólo terminaban amando más el béisbol sino que valoraban mucho más a aquellos que hacen realidad este deporte: a los jugadores, a sus familias, a quienes están detrás de un dogout”.

Cada nuevo inquilino tuvo espacio para leer un mensaje de entronización.

Se desvelaron después las placas de los nuevos integrantes del recinto, y se entregaron diplomas de reconocimiento a la trayectoria de los inducidos.

A las familias se les entregó también un jersey blanco con vivos rojos, a manera de recuerdo, como se hace con cada generación, entre ovaciones.— Gaspar Silveira

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