No viene al caso abundar en que la encuesta de la 4T para elegir defensores de esa doctrina en los estados fue un ejercicio donde a aquel que obtuvo la mayor ventaja —sólo superado por uno— no le alcanzó para ser designado como tal.
Los promotores y padrinos de Clara Brugada exprimieron la política de equidad de género en las gubernaturas para darle la candidatura, sin importar que quedó a años luz del ganador de la encuesta, Omar García Harfuch: 40.5 vs 26.7% de la alcaldesa de Iztapalapa.
Mucho se ha escrito, en muchos casos de forma inteligente, sobre este espinoso tema concerniente a Ciudad de México. No viene al caso abundar al respecto.
Lo traemos a colación, sin embargo, porque el elevado porcentaje que alcanzó en la encuesta el hijo de la actriz María Sorté con el expresidente nacional del PRI y extitular de la temida Dirección Federal de Seguridad, Javier García Paniagua, es apenas poco más del que alcanzó en Yucatán “Huacho” Díaz Mena, quien obtuvo 40.1%.
De las nueve entidades donde se realizó el ejercicio, estos dos personajes sólo fueron superados por el tabasqueño Javier May, aquel que renunció a Fonatur para buscar la gubernatura de su estado. El paisano de AMLO alcanzó 51.2%.
A diferencia del nieto del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional con Díaz Ordaz y exgobernador de Jalisco, a Huacho y a May no les pidieron dar un paso de costado.
Segunda vez que Clara Brugada ocupa un espacio ganado por otros: en 2009 alcanzó por primera vez la alcaldía de Iztapalapa cuando le fue cedida por Rafael Acosta Ángeles, el famoso “Juanito”.
Ahora es García Harfuch quien le cede la titularidad de la defensoría de la 4T en la metrópoli. No es timorato como aquél, pero cuando la 4T ya decidió, pasa por encima de encuestas y cualquier otro instrumento que dé a la voluntad popular algo más que un papel de relleno en un sainete político.
Además del exjefe policíaco de CDMX, cedieron su lugar a mujeres Carlos Lomelí y Ricardo Sheffield, en Jalisco y Guanajuato, respectivamente. Lo hicieron a Claudia Delgadillo y Alma Alcaraz.
Vueltos a Yucatán, la votación que alcanzó “Huacho” es de llamar la atención por ubicarse entre las tres más elevadas, cifra que sobresale aún más cuando se considera que quien le siguió en puntuación en los nueve estados fue Shieffeld, con 24.4%. Es decir, “Huacho” cosechó casi el doble del guanajuatense, lo que significa que en Yucatán no hubo pelea.
Al zambullirnos en las cifras del Estado, los números son demoledores, empezando porque el de San Felipe arrasó en cada uno de los ocho reactivos que se midieron: opinión positiva, honestidad, cercanía, conoce el estado, cumple, buen candidato, disposición a votar por él y preferencia como candidato de Morena. A cada reactivo le fue asignada una puntuación que llevó a una suma total de 10 puntos. En otros estados algún candidato obtuvo, por ejemplo, 8 y otro dos, o bien se repartieron de otra forma. En Yucatán “Huacho” logró los 10 puntos. Los demás, cero. Ganó por goliza.
No sólo eso. En cada reactivo la diferencia entre el expanista y sus contendientes es abismal. Un ejemplo: en Opinión positiva alcanzó el 42.9%, seguido de Verónica Camino, con apenas 11.3%. En los demás reactivos la senadora se mantuvo en un segundo lugar lejano, con cifras que no rebasaron un dígito.
De los otros que alzaron la mano por la 4T, Raúl Paz, Rocío Barrera, Alpha Tavera y Jéssica Saidén, mejor ni hablar.
Con este panorama general, después del ejercicio morenista queda una certeza: el choque por la gubernatura de Yucatán será entre aquellos que son, de lejos, las figuras más sobresalientes de cada bloque: Renán Barrera y “Huacho” Díaz. Se vislumbra una contienda riñonuda, dirían los clásicos.
Establecida esa certeza, lo demás que queda son dudas, empezando por si con esos raquíticos porcentajes de votación entre su propia militancia, Morena mantendrá la promesa de dar la primera fórmula del Senado a quien quedó en segundo lugar. Será una decisión harto difícil, máxime cuando hay nuevos jugadores en liza, que buscan espacios importantes entre los que repartirá la 4T. Uno de esos personajes es el senador Jorge Carlos Ramírez Marín, quien se subiría al ring vestido de verde. A él hay que añadir otros que aún no se hacen tan visibles.
Otra duda que planea en la atmósfera morenista es si asignará el partido guinda alguna candidatura a alguien que en su encuesta obtuvo, por ejemplo, 5.4, 3.3 o sólo 2.9% en el reactivo de honestidad.
Una vez definido su candidato a gobernador, o como se llame el cargo, el reparto del resto de las candidaturas colocará a la 4T en un laberinto difícil de sortear. No debemos olvidar que se trata de un movimiento que acepta a personajes de toda calaña y donde, por lo tanto, cualquiera de ellos se siente con derecho de ser tomado en cuenta, por disparatado que suene.— Mérida, Yucatán.
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@olegariomoguel
Director de Medios Tradicionales de Grupo Megamedia