Ahora que nos vamos acercando a la celebración de los primeros cien años del Diario de Yucatán quiero ofrecer una reflexión sobre la importancia del periodismo independiente para favorecer un clima de seguridad social.

Los años en los que estuve al frente de la Diócesis de Nuevo Laredo fueron un tiempo en que descubrí el valor del ministerio en la tarea de la construcción de la paz. Me tocó acompañar a la población en un ambiente de fuerte inseguridad y violencia, en el que eran frecuentes las balaceras por las calles, los secuestros, las decapitaciones y otras cosas terribles en casi todas las poblaciones del territorio diocesano, que abarcaba el norte de Tamaulipas y el norte de Nuevo León.

Fueron años muy difíciles en los que necesitábamos unirnos todos los que queríamos aportar algo en favor del consuelo y la fortaleza de la población, animándolos a través de marchas en favor de la paz y la unidad, con la oración, la cual no sólo se hacía en los templos y en los centros de pastoral, sino que hasta en los medios de comunicación, prensa escrita, radio y televisión, se replicaba la oración que toda la Iglesia de México hacía por la paz.

Ese tiempo conté con la cercanía, amistad y apoyo de todos los medios de comunicación de la ciudad de la Diócesis.

Tristemente estos medios estaban amordazados por la amenaza de nuevos atentados contra la integridad física de los reporteros y de sus instalaciones. Es por eso que cuando yo mencionaba alguna palabra referida al tema de las situaciones de violencia o de lo que la Iglesia de México enseñaba en el nuevo documento “Que en Cristo nuestra paz México tenga una vida digna” los reporteros me recordaban que ellos no podían publicar absolutamente nada, para evitarse problemas.

De todos modos, los periodistas estaban continuamente cercanos a nosotros para cubrir nuestras actividades y eventos de Iglesia, como parte de las buenas noticias que ellos querían llevar a la población, para crear un clima alterno que inspirara la calma y la paz interior que todos necesitábamos.

Ocasionalmente, en nuestras ruedas de prensa se encontraban entre los reporteros algunos venidos de fuera que de mis declaraciones llevaban notas a noticieros nacionales o internacionales, para informar un poco de todo lo que allá se vivía.

Estoy convencido de que la prensa amarillista genera ambientes de violencia, pudiendo animar a otros a ejercer la misma violencia contra su familia, contra otras personas o contra sí mismo.

Al mismo tiempo, estoy convencido que una prensa libre puede ser un factor que une a la comunidad, un factor que crea una cultura de la paz, transmitiendo la información veraz y oportuna, nunca tendenciosa.

Es por eso que cuando un dictador quiere tener un dominio absoluto sobre una población, como uno de sus primeros pasos se dedica a destruir o a adueñarse de sus medios de comunicación. Ese dictador puede ser un gobernante, una guerrilla o una mafia poderosa.

Cien años de libertad para el Diario de Yucatán han significado navegar por distintas etapas de la historia local, nacional e internacional, a pesar de encontrar algunos pasajes adversos para esta institución; han significado mantener una relación respetuosa con los gobernantes de distintas mentalidades y partidos de distinto color; han significado respeto y colaboración con todos los grupos e instituciones de la sociedad que han querido brindar un buen aporte al bien común de los habitantes de nuestra ciudad y nuestro Estado.

El Diario de Yucatán ha podido ofrecer excelentes aportes en favor de la educación, del arte y la cultura, del deporte y del esparcimiento, sin dejar de apoyar, con respeto a todos, en favor de las obras sociales y en favor de la obra evangelizadora de la Iglesia.

Yucatán es reconocido como un Estado de paz, prosperidad y oportunidades, lo cual está atrayendo a muchos connacionales y extranjeros para invertir aquí, incluso para venir a habitar entre nosotros.

Sin duda que el Diario de Yucatán ha sido un factor importante para todo este ambiente, y en especial para mantener la paz social. ¡Felicidades desde hoy al Diario de Yucatán!— Mérida, Yucatán.

Arzobispo de Yucatán

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