Desde tiempos revolucionarios la historia de la sociedad mexicana ha estado caracterizada, en gran medida, por el protagonismo que la lucha del poder político ha ostentado por encima de otros ideales.

Atropellado por gobiernos y oportunistas, el bien común se ha convertido en un mero pretexto y, más que para servir, el poder ha sido un instrumento al servicio de quienes sirven.

Esta particularidad ha perpetuado el estereotipo de una clase gobernante que está por encima de la ciudadanía, que es opulenta y todopoderosa; la clase gobernante que ha visto históricamente el poder político como una oportunidad de beneficiar a unos cuantos.

Los verdaderos cambios estructurales de los que la historia da cuenta en diferentes etapas del México posrevolucionario han estado siempre acompañados por la presencia de un periodismo libre, subversivo y contestatario.

Esas voces que, si bien escasas, lejos de acomodarse a los intereses de la clase gobernante, persisten en la búsqueda de la justicia social, pero que también se empecinan en el reconocimiento del poder ciudadano que se ha visto amedrentado y hasta silenciado a través de los años.

La prensa independiente juega un papel muy importante en la sociedad al aportar información veraz y relevante, pero sobre todo, libre de influencias externas.

La autonomía económica e ideológica permite a los medios libres —y a los periodistas que en ellos laboran— ser un verdadero contrapeso, un órgano fiscalizador del poder político y señalar situaciones anómalas que muchas veces pasan inadvertidas para la mayoría, disfrazadas bajo estrategias de comunicación institucional.

Prensa libre es aquella que revela y denuncia, pero que de igual manera enarbola los valores éticos del quehacer informativo y los nutre con un trabajo escrupuloso de investigación sobre temas sensibles y controvertidos que, frecuentemente, cuestionan decisiones tomadas desde los gobiernos, falta de planeación, autoritarismo, amenazas a los Derechos Humanos y un cuestionable destino de los recursos públicos, por ejemplo.

El periodismo independiente busca también incentivar la reflexión social y devolver a la ciudadanía el poder que de manera natural se va cargando hacia el lado de los gobiernos; despertar conciencias sobre temas sensibles que requieren atención por parte de la sociedad civil, para evitar que el destino de nuestras ciudades y sus pobladores esté siempre en manos de unos pocos.

El Diario de Yucatán ha sido durante 98 años protagonista de los cambios que históricamente ha vivido nuestro estado. A través de un financiamiento diversificado ha sido capaz de mantener el énfasis en la calidad periodística y una autonomía editorial enriquecida por las diversas voces que encuentran cabida en sus páginas. Su labor se ennoblece por la capacidad para, siendo un medio tradicional, extender su cobertura hacia temas sociales, culturales y ambientales que muchas veces son pasados por alto.

He tenido la fortuna de formar parte del grupo de editorialistas que comparte sus ideas en las páginas del Diario y puedo dar fe de que ninguna de las voces que aquí se manifiesta es objeto de censura alguna al emitir sus opiniones. La diversidad ideológica incluida en estos espacios enriquece el contenido y a la vez abre la conversación que es tan necesaria para la revitalización del poder ciudadano.

En distintas ocasiones he sido cuestionada sobre las opiniones vertidas en mis artículos: ¿Por qué lo haces? ó ¿No te da miedo? son preguntas recurrentes. Las respuestas tienen que ver con un compromiso social con la libertad, con la búsqueda de incentivar un pensamiento crítico, indispensable en nuestros días; con la importancia de señalar, a través del ejemplo, que solo despojándonos del miedo a expresarnos conseguiremos afianzar los contrapesos y aproximarnos a una realidad algo más equilibrada entre el poder ciudadano y el de los gobernantes. Contar con el respaldo de esta casa editorial siempre ha sido un gran aliciente para levantar la voz.

La importancia de un quehacer periodístico libre y profesional cobra relevancia en una realidad totalmente sometida por las imposiciones de los partidos políticos, por gobiernos que amenazan las libertades y por la inseguridad que reina en nuestras calles.

Es mi deseo que el Diario continúe siendo un medio que busque la diversidad de opiniones, que dé cabida a nuevas voces y que continúe el fomento de redes colaborativas que incentiven la investigación y permitan alcanzar audiencias cada vez más amplias, para empoderar a los ciudadanos con el armamento de la información.— Mérida, Yucatán.

erica.millet@gmail.com

Licenciada en periodismo y maestra en relaciones públicas; exfuncionaria del Ayuntamiento de Mérida y del gobierno del estado

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