Se permite el cronista vislumbrar para su pueblo lo que titula en este artículo. No sólo se trata de un anhelo de siempre, sino por los signos que resaltan al observar y analizar, se proyectan indicios a simple vista.

El siglo XIX fue propicio para el desarrollo económico de Espita; proliferan las haciendas con producción azucarera, cereales, leguminosas, tubérculos, agroindustrias y también llegó el henequén. Las haciendas locales fueron proveedoras de alimentos a las dedicadas al monocultivo henequenero del centro y poniente del Estado y, sobre todo, de alcohol.

Aunado a su producción, tiene la villa un gran desarrollo cultural, llega a tener dos teatros, fomenta la lectura y propicia el surgimiento de escritores; tuvo periódicos propios y revistas. Pero, había explotación humana como en todo el modelo Porfirista. Esta villa oriental fue uno de los orgullos en esta etapa de la historia. La forma de vida citadina y su dinamismo origina que se le otorgue el título de ciudad, que luego perdió.

Llega la Revolución y con justicia acaba con el peonaje explotador, luego se reparten las tierras y los hacendados, ya con conexiones en la capital, abandonan sus centros de producción, se alejan de la población, le sigue un gran número de clasemedieros.

El gobierno revolucionario no encuentra la forma de sustituir la producción y mejorar el ingreso de los campesinos. El orgulloso pueblo del oriente cae en una larga crisis, pasa por grandes penurias. Ningún gobierno emanado de la Revolución tuvo un plan de rescate, más bien parecía una venganza contra el viejo régimen, pero los más afectados, fueron como siempre los más pobres. Muchos emigraron por la falta de fuentes de trabajo en busca de mejores condiciones de vida como. por ejemplo, de estudios para sus hijos.

Precisamente es a partir de 1933 cuando se marca el inicio de una larga decadencia. Hubo proyectos de rescate aislados y ocurrentes, excepto en el periodo de Agustín Franco Aguilar como gobernador por su cercanía con el pueblo de Espita.

Aun así, los expeones salieron en busca del sustento al realizar trabajos en el fomento de los ranchos que proliferaban en el resto del oriente. Fue hasta que llegó el desarrollo turístico del Caribe Mexicano que traía mejores condiciones salariales, entonces los espiteños emigran, primero para realizar la llamada obra negra como albañilería, luego parten otros con más estudio; pocos se establecen, la mayoría retorna cada semana o quincena, lo que incrementa el circulante en la población, llegan comerciantes foráneos; luego llegan grupos franceses y establecen hoteles, más tarde los españoles en producción agrícola y turística, norteamericanos y canadienses también, y surgen más negocios relacionados con el hospedaje.

Vienen cadenas comerciales nacionales y estatales, el movimiento comercial y de servicios se incrementa. Se rehabilitan las antiguas haciendas en cuanto a producción o como hoteles boutique.

Hoy Espita es un Pueblo Mágico después de cumplir con los complejos requisitos que exige la Secretaría de Turismo, llega una maquiladora, y esperamos lleguen más fuentes de trabajo; los espiteños retornan tratando adquirir las propiedades que fueron de sus ancestros o construyen nuevas o remozan predios antiguos. En la Casa de Cultura hay un movimiento inusitado de jóvenes para las distintas disciplinas artísticas y en forma cada vez más popular. Emergen grupos sociales muy activos y más preparados.

Espita merece más, por lo que el mal entendimiento de la revolución negó, no se vengaron contra el antiguo régimen, sino hicieron más pobres a los pobres, pero, eso ya es el pasado.

Con enjundia, pasión, perseverancia Espita se rehace como el Ave Fénix. Aunque aún falta mucho por hacer como, por ejemplo, un buen restaurante o dar mantenimiento a las carreteras, poner cableado subterráneo al centro histórico, etc.

Viene también la gentrificación.— Mérida, Yucatán.

Cronista Oficial de Espita

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