Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros —ONU: Declaración Universal de los Derechos Humanos

El pasado 10 de diciembre se cumplieron 75 años de la promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) por la Organización de las Naciones Unidas.

Este hecho de enorme trascendencia histórica se produjo apenas tres años después de concluir la Segunda Guerra Mundial, la monstruosa tragedia que sufrió una parte importante de la humanidad y que solo del lado de la extinta Unión Soviética arrojó la horrenda cifra de 20 millones de muertos y otro tanto similar de heridos y lisiados de por vida.

El espíritu que animó la emisión de la DUDH está profundamente impregnado de la angustia e indignación que provocó en sus impulsores y redactores el conjunto de atrocidades y sufrimientos indecibles que propició aquella terrible conflagración, algunos de los cuales, por desgracia, se están infligiendo de manera inmisericorde sobre las indefensas poblaciones civiles de Palestina, Ucrania y Siria.

Es por ello que en el preámbulo de la citada Declaración se consigna que “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias”.

Sin ningún género de dudas, la DUDH constituye el enorme paraguas o el poderoso pilar que sigue amparando, inspirando y dando soporte al cúmulo de declaraciones, convenciones y convenios mediante los cuales se han reconocido y ampliado los derechos de distintos conglomerados humanos de todo el mundo.

Así las cosas, a finales del siglo pasado y a principios del siglo XXI, se ha avanzado significativamente en los ámbitos internacional, nacional y local en el reconocimiento de los derechos específicos de muy diversos grupos humanos que ocupan un lugar importante en las sociedades plurales y dinámicas del mundo contemporáneo: mujeres, niños y adolescentes, jóvenes, grupos étnicos y pueblos originarios, migrantes, comunidades Lgbttiq+, adultos mayores, personas con discapacidad, etcétera.

He hecho este breve recuento precisamente para enfatizar el papel que la prensa libre puede y debe jugar en cuanto baluarte del ejercicio y defensa de los derechos humanos, habida cuenta de las graves y continuas violaciones que se cometen contra éstos en Yucatán, México e innumerables partes del mundo.

La cercana conmemoración del centenario de la creación del Diario de Yucatán —que se cumplirá el 31 de mayo de 2025— es ocasión más que propicia para recapitular y redimensionar el papel de la prensa libre en la sociedad actual.

Por prensa libre entiendo a aquélla que actúa con plena independencia, objetividad, apertura, pluralidad y veracidad, y que no cede ni un ápice ante las presiones insanas provenientes tanto del poder económico —especialmente de los grupos oligárquicos— como del poder público, de la partidocracia o de las jerarquías eclesiásticas.

En esta tesitura, es evidente que las funciones esenciales de la prensa libre continúan siendo el brindar información veraz, amplia y oportuna a la sociedad sobre los acaeceres cotidianos que se dan en el seno de la misma, así como propiciar el análisis crítico sobre la realidad económica, social, política y cultural en la que estamos inmersos, dando espacios a las voces plurales y poliédricas de los llamados líderes de opinión.

Asimismo, debe seguir defendiendo a capa y espada las libertades públicas que son propias de sociedades proactivas, abiertas y democráticas, es decir, las libertades de expresión, reunión, manifestación, tránsito, creencias, opinión, pensamiento, consciencia, religión, y el respeto a la vida privada.

Sin embargo, la complejización de la vida social ha hecho que aumenten las funciones que puede y debe asumir una prensa auténticamente libre, como son las de actuar como contrapeso ante los posibles abusos de los poderes público y económico, brindar espacios a las denuncias de corrupción, realizar el escrutinio del desempeño de los servidores públicos, alentar el debate público sobre temas de interés general o que afecten a un grupo social determinado, y defender los valores inherentes a una sociedad democrática regida por un estado de Derecho.

Y es aquí donde cobra alta relevancia el tema central que nos ocupa: sostenemos que no puede haber una sociedad democrática en sentido amplio si ésta, a través del Estado, no puede garantizar el respeto irrestricto al ejercicio pleno de los derechos humanos para todos los grupos sociales y para todas las personas en general.

En abundancia a lo anterior, cabe señalar que en la actualidad vivimos una triste paradoja: si bien nunca como antes se había avanzado tanto en el reconocimiento y la promoción de los derechos humanos, también ocurre que nunca como antes se había visibilizado tanto la sistemática violación de los mismos a escala mayúscula, al grado tal que las organizaciones internacionales, nacionales y locales sostienen que en el país y en Yucatán existe una recurrente crisis de los DDHH que aún no recibe la debida atención de los distintos órdenes de gobierno y de las instancias creadas para su protección y defensa (CNDH, Codhey).

En resumen, y con base en lo anteriormente expuesto, reiteramos que Diario de Yucatán, en las vísperas de su centenario, debe actuar como un firme baluarte de la promoción y defensa de los DDHH en general, especialmente los de los grupos más vulnerables de la sociedad: trabajador@s, mujeres, niños, niñas, adolescentes y jóvenes, pueblos indígenas, campesin@s y artesan@s, discapacitados, migrantes, adultos mayores, presos sin sentencia, comunidades Lgbttiq+, etc.

Aprovechamos este espacio para desear paz, alegría, salud, prosperidad y concordia a todos nuestros amables lectores y lectoras. ¡Feliz Año 2024!— Mérida, Yucatán.

canek_1999@yahoo.com.mx

Doctor en Educación. Exdirector de la Universidad Pedagógica Nacional en Yucatán.

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