Filiberto Pinelo Sansores: Los desafíos de la oposición y la 4T

Nuestro país va rumbo a romper la camisa de fuerza a que estaba sometido y a constituirse en una nación superior a la que era antes de que el pueblo iniciara el desalojo de los cargos de dirección del país de quienes los usurpaban en su beneficio y en el de las minorías adineradas que representan. El proceso ha continuado, cada vez con mayor fuerza, incluso ahora, al final del sexenio y, por la fortaleza de la corriente que lo impulsa y las cualidades de liderazgo de la mujer que tomará la estafeta en unos días, se seguirá desarrollando indefinidamente a pesar de los vaticinios en contrario. Por más que los voceros de la derecha quieran desacreditarlo propalando mentiras, divulgando falsedades, anunciando catástrofes, sacando conclusiones de hechos inventados o distorsionados, la realidad muestra que están fracasando y que por el camino que van no llegaran lejos. Contra lo que dicen, cada día que pasa es un día de éxitos para el país, de obras que se inauguran o pronto se inaugurarán, de millones de personas que reciben los beneficios de los programas de bienestar que los ayudan en su economía. Ha sido un sexenio como no había habido otro. Por primera vez desde que empezó la etapa en que otro partido distinto al PRI ocupó la presidencia del país, un periodo de gobierno termina y otro comienza sin la amenaza de una crisis económica ocasionada por el desbarajuste de las finanzas públicas y el latrocinio de los funcionarios que se van. Por el contrario, la república está satisfecha con su desempeño y confiada en la capacidad de los que entran por ser de la misma orientación de los que salen. Las calumnias no han hecho mella en la buena fama de los principales conductores del proceso a pesar de la obstinación con que los descalifican sus adversarios. Se han hecho montones de libros para intentar menoscabar el prestigio del principal impulsor del proyecto renovador, AMLO, en todos los casos sin pruebas y han fracasado rotundamente. ¿Por qué? Porque su forma de vida se caracteriza por dos cualidades que están a la luz del día: la austeridad en su comportamiento y la absoluta transparencia en su modo de vida, algo que lo hace inmune a la mentira y la calumnia. Toneladas de tinta se han vertido y millones de pesos se han tirado a la basura en el vano intento de desacreditarlo. ¿Por qué ha podido el gobierno de la 4T tener tanto dinero para invertir en tantas obras? Porque ha combatido en serio a la corrupción y ha acopiado abundantes fondos para ello. Gracias a este combate este gobierno ha dispuesto de más de dos billones de pesos para invertir en ellas y sostener y hacer cada día mejores los programas sociales. Sin ello jamás hubiera habido fondos para las pensiones a los adultos mayores, las becas universales para estudiantes, los apoyos para que los jóvenes se capaciten y obtengan empleo y los fondos para que los sembradores de árboles del programa de reforestación más grande del mundo hagan su tarea. Tampoco hubiera habido dinero para obras tan extraordinarias como el Tren Maya, el Corredor Interocéanico, el Ferrocarril del Istmo, los aeropuertos internacionales Felipe Ángeles y Felipe Carrillo Puerto, de Ciudad de México y Tulum, respectivamente; la refinería Olmeca de Dos Bocas, la compra de la de Deer Park, la rehabilitación de 6 refinerías, la construcción de carreteras, hospitales, parques deportivos, etc. Sería un sexenio mediocre como los que eran usados por los políticos desalojados para enriquecerse, mismos que, por ser por esto conocidos, fracasaron en su intento de volver. Es esta la razón por la que los calumniadores, por más que han intensificado sus ataques, no han logrado su propósito: debilitar al gobernante, convertirlo en el payaso de las cachetadas, hacer que el pueblo le vuelva las espaldas. La prueba más contundente de su fracaso fue el proceso electoral pasado. Este permitió que México diera en las urnas una demostración al mundo de que eran puras mentiras las que durante la campaña, y antes de ella, la derecha y sus propagandistas propalaron: que vivíamos en una dictadura y que el pueblo expulsaría a AMLO del poder y pondría en él a gente como Xóchitl, Alito Moreno, Marko Cortés y toda la fauna que los acompaña. Y es que la derecha cuando calumnia nunca aporta pruebas. Se basa en “trascendidos”, en “me lo contaron”, “me dijeron mis fuentes de palacio”. Usan grabaciones de audio en que terceros se confiesan a otros que resultan también terceros; videos difamatorios con personajes del hampa que salen de sus escondites en las montañas para ser entrevistados por especialistas en montajes; libelos escritos sin más sostén probatorio que la palabra del que los escribe; falsifican noticias con imágenes de otros países y otros tiempos, etc. Hay suficientes ejemplos de cómo la oposición usa estos instrumentos para intentar enlodar al presidente y a sus hijos. Ha fracasado de manera estrepitosa. Trata de simular que es una fuerza moral que está por encima del resto de los ciudadanos. Busca erigirse en la conciencia de los mexicanos simplemente porque domina en los medios y dictarle al país lo que tiene y lo que no tiene que hacer. No toma en cuenta las lecciones de la vida. Piensan sus dirigentes que intensificando el ruido van a conseguir lo que en las urnas no lograron. En vez de hacer el análisis de las causas que originaron su aplastante derrota, siguen con lo mismo. Esta oposición, tal como se la conoce, no tiene futuro. Tendría que cambiar de métodos, de tácticas de lucha y dejar de querer engañar a la nación haciéndose pasar por lo que no es, asumiendo su verdadera identidad de representante de los intereses de ciertos sectores sociales, los más pudientes, en lugar de camuflarse en propuestas que se contraponen con su manera de ser y pensar, como ha puesto en evidencia Marko Cortés al decir que fue un error defender en la campaña los programas sociales, mientras su candidata hasta sangre se había sacado para jurar que no los tocaría. Mientas no sea auténtica, la derecha carece de futuro.— Mérida, Yucatán. fipica@prodigy.net.mx Maestro en Español. Especialista en política y gestión educativa