En semanas recientes se ha difundido con entusiasmo que México recibirá alrededor de 5 millones de visitantes con motivo del Mundial de Fútbol 2026, una cifra compartida por la FIFA, la Federación Mexicana de Fútbol y difundida por la Secretaría de Turismo de México.
Aunque el dato proyecta dinamismo turístico, analizar la estructura del torneo y la capacidad real de las sedes mexicanas permite dimensionar con mayor precisión lo que realmente puede esperarse.
México será sede de 13 partidos en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, con una capacidad combinada de alrededor de 850 mil asientos disponibles. Considerando un escenario sumamente favorable, es decir estadios al 100% y una proporción elevada de turistas internacionales los límites físicos ofrecen una lectura más moderada.
En un escenario ultraoptimista si asumimos que 50% de los asistentes fueran turistas internacionales, hablaríamos de aproximadamente 425 mil extranjeros con boleto. Y si cada uno viaja acompañado por 2 personas sin acceso al estadio, o sea visitantes satélites atraídos por el ambiente mundialista, el volumen total de esos turistas internacionales podría acercarse a los 1.27 millones. No hablamos de noches de pernocta solo de número de turistas.
El turismo nacional también podría aportar movimiento significativo: el otro 50%, alrededor de 425 mil personas, serían visitantes provenientes de diversos estados las tres ciudades mundialistas. Pero este flujo debería matizarse considerando la situación económica que México pueda vivir en ese momento, pues factores como ingresos disponibles, costos de transporte y condiciones laborales en vista que no es temporada de vacaciones podrían impactar la movilidad interna más allá del entusiasmo futbolístico; por supuesto que en este escenario dejamos fuera los aficionados locales.
Para poner estas cifras en perspectiva, vale recordar que los países sede han recibido volúmenes mucho más claros y verificables. En Brasil 2014, el país recibió poco más de 1 millón de turistas extranjeros; en Rusia 2018 la cifra rondó los 3 millones. Ambos casos, con 64 partidos cada uno, estando muy por debajo del volumen que hoy se sugiere para México con apenas 13 encuentros de un total de 104 o sea sólo el 12.5% del total de partidos mundialistas.
Incluso sumando delegaciones deportivas, cuerpos técnicos, prensa internacional, patrocinadores, producción y equipo logístico, el volumen adicional difícilmente altera significativamente la distancia respecto de los 5 millones anunciados.
Un referente reciente que suele mencionarse es Qatar 2022, donde miles de aficionados se hospedaron en los Emiratos Árabes Unidos o inclusive en Arabia Saudita y viajaron a Doha para asistir a partidos específicos. Aunque un fenómeno similar podría presentarse en Norteamérica especialmente entre viajeros sudamericanos, las diferencias en costos, tiempos y conectividad aérea hacen poco probable que México acumule tal cifra si llega a convertirse en un destino puente masivo durante el torneo.
A ello se suma que los principales mercados emisores hacia México son Estados Unidos y Canadá. Durante un mundial celebrado en sus propios territorios, es razonable prever que una parte relevante de esos visitantes opte por permanecer en sus países para disfrutar del evento, lo cual podría incluso reducir temporalmente el flujo habitual hacia nuestro país.
También es posible que la cifra de los 5 millones corresponda a una estimación agregada para los 3 países sede, no exclusivamente para México. La suma aproximada de capacidad por partidos en Estados Unidos, Canadá y México rondaría casi los 6 millones de accesos potenciales, por lo que el volumen total de visitantes para toda Norteamérica sí podría acercarse a esa escala.
El Mundial 2026 abre una ventana estratégica relevante: durante varias semanas, millones de personas estarán en movimiento por los 3 países, consumiendo contenidos y decidiendo futuros viajes. Para México, esta es una oportunidad excepcional de posicionamiento, siempre que exista una estrategia de promoción y comercialización turística con continuidad más allá del torneo; de esta forma una mayor derrama podría manifestarse en los meses y años posteriores y no sólo durante los partidos.
Y quizá, como muchos otros, la cifra de 5 millones nos inquieta porque no contamos con “otros datos” que suponemos deben existir para explicarla. Si hay una metodología distinta, proyecciones o supuestos más amplios que la sustenten, sería valioso conocerlos para darle seriedad al turismo como una verdadera actividad económica nacional. La claridad en la información no reduce el entusiasmo: lo fortalece y lo vuelve creíble.— Mérida, Yucatán.
Exsecretario de Turismo de Yucatán. Doctorante en Investigación de la Comunicación por la Universidad Anáhuac Mayab.
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