ROMA.— Los precios del menú de la cadena de restaurantes Crazy Pizza, propiedad del empresario Flavio Briatore, rechinan en el oído de los italianos e indignan a los “pizzaioli” de la capital de ese platillo, Nápoles, cuya tradición culinaria fue reconocida en 2017 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Briatore responde a la controversia suscitada por abultadas cartas con el argumento de que sus restaurantes “parten de un razonamiento muy simple: incluir en la pizza los mejores ingredientes imaginables que se encuentran en el mercado”.

Pero no se limitó a defender su marca, sino que también arremetió contra los pizzeros de toda la vida: “Te dan un ladrillo de pan con un charco de tomate en el medio… Yo preguntaría a estos muchachos cómo logran vender una pizza a cuatro o cinco euros”.

Se refiere el empresario a la clásica apariencia de la pizza napolitana: circular pero irregular, de un diámetro que no excede 35 centímetros y delimitada por un borde grueso de masa conocido como “cornicione (marco)”.

“¿Qué meten dentro de la pizza estos señores? Partiendo de la base de que pagan las materias primas, los impuestos, sueldos, alquileres, el gas y la luz… O vendes 50,000 pizzas al día o es imposible. Hay algo que no comprendo”, declaró Briatore.

“En Italia, cuando tienes éxito encuentras siempre rabia, no piensan que cuanto más triunfas más impuestos pagas y más empleo creas (…) Si eres exitoso les patea los hue… porque Italia es un país rencoroso, celoso y lleno de envidiosos”, manifestó.

En Nápoles sus palabras no sentaron bien y los cocineros más célebres insisten en que una buena pizza puede también ser barata, como lo demuestra que ésta sirviese de sustento incluso en los famélicos años de la Segunda Guerra Mundial.

“Sus declaraciones son banales, no se puede pretender abrir un nuevo local atacando a la historia de la pizza. Es como si abrieras una tienda de ropa y te metes con los costureros centenarios”, lamenta el restaurantero napolitano Gino Sorbillo.

Pero en la capital del Vesubio, “aunque todos se han molestado”, los pizzeros responden con ironía invitando al millonario a sentarse a la mesa con ellos.

El restaurante de Sorbillo, cabeza de un emporio más allá de las fronteras italianas, vendió estos días la pizza Margherita a cuatro euros y organizó una conferencia sobre esta comida “súpereconómica, sana y genuina”.

El presidente de la Asociación Verace Pizza, Antonio Pace, criticó a Briatore por ignorar que la verdadera pizza napolitana sigue “reglas precisas establecidas en una disciplina culinaria, en los ingredientes, en los tiempos, dimensiones y en su preparación”.

A modo de desafío, invitó al que fuera director deportivo de la Fórmula 1 a participar en las Olimpiadas de la Pizza. “Si así lo desea puede traer a uno de sus pizzeros para un buen reto preparando buenas pizzas, nosotros no tenemos ningún problema y estamos seguros de que nos divertiremos”, aseguró.

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