Además de ser día del niño, el 30 de abril es el día internacional del jazz. Para
conmemorarlo -y para despejarnos un poco de la temporada electoral-, recomiendo
algunos de mis discos favoritos de jazz.

Billie Holiday + Lester Young, “A musical romance” (2002)

No hay mejores palabras para describer este álbum, “un romance musical”. Amo todas las etapas de Billie Holiday, pero sus grabaciones tempranas con Columbia, a finales de los 1930s e inicios de los 1940s, son mis favoritas. Sobre todo cuando es acompañada de Lester Young, uno de mis saxofonistas tenores preferidos.

Los especialistas en esta etapa de Billie Holiday dicen que la mejor manera de
escuaharla es -además de los prácticamente imposibles de conseguir discos de 78
pulgadas originales- en los CDs que la discográfica británica Hep hizo de algunas
grabaciones de Teddy Wilson. “A musical romance” es una selección de las pistas que
Holiday grabó con Young que aparecen en la recopilación que Sony hizo titulada “Lady
Day” (sobrenombre que, según se cuenta, Young le dio a Holiday, quien, a su vez, apodó al saxofonista “Pres”, por ser el presidente del tenor).

Aunque coincido en que la calidad de sonido de las reediciones de Hep son superiores, o al menos más naturales, en “A musical romance” tenemos 16 pistas de una de las más grandes colaboraciones musicales de la historia.

Escuchen, por ejemplo, el solo con el que Lester Young abre “This Year’s Kisses”, o el de “Mean to Me”. Tenía razón Lady Day: Pres cantaba con su sax tenor. Pero probablemente mi solo favorito de Young sea el de “Foolin’ Myself”. Otra joya es la versión de “Fine and Mellow”, mucho más tardía que el resto de las grabaciones de los treinta y cuarenta, pues apareció en el disco “The Sound of Jazz” de 1958, y fue interpretada, nada más ni nada menos, que con los saxofonistas tenores más grandes de su época: Coleman Hawkins, Ben Webster y, desde luego, Young.

Afortunadamente hay video de la versión televisada de la canción (de 1957).

Charlie Parker, “Charlie Parker with Strings” (1950)

Sí, ésta es una elección obvia. Aunque regreso constantemente a las grabaciones de
Charlie Parker en Savoy y Dial, mi grabación favorita de él es “With Strings”. Pocas figuras del jazz han sido tan influyentes y mitificadas como Charlie Parker, o “Bird”, como era conocido. Probablemente soy víctima de esa mitificación, pero también creo que cada nota que tocó Bird -al menos en grabaciones como ésta- es perfecta, y no le cambiaría nada.

Inevitablemente, asocio “April in Paris”, el tema que abre el disco, con “Rayuela”
de Julio Cortázar. Pero probablemente mis interpretaciones favoritas sean las de
“Summertime”, y “If I Should Lose You”, en las que el saxofón alto de Bird vuela y se
desliza suavemente con los arreglos de cuerdas.

Duke Ellington, “Masterpieces by Ellington” (1951)

La historia de este LP es casi tan fascinante como la música que contiene. El disco fue
grabado el 19 de diciembre de 1950. Habían pasado a penas dos años y medio de que, en junio de 1948, la disquera Columbia diera a conocer el LP o “long play” (“disco de larga duración”).

Antes de los LPs, las grabaciones de Duke Ellington tenían que limitarse a los 2 ó 3 minutos que podían soportar los discos de 78 revoluciones por minuto, tiempo que no hacía justicia a las extraordinarias suites que tocaban Ellington y su big band.

Y bien, con el LP, la duración ya no fue mayor problema para Ellington.

“Masterpieces” contiene cuatro piezas: “Mood Indigo”, “Sophisticated Lady”, “The
Tattoed Bride” y “Solitude”. En cada una de ellas, Ellington y su orquesta se conceden el tiempo para desarrollar con calma sus obras maestras. Tenemos a los dos saxofonistas estrellas de la banda, Johhny Hodges y Paul Gonzalvez, este último recordado, entre otras cosas, por su extraordinario solo en “Diminuendo in Blue and Crescendo in Blue” en la presentación de Ellington en Newport en 1956 (quienes tengan interés en el tema, recomiendo el fascinante libro de John Fass Morton, “Backstory in blue. Ellington at Newport ‘56”: la historia daría para una película que culmine con el solo de Gonzalvez, así como el filme “Bohemian Rhapsody” lo hizo con la presentación de Queen en el Live Aid. ¡Lo digo en serio!).

Debido a que los reproductores de LPs aún no eran comunes en 1951, “Masterpieces by Ellington” fue injustamente ignorado en su época. La era del “álbum” aún no comenzaba. Si en ese tiempo más personas hubiesen tenido tormamesas para LPs de 12 pulgadas, estoy seguro de que “Masterpieces by Ellington” sería considerado hoy uno de los mejores discos de la historia, y no exagero. Afortunadamente, en 2014, el sello audiófilo Analogue Productions saldó una deuda con este álbum y lanzó una extraordinaria reedición en vinilo, que no puedo dejar de recomendar.

John Lewis & Sacha Distel, “Afternoon in Paris” (1956)

Sam Records es, según se anuncia en su sitio web, una empresa de un solo hombre: el
francés Fred Thomas.

En los últimos diez años -poco más-, Thomas se ha especializado en reeditar o publicar por primera vez grabaciones que músicos norteamericanos hicieron en Francia, lo cual sucedió, la más de las veces, en un contexto en el que los músicos norteamericanos de jazz -afroamericanos en su mayoría- escapaban del racismo de su país de origen.

A través de Sam Records, Thomas ha vuelto accesibles algunas obras extraordinarias que no eran muy conocidas, como conciertos de Nathan Davis y Donald Byrd, grabaciones de estudio de Chet Baker, entre otras. Uno de mis lanzamientos favoritos de Sam es “Afternoon in Paris”, en el que el pianista norteamericano John Lewis -director del icónico Modern Jazz Quartet- toca con el guitarrista francés Sacha Distel, además de otros excelentes músicos norteamericanos y franceses -Barney Wilen en el sax tenor, Kenny Clarke en la batería, por ejemplo. Una délicieuse combinaison norteamericana/francesa.

Escuchen, por ejemplo, las primeras notas de piano de “I Cover the Waterfront”, la entrada de la guitarra… C’est magnifique! Si disfrutan de este jazz norteamericano/francés, también recomiendo ampliamente otro lanzamiento de Sam Records, “Jazz sur seine” de Barney Wilen -nada más romántico que escuchar el tenor de Wilen sobre el río Sena.

Donald Byrd, “A New Perspective” (1964)

Este disco grita “Sesentas”. Puedo imaginar la arquitectura Midcentury, las películas de
Federico Fellini, los cuellos de tortuga, los vibrantes colores pop. En gran medida, esa
sensación es provocada por los coros vocales (dirigidos por Coleridge-Taylor Perkinson), que también le dan un toque espiritual al álbum, así como por el vibráfono de Donald Best.

La alineación es de lujo. Además de Byrd en la trompeta, tenemos al gran Kenny
Burrell en la guitarra, a Herbie Hancock en el piano, a Hank Mobley en el sax tenor, a
Butch Warren en el bajo y a Lex Humphries en la batería, con los arreglos de Duke
Pearson. No sé si sea mi álbum favorito del sello Blue Note -tendría que hacer una lista de favoritos de esta casa discográfica-, pero ciertamente es uno de los que más toco, sobre todo los fines de semana.

Miles Davis, “Nefertiti” (1968)

Tampoco sé si “Nefertiti” es mi álbum favorito de Miles Davis. Simplemente no puedo
elegir uno.

Bien pudo haber estado “Workin’” o “Relaxin’” -dos de sus excelentes grabaciones con su “primer gran quinteto”-; “Kind of Blue”, el disco más conocido o al menos el más vendido del jazz; “In a Silent Way”. Me gustan todas las eclécticas etapas de Miles, pero probablemente mi favorita sea la de su “segundo gran quinteto”, con Wayne Shorter, Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams -¡vaya alineación!.

El segundo gran quinteto brilla en las grabaciones en vivo del Plugged Nickel de
Chicago, pero si tengo que recomendar un sólo disco, me quedo con “Nefertiti”, pues creo que es muy representativo de la genialidad de esta banda. Tenemos las brillantes
composiciones de Wayne Shorter, como el tema que da título al álbum y “Fall”. Las
melodías principales pueden repetirse una y otra vez, pero sobre ellas, cada integrante del quinteto se luce constantemente. El joven baterista Tony Williams brilla en todo el álbum, pero es particularmente espectacular en “Hand Jive”. El solo de piano de Herbie Hancock en “Madness” es cautivador. Y, desde luego, la inigualable trompeta de Miles, que da el toque perfecto para un álbum oscuro, suave y misterioso.

Ah, y a propósito del Día del Niño, la navidad pasada regalamos a mi hija de dos años el libro “Welcome to jazz” de Carolyn Sloan, un maravilloso libro infantil que introduce al
jazz de Nuevo Orleans. Muy recomendado.

Lista de reproducción