El amor no sólo ha sido fuente de inspiración para crear las novelas más apasionadas o piezas musicales, pues también ha motivado el diseño de piezas de mobiliario, como las sillas confidentes de Yucatán, aquí te contamos la historia detrás de su origen.
Sillas confidentes de Yucatán: la historia de amor detrás de su origen
Cuando llegas a Mérida, son prácticamente un ícono de la ciudad; puedes observarlas en parques y calles, usualmente en color blanco y en material de concreto. Es imposible que pasen desapercibidas.
¿Que son las sillas confidentes?
Las sillas confidentes de Yucatán son muebles que tienen forma de ‘S’ vistos desde arriba, en toma cenit; poseen un aire romántico, pues las personas quedan juntas pero frente a frente donde las miradas se encuentran; contrario al común loveseat donde quedan codo a codo.
Es uno de los elementos que más atrapan la atención de los visitantes de la ciudad y son fotografiados.
En Mérida, estas sillas que hoy son símbolo de identidad se instalaron en 1915 en Plaza Grande, cuando se remodeló, durante la gestión del gobernador Salvador Alvarado.

En 2016 instalaron unas gigantes sillas confidentes en el parque de Santa Lucía, además de las que ya existían de tamaño normal en otros parques y barrios.
Pero también se pueden ver en terrazas y jardines de algunas residencias que flanquean el emblemático Paseo de Montejo.

El antecedente las sillas ‘tú y yo’
A Mérida, Yucatán, la fundó el español Francisco Montejo en 1542 sobre las ruinas de una antigua ciudad maya, cuya fusión de ambas culturas enriquece la historia y las tradiciones actuales.
Así, los primeros en utilizar las sillas confidentes en Yucatán fueron las familias acaudaladas, pues se pueden observar en algunas casonas.
Quizá por la tendencia a la arquitectura e interiorismo francés que predominó desde finales del siglo XIX, durante el porfiriato, para incorporarse al progreso y a la modernidad.
Fue en Francia donde se creó, en el siglo XIX, este mueble.
Consta de una sola pieza con dos sillones contrapuestos, que tenían forma de ‘S’, uno de los modelos más fantasiosos del siglo XIX.
Viéndose a los ojos
Se le llamaba también en francés Confident, Tête-à-tête, vîs a vîs, que en español significa ‘confidente’, ‘frente a frente’ y ‘cara a cara’, respectivamente.

También conocido como ‘tú y yo’, este mueble representa a la estricta sociedad de aquel tiempo, especialmente en casas de familias de abolengo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
En aquel entonces la tertulia entre dos enamorados no se hacía en privado, pues iba contra la decencia y el decoro.
De este modo, las sillas confidentes de Yucatán permitían charlar sin que nadie se enterara de nada, viéndose de frente pero sin tocarse.
Es decir, sin saltarse las rígidas costumbres de la época, aunque se estuviera a la vista de todos en un salón o área llena de gente.

De acuerdo con la experta en Historia del Interiorismo, Sonia Bahamonde, las originales se tapizaban en capitoné (abotonados) con tela de seda gruesas o terciopelo.
Y se ajustaban a la decoración de aquella época, las sillas confidentes de Yucatán reinterpretan el histórico sillón, al que se da un toque contemporáneo.
En su tiempo, también el famoso pintor Salvador Dalí hizo su propia versión de las sillas confidentes ‘tú y yo’.
La leyenda de amor sobre las sillas confidentes
Y es que a lo largo del tiempo el mobiliario ha sido parte del escenario de encuentros amorosos.
Por eso la leyenda de amor sobre las sillas confidentes de Yucatán no suena descabellada.
Se dice que la historia de amor detrás de su origen está a unos 60 kilómetros de Mérida, en el municipio de Bokobá, parte de la zona henequenera de Yucatán.
No se sabe con exactitud quién hizo el diseñó actual, pero hay una leyenda muy esparcida por los lugareños.
Se doce que las sillas confidentes de Yucatán nacieron producto del amor de una joven por un pretendiente y un padre celoso.
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La joven era cortejada por un joven del pueblo y el padre no podía permitir que su reputación fuera puesta en entredicho.
Aunque tampoco podía impedirle ver a su pretendiente porque era un buen partido.
Entre el amor y los celos
También porque su hija se enojaría con él, así que se hallaba también entre el amor por su hija pero los celos por compartir su cariño y cuidar su imagen.
Por lo tanto, puestas en una balanza ambas cosas, decidió que el joven pretendiente visitara a su hija.
Pero con una condición: que los encuentros ocurrieran en la banca de un parque, pero vio el riesgo de contacto físico al estar uno junto a otro.
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Entonces se le ocurrió mandar a fabricar una silla tipo ‘tú y yo’ para que pudieran seguir platicando en un lugar público, de cerca, mirándose a los ojos, pero sin tocarse.
Se dice que tuvo tanto éxito que pronto la idea se propagó.
Por lo que poco a poco en varios pueblos empezaron a instalarse en los parques de diferentes municipios de Yucatán.
Hoy las sillas confidentes son parte de la identidad de este bello estado y del paisaje urbanístico de parques, principalmente.
