Las aceras de la ciudad de Mérida, especialmente en el Centro Histórico, se han convertido en un motivo de preocupación para los peatones.
Daños en la infraestructura, falta de respeto por parte de los conductores y la presencia de puestos ambulantes están dificultando el tránsito de peatones en el Centro.
Historias como las de Natalia Durán, quien durante su embarazo casi fue atropellada al cruzar una calle con semáforos descompuestos, reflejan un problema que va más allá de la incomodidad: es un tema de seguridad pública.
Natalia Durán recuerda el día en que estuvo a punto de ser atropellada. “Los semáforos no funcionaban, y los conductores no respetaron mi paso. Estaba embarazada y fue una experiencia aterradora”, compartió.
Su testimonio no es aislado. Lizeth Poot, estudiante, señaló que en algunas paradas del transporte público, como las del sistema Va y Ven, las banquetas son tan estrechas que los peatones se ven obligados a caminar sobre la calle, exponiéndose al tránsito vehicular.
“Es peligroso. Al final, terminas bajándote de la banqueta y caminando entre los coches”, expresó.
Roger Juárez, un joven que transita regularmente por el centro, mencionó que aunque para él no es tan complicado moverse, las lluvias complican el problema.
“Las calles se inundan, y los puestos ambulantes reducen aún más el espacio. La gente se aglomera, y es difícil pasar”, comentó.
Por su parte, Linda Ku Poot, madre de familia, destacó que el principal peligro no son solo las banquetas estrechas, sino la velocidad y falta de consideración de los conductores. “Los autos y camiones pasan rozando. Es muy riesgoso”, dijo.
Para las personas de la tercera edad y con discapacidad, transitar por Mérida es aún más complicado. Mirna Tamayo Canto, quien caminaba con su nieta, considera que algunos puestos ambulantes y paraderos reducen el espacio de las banquetas, poniendo en riesgo a peatones vulnerables.
“Es necesario respetar a los peatones, sobre todo a los adultos mayores y a los niños”, señaló.
Por su parte Leydi Balam compartió su experiencia como persona de edad avanzada. “Cruzar las calles es difícil. Los semáforos tienen muy poco tiempo, y los policías que controlan el tránsito no nos dan chance de pasar. Algunas banquetas, como las de la calle 58 con 65 y 67, son tan angostas que, si hay un puesto ambulante, es casi imposible pasar”, dijo.
Balam también mencionó que, en temporadas de alta afluencia, los peatones terminan caminando en medio de la calle, exponiéndose al tráfico.
Jorge Segovia, quien trabaja en el Centro, describió su trayecto diario como una osadía.
“El tránsito es intenso, y al llegar al Centro, el problema continúa. Hay semáforos peatonales que no funcionan, y cuando llueve, las calles se inundan. No sabes cómo terminas en medio de la calle para seguir tu camino”, explicó. Además, destacó que los conductores no respetan el paso de los peatones, especialmente en zonas como la calle de las piñatas, donde los camiones salen sin precaución.
Mal diseño de calles
El Manual de Calles: Diseño Vial para las Ciudades Mexicanas, elaborado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), recomienda que las aceras tengan un ancho mínimo de 4 metros para garantizar un flujo peatonal adecuado. Sin embargo, en Mérida, muchas banquetas terminan midiendo 1 metro o menos, lo que provoca conflictos y dificulta el cruce, especialmente para personas que se desplazan a menor velocidad.
Cuando el espacio es insuficiente, el flujo de peatones se vuelve caótico y peligroso. El espacio no es suficiente ni para rebasar a quienes caminan más lento, señala el manual. Esta situación se agrava en el centro de Mérida, donde la combinación de banquetas estrechas, puestos ambulantes y tráfico intenso crea un entorno hostil para los peatones.





