La modernización del sistema eléctrico en Yucatán enfrenta una carrera contrarreloj. Mientras la demanda de energía crece aceleradamente por el desarrollo industrial, turístico y urbano, la infraestructura de transmisión se ha rezagado y, en algunos tramos, opera al límite de su capacidad. El desafío no solo consiste en garantizar un suministro confiable, sino hacerlo con una visión sustentable que reduzca la dependencia de los combustibles fósiles.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Energía Renovable y Medio Ambiente (AMER), la Península de Yucatán mantiene una condición “casi insular” dentro del Sistema Eléctrico Nacional. Su limitada interconexión con otras regiones y la falta de inversión en líneas de transmisión la vuelven especialmente vulnerable a apagones masivos, como los ocurridos recientemente.
“El problema de fondo no es la falta de generación, sino la falta de capacidad para mover la energía”, explicó el ingeniero Ramón Núñez, especialista en infraestructura eléctrica.
El especialista advirtió que la red eléctrica yucateca requiere una modernización urgente, pues trabaja con transformadores saturados, líneas de alta tensión obsoletas y un sistema de distribución que no fue diseñado para el crecimiento urbano actual.
El ingeniero Núñez considera prioritarios tres tipos de proyectos para Yucatán: parques solares a gran escala, micro-redes con almacenamiento y tecnología eólica costera. Estas iniciativas, combinadas, podrían cubrir buena parte del aumento de la demanda sin comprometer la sostenibilidad ambiental.
“Yucatán tiene un recurso solar excepcional y una costa con vientos estables; lo que puede aprovecharlo mejor es la infraestructura para transportar esa energía y políticas claras para integrarla a la red nacional”, indicó .
Asimismo, comentó que la generación distribuida, mediante paneles en techos de viviendas, comercios y edificios públicos, debe incentivarse como herramienta de recuperación local y ahorro energético.
Energía limpia para Yucatán
Los eventos climáticos recientes —huracanes, ondas de calor y fallas masivas de transmisión— han evidenciado la necesidad de fortalecer la red y descentralizar la generación. La energía limpia, más allá de su beneficio ambiental, se convierte también en un elemento de seguridad.
“Un hospital, por ejemplo, puede seguir operando si cuenta con micro-redes o paneles solares con almacenamiento. Eso no solamente reduce emisiones, salva vidas durante emergencias”, subrayó Núñez.
Todo parece indicar que para 2026, la mayor parte de los recursos públicos se destinará a proyectos de hidrocarburos y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), mientras que las energías limpias recibirán menos del 1% del presupuesto total. Para el ingeniero Núñez, esa proporción “refleja una visión de corto plazo”.
El experto externó que Yucatán tiene todo para ser un ejemplo nacional en transición energética: sol, viento y capital humano.
“Lo que falta es continuidad en la planeación y voluntad política para potencializar las energías limpias”.
