CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua (EFE).— Colectivos ciudadanos realizaron una jornada de recolección de toneladas de basura dejada por más de 100,000 personas en movilidad que han cruzado el río Bravo a lo largo del último año entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas.

Ropa, documentos, botellas y otros objetos normalmente abandonados por los migrantes en la ribera mexicana del Bravo se suman a la basura doméstica y a las aguas negras que contaminan el río que divide a ambos países, donde en este tiempo acuatizan aves migratorias que viajan hacia el sur.

Raymundo Aguilar, del colectivo Sierra de Juárez, dijo que el Bravo no ha podido escapar del fenómeno migratorio, pues aseguró: “ha habido muchísima basura de las personas que están en movilidad”.

“El año pasado estuvimos en un campamento migrante y encontramos muchísimos residuos, afortunadamente Servicios Públicos municipales y también del lado americano han estado interviniendo para remediar esto”, indicó Aguilar.

Aunque el colectivo se ha enfocado en recoger toda la basura posible del lado mexicano, el lado estadounidense escapa a su alcance.

“Existe todavía mucha basura dentro de los alambres de púas que podemos encontrar, pero no podemos intervenir ahí por el tema de la situación legal, de que no queremos incomodar a las autoridades. Sin embargo, sabemos que sí ha habido un aumento de los residuos en el río Bravo”, añadió.

En el Bravo, dijo, existe mucha vida silvestre, por lo que se necesita de la ayuda de la comunidad para retirar la gran cantidad de residuos acumulados y que se suman varias acequias que descargan aguas negras al río.

En la limpieza realizada ayer participaron 25 personas, entre las que se encontraban un grupo de scouts mexicanos.

“Hay bolsas plásticas, botellas, también textiles, muchísimas cobijas, ropa en muy mal estado, sabemos la situación que pasa la frontera y nos imaginamos el por qué de este tipo de deshechos”, dijo Dolores Santana, líder de la Asociación de Scouts de México.

Es común ver cómo los migrantes dejan muchas de sus pertenencias antes de cruzar el río, y una vez que cruzan dejan cobijas y ropa entre el agua y la barrera de alambre de navajas.

Además del flujo de personas en movilidad que intentan cruzar a Estados Unidos, el Bravo es visitado por la comunidad como un lugar para hacer ejercicio y actividades al aire libre.

“Es alarmante la situación ecológica que nos encontramos”, agregó Santana.

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