Cárteles usan bombas químicas para adueñarse de territorios en México

El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), liderado por (Nemesio) Rubén Oseguera Cervantes “El Mencho”, irrumpió el pasado miércoles 3 de abril en tres comunidades de Coahuayana, Michoacán, y ahora ya utilizan bombas químicas para someter y adueñarse de territorios, logrando escalar a otro nivel la violencia en México.

Así, el CJNG tiene cercada la cabecera de este municipio, ubicado en los límites con Colima, cuyo lugar ya se convertió en refugio para cientos de personas desplazadas por la violencia de éste y otros grupos criminales.

Según el presidente municipal Gildardo Ruiz Velázquez y testimonios de pobladores, dijeron a Proceso que el CJNG recurrió no sólo al uso de armas de grueso calibre, sino también drones que lanzan explosivos con sustancias químicas.

Dichas sustancias provocan afectaciones en las personas como picazón y escozor en vías respiratorias y en algunos casos sensación de asfixia, lo que significa que ya escaló la violencia armamentista en México.

El Observatorio de Seguridad Humana de Apatzingán, con sede en la entidad indicó que las sustancias lanzadas por los drones en esta incursión masiva del CJNG, que es “un paso más en la escalada belicista de este conflicto”.

“Y que se ha vuelto una carrera armamentista” entre los grupos del crimen organizado que buscan someter, controlar y adueñarse de territorios en México, uno de ellos Jalisco Nueva Generación y otro La Familia Michoacana, entre otros.

Habitantes y población desplazada de este municipio, así como de Chinicuila y Ostula, denunciaron que cientos de sicarios del CJNG ingresaron y “tomaron” las comunidades de Palos Marías, El Órgano y Zapotán en la madrugada del miércoles 3, aterrorizando a los pobladores y obligando al desplazamiento forzado de decenas de ellos.

Para entender mejor: EE.UU. quiere exterminar al CJNG ante inacción del gobierno mexicano

Cárteles usan bombas químicas para adueñarse de territorios en México

Grupos de autodefensas, apoyados con policía comunitaria y del estado, lograron frenar el paso del convoy armado hacia la cabecera. Pero el cártel mantuvo tomadas las comunidades por tres días, hasta viernes pasado, cuando ante los llamados de auxilio, fuerzas federales intervinieron.

No obstante, persiste la amenaza de una nueva incursión, por lo que exigen al gobierno estatal y al federal desterrar de la región a éste y otros grupos armados que realizan reclutamientos masivos, desapariciones y asesinatos, además de obligar a la gente a salir de sus casas y localidades, con el uso de tecnología como los drones equipados con explosivos.

Coahuayana se ha convertido en refugio en el que cientos de personas víctimas de desplazamiento forzado interno de municipios de esta entidad y otros estados alcanzados por la guerra en México entre narcotraficantes y grupos criminales, según la investigación de Proceso y Connectas Desterrados por el narco: el invisible desplazamiento forzado en México. 

Previo a estos hechos, se levantaba un registro para elaborar un padrón de personas en esa situación asentadas en la localidad. Ya se llevaban contadas poco más de 500.

Pero el jueves 4, el presidente municipal de Coahuayana, Gildardo Ruiz Velázquez, publicó un primer mensaje de alerta que exponía un cambio en la situación:

“Integrantes de la delincuencia organizada pertenecientes al Cártel Jalisco Nueva Generación, con más de 100 gatilleros fuertemente armados y equipados, han intentado apoderarse del territorio municipal”

Gildardo Ruiz Velázquez, presidente municipal de Coahuayana.

“Y y han tomado los pueblos de Palos Marías y El Órgano con incursiones desde el municipio de Chinicuila y del estado de Colima”, informó.

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Agrea que solicitó apoyo de los gobiernos estatal y federal “para terminar con esta amenaza terrorista que en sus ataques utiliza armas de alto poder y con drones lanza bombas explosivas de C4 y de productos químicos asfixiantes”, precisó.

Por ello, el alcalde pidió a la población mantener la calma, de ser necesario resguardarse en sus casas y no acercarse a los lugares donde ocurren enfrentamientos.

Grupos de autodefensas y guardias comunales que resguardan la zona lograron recuperar de Palos Marías y Zapotán, pero hasta el viernes 5 de abril los integrantes del cártel mantenían tomado El Órgano y a sus habitantes incomunicados, ya que les quitaron los teléfonos celulares e interrumpieron las comunicaciones desde el pueblo.

Todavía el viernes por la mañana, los vecinos de los tres municipios ya mencionados denunciaban que la región “se encuentra en total estado de emergencia y aterrorizada, sin que las corporaciones encargadas de la seguridad”, es decir, el Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, “hagan algo por expulsar a los criminales de El Órgano, reestablecer la seguridad en la región y desarticular la presencia del cártel”.

También refirieron que como consecuencia de esta violenta incursión hay personas lesionadas por armas de fuego e intoxicadas, lo que no fue confirmado todavía por las autoridades.

Por esto, habitantes de Coahuayana y Aquila decidieron cerrar por completo la circulación de la carretera federal 200, para presionar a los gobiernos y obligarlos a intervenir.

Además de exigir a los gobiernos y a las fuerzas federales la desarticulación del CJNG, se pidió “el cese de la protección que otorgan a dicho cártel funcionarios y mandos corruptos”, aunque no se precisó a qué autoridades hacen referencia.

Los pobladores también se quejaron de la respuesta tardía e insuficiente de las fuerzas federales, a pesar de que hay un batallón con sede en Coalcomán, a dos horas de Coahuayana, adscrito a la 43 Zona Militar.

“Hay patrullaje, pero no suficiente para expulsar a los grupos criminales”.

Mientras tanto, en Apatzingán (a poco más de 250 kilómetros de Coahuayana) la violencia también repuntó desde el viernes 5 de abril y derivó en un fin de semana con tiroteos y por lo menos cuatro personas asesinadas.

La Voz de Michoacán reportó que los enfrentamientos se dieron entre civiles identificados como integrantes de Los Caballeros Templarios y de otro grupo delictivo denominado “El Barbas de Acahuato”.

Pero se advirtió: “Aún no hay confianza en volver; se considera que el grupo agresor continúa apostado en la serranía”.

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El Observatorio de Seguridad Humana de Apatzingán indicó que estos grupos criminales ponen la mira en actividades como el reclutamiento en estas comunidades, pero también en los negocios ilícitos y la explotación de los recursos naturales, como las maderas preciosas, lo que se facilita provocando el desplazamiento forzado.

Por esto, el Observatorio expresó la preocupación por el uso de nuevas armas, ahora de bombas químicas, e incluso el riesgo del uso de minas antipersonas o terrestres, para expulsar y dañar a los habitantes de estos municipios.

Expuso que éstas son tácticas que se pueden tipificar incluso como crímenes de guerra o de lesa humanidad, que son inquietantes también por el contexto internacional.

Estamos perdiendo a México “pedacito a pedacito”

“Estamos perdiendo el país pedacito a pedacito, comenzando con pequeñas comunidades rurales, palmo a palmo, por esta falta de visión desde la estrategia de seguridad”, señaló la organización.

Mientras tanto, los enfrentamientos se mantienen en estas zonas, que son “fronteras invisibles” donde se delimita el dominio de uno u otro grupo criminal, un “corredor de choque”, que es afectado ya por la contaminación de armamento, no sólo casquillos de balas, sino dispositivos no detonados y otros artefactos.

“Antes se trataba de poner barrotes en nuestras ventanas. Ahora de cuidarnos de meternos a una brecha y que pueda detonar una mina explosiva”.