(Primera Columna publicada el 5 de septiembre de 2012)
Impresiones que Vittorio Zerbbera, corresponsal de la antimafia, comunicó a César Pompeyo en el parque de San Juan sobre la perorata que Ivonne Ortega Pacheco largó el domingo 2 de septiembre, en el Gran Museo de la Cultura Maya, para dar su versión sobre cómo desempeñó la gubernatura hasta ese momento. Don César no fue invitado. Don Vittorio se coló.
—Si madame Ortega hubiera pronunciado su discurso en Londres le hubieran acordado la medalla de oro en la prueba de palabrería —inició Zerbbera—. 22 cuartillas y 403 párrafos en 302 centímetros de letra común y corriente. Un éxito de longitud. Un rollo que me recuerda los famosos Pergaminos del Mar Muerto hallados, creo, en Israel.
—En el sexto párrafo ofrece que haría un “juicio cara a cara y frente a frente” sobre los primeros 1860 días de su administración. Le faltan sólo 28.
—Menos mal —comentó don César.
—Dijo que se siente “tranquila” pero “no satisfecha” sobre los resultados de su gestión —prosiguió el italiano.
—Alabado sea Dios —exclamó Pompeyo—. No quiero ni pensar dónde estaríamos si se sintiera satisfecha.
—A propósito de insatisfacción, ¿cómo dio la cara y la frente a los presuntos robos, saqueos y otras trastadas que han cundido de denuncias los 1,860 días? Denuncias que en contenido son detalladas y en cantidad superan a las 11,000 vírgenes del evangelio.
—Ni de cara ni de frente, César. Se fue por la tangente y las mencionó con sólo dos palabras despectivas: “suspicacias” y “provocaciones”. Ahí sí le tragó la lengua el gato.
—¿En qué género literario incluirías el texto? —regresó Pompeyo.
—Las opiniones están divididas. Se señalan afinidades con el teatro del absurdo. La califican de pieza maestra del humor negro. Podría ser un cuento corto si no fuera por su dimensión. Ciencia ficción tampoco me parece, porque no tiene ciencia gobernar como madame ha gobernado. A mí me recuerda, si me permite usted la comparación musical, a “Fantasía” de Walt Disney: a vuestra gobernadora le rebosa la imaginación.
—¿Qué peces gordos asistieron?
—Estaba presente la flor y nata del viejo PRI: Manlio Fabio, Pedro Joaquín, 15 gobernadores, Rolando Zapata, Onésimo Cepeda, Emilio Berlie, el archimandrita…
—¿El señor arzobispo? ¿De veras? —interrumpió Pompeyo— Increíble, porque el discurso tuvo marcada tendencia pagana. En su intención para septiembre, el Papa pidió “transmitir la verdad y los auténticos valores morales y espirituales”. Nada de eso transmitió Ivonne: ignoró a Benedicto.
—Pues el prelado estaba allí, César, pero, perdóname, me equivoqué de Emilio: al que quise mencionar fue al otro, a Gamboa Patrón. Tal vez me confundí porque monseñor rima con senador. Nadie está libre de error, sobre todo si tienes en cuenta el refrán “Dios los cría y ellos se juntan”.
—Ya que lo mencionas, Vittorio, ¿qué tal le fue al señor Gamboa?
—Mal, César: lo quemó. Le dio las gracias por su “apoyo”, sus “consejos”, sus “gestiones”. Por el tono en que lo dijo, parece que está convencida de que sin la aportación de Emilio no hubiera logrado lo que logró.
—¿A qué Emilio te refieres ahora?
—No me amuele usted, César. Claro que a Gamboa Patrón.
—¿Algún otro quemado, Vittorio?
—Rolando. Le recalcó, por si acaso se le olvida, que fue el coordinador de su campaña electoral como candidata a la gubernatura, su secretario general de gobierno y, otra vez, coordinador de la bancada yucateca en el Congreso de la Unión.
—Luego le hizo esta advertencia ominosa: “Yo sembré la semilla, le tocará a otros regarla y hacer que florezca. Los que vengan tendrán que estar a la misma altura”. Para cerciorarse de que su sucesor cumpla este compromiso. anunció que le deja “2,319 servidores públicos certificados”, moldeados por madame a su imagen y semejanza durante las 44,640 horas de su administración. Certificados quiere decir que ya saben muy bien lo que tienen qué hacer, con la seguridad de que continuará la impunidad.
—¡Jesús! —imploró Pompeyo.
—Pero hay una luz al final del túnel, César, un rayo de esperanza: en el Museo brilló por su ausencia el gran solitario de México. Peña Nieto no vino al discurso. Dejó plantada a madame.
—¿Por qué le dices “el gran solitario”.
—Porque don Enrique es el fundador del nuevo PRI.— Mérida, 5 de septiembre de 2012.
