¿Quién no ha escuchado el misterioso canto del tunkuluchú?, el ave mensajera maya, cuya dualidad está documentada en el folclor, leyendas, historias y relatos de Yucatán, se le asocia con la sabiduría y prosperidad, aunque también se le vincula con la muerte y la desgracia.

Es una visión dual que lleva en sí misma una armonía de contrarios, logra conciliarlos: el poder de la vida fecunda y generadora, pero también el de la muerte que arrasa y avasalla.

Para los mayas los animales están asociados a un nivel cósmico, al tiempo, las energías de vida y muerte, son epifanías de los dioses, y a la vez, sus compañeros, puentes, intermediarios con lo divino, donde el ser humano no es el centro de la naturaleza, sino parte de ella.

Por ello, en la cosmogonía maya, el tunkuluchú (tecolote, búho, lechuza) estaba asociado con el inframundo y era representado, así como otras aves mitológicas de esta cultura, en varios elementos, algunos acompañaban a sus deidades, puesto que las aves y seres alados son parte de la estructura religiosa maya que aparecen con frecuencia en tocados de dioses o personajes importantes.

Te presentamos una nueva entrega de nuestro especial de historias y relatos de Yucatán que publicamos los viernes de cada quincena en yucatan.com.mx.

¿Cómo se expresa la dualidad del tunkuluchú?

El tunkuluchú, ave asociada a los malos presagios, el frío, la oscuridad y las calamidades, también se muestra con actos luminosos en algunos pasajes de leyendas, historias y relatos mayas, es decir, con una naturaleza ambigua.

De acuerdo con el Popol Vuh, los señores de Xibalbá, el inframundo, piden a cuatro tunkuluchús que llamen a los hermanos Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú para que los alegren con un juego de pelota, lo cual es una trampa, porque los matarán una vez que lleguen.

Leyenda en Yucatán El misterioso canto del tunkuluchú

Los nombres de los tunkuluchús al servicio de los señores del inframundo que llevan el mensaje que terminará en muerte son: Chayitucur, tunkuluchú veloz, Huracantucur, tunkuluchú de una pierna, Caquixtucur, tunkuluchú colorado, y Holontucur, tunkuluchú que sólo tiene cabeza y alas y no tiene pies.

Más adelante, el Popol Vuh relata cuando la princesa Ixquic, hija de uno de los señores de Xibalbá y madre de los gemelos Hunhunapú e Ixbalanqué fue deshonrada, por lo que su padre ordenó a los cuatro tunkuluchús que estaban bajo su servicio que le arrancaran el corazón con un cuchillo de pedernal y se lo llevaran en una jícara.

Sin embargo, acá los tunkuluchús muestran su lado amable y benévolo, pues se apiadaron de la princesa, desobedecieron la indicación y reemplazaron el corazón, mintiendo para salvar la vida de ella.

También la leyenda oral cuenta que los señores de Xibalbá dejaron un campo con árboles floridos al cuidado del tunkuluchú para que no los robaran los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, pero no fueron, entonces llegaron hormigas arrieras, quienes hurtaron las flores y como castigo, los señores del inframundo rasgaron la boca del tunkuluchú y por eso la tienen hendida.

Leyenda del tunkuluchú: ¿Por qué se dice que anuncia la muerte?

Para los mayas las aves adquieren protagonismo como símbolo de las relaciones entre el cielo y la tierra. Con particularidad, el tunkuluchú se ubica en el reino de las tinieblas, pues creen que los brujos tienen la capacidad de transformarse en tunkuluchús.  Además, se cree que su canto, que elevan por las noches, avisa cuando alguien va a fallecer.

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Pero ¿de dónde surge esa creencia tan arraigada en nuestra cultura popular? Acá te narramos la historia que se ha transferido de manera oral por generaciones y va cargada de toda la cosmovisión maya.

El misterioso canto del tunkuluchú

Se dice que el tunkuluchú, hace temblar al maya con el ulular de su canto, pues saben que anuncia la muerte. Unos piensan que lo hace por maldad; otros, porque de alguna manera tiene la capacidad de contactar con otros planos para enterarse de quién es la próxima persona que morirá y le encanta posarse cerca de su vivienda para prevenirlo.

De cualquier forma, cuentan que el tunkulchú goza llevando ese aviso; eso nadie lo sabrá, es posible que sufra al enterarse antes que todos de las muertes y no poder hacer nada para impedirlas.

Triste trabajo ha de ser fungir como mensajero de la muerte, llevando las peores noticias y ser despreciado cuando su trabajo es el de avisar. En fin, así es la vida y sus misterios, la naturaleza, la magia.

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La leyenda habla de una época remota, cuando el tunkuluchú, admirado por su conducta seria y prudente, era considerado el más sabio del reino de las aves y todos los pájaros iban a pedirle consejo para resolver grandes cuestiones de su vida.

Leyenda en Yucatán: Ave maya de canto nocturno

La vida transcurría como siempre, pero un día, el tunkuluchú recibió una invitación a una fiesta que se llevaría a cabo en el palacio del reino. Generalmente él no solía asistir a los festejos, pero esta vez pensó que al tratarse de una invitación real no debía rechazarla.

Asistió a la celebración ataviado con su limpio y brillante plumaje, causando asombro entre los invitados, tanto por su presentación como porque era la primera vez que el tunkuluchú se presentaba en un convite. De inmediato, le dieron el lugar más importante y le ofrecieron un delicioso banquete, acompañado de balché, licor maya hecho a base de la corteza del árbol del mismo nombre.

Puesto que era la primer a vez que departía de esa forma, sobra decir que el tunkuluchú no estaba acostumbrado al balché y apenas bebió unas copas, se embriagó, al igual que los demás invitados. Entonces el festejo degeneró en un escándalo inundado de carcajadas y chiflidos.

De los que más bullicio hacía era el chom, o zopilote, quien adornó su cabeza pelona con flores y reía a cada tropiezo. Por su parte, la chachalaca, siempre ruidosa, se quedó callada.

El tunkuluchú fue el hazmerreír 

Cada ave deseaba ser la más graciosa y llevares las palmas; pero, sin proponérselo, el tunkuluchú le ganó a las demás. Estaba tan alcoholizado que no paraba de contar chistes mientras danzaba y se caía a cada rato.

Así transcurría el guateque cuando pasó un maya, quien al oír el alboroto que hacían las aves, se metió a la fiesta a molestar a los presentes, pues también se emborrachó con el balché.

El maya se burlaba de cada ave, pero más llamó su atención el tunkuluchú: corrió tras él a jalar sus plumas, mientras el mareado pájaro corría y se resbalaba. Eso le parecía muy gracioso a todos los presentes.

No conforme con esa acción, el maya arrancó una espina de una rama y le picaba las patas al tunkuluchú, obligándolo a dar pequeños saltos para tratar de escabullirse, lo cual hacía parecer que bailaba. Ante este cuadro las aves presentes se reían de él.

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Cuando la fiesta terminó las aves regresaron a sus nidos y al día siguiente todas reían al recordar el ridículo del tunkuluchú, quien sentía coraje y vergüenza al mismo tiempo, por haberse convertido en el hazmerreír del festejo, pues ya nadie lo respetaría a partir de ese día.

El tunkuluchú: canto de presagios

Sabio como era el tunkuluchú, se tomó un tiempo para pensar en cómo podría devolver al maya el agravio sufrido. Entonces, le surgió la idea que, estaba seguro, le provocaría temor al maya y tal vez hasta pánico: en adelante se dedicaría a anunciarle cada vez que alguien de los suyos muriera.

Leyenda en Yucatán: El misterioso canto del tunkuluchú

La ofensa de la que fue objeto no iba a quedarse así. Para poder ser mensajero de tan fatales noticias con el ulular de su canto utilizaría los contactos que tenía en el otro plano, el mas allá, con los señores del inframundo.

Algunos refieren que es a través del olfato visitando cementerios como se entera de los que fallecerán, lo cierto es que el Popol Vuh da detalles de la cercanía del tunkuluchú con los dioses de la muerte, de quienes recibe información de primera mano sobre los próximos a morir. Desde entonces le anuncia la funesta noticia al maya.

A final, quizá no era propiamente un venganza, sino un favor el poder anticiparle que alguna persona cercana, familiar o amistad, dejaría este mundo . Lo cierto es que la leyenda dice que cuando se aproxima la hora final de una persona, el tunkuluchú se acerca a los lugares que le son familiares y se oye muchas veces el misterioso canto del tunkuluchú. De ahí el famoso refrán de que “cuando el tunkuluchú canta, el hombre muere”.

Licenciada en Comunicación. Máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid. Certificada en Inbound Marketing. Dos décadas de experiencia en radio, televisión, prensa y medios digitales.