Guty Espadas cumplió ayer 69 años de edad y, afirma, bien campante, que “parece que fue un suspiro todo lo vivido”, evocando sus épocas de boxeador profesional, cuando alcanzó la cúspide y lo que siguió cuando decidió, oportunamente, despedirse de la fistiana.

“Me pagaron 4 mil dólares cuando me coroné, eran como 80 mil pesos de aquellos tiempos, y vivimos felices”, recuerda el llamado “Huracán Yucateco”, quien, por otro lado, lamenta que las nuevas generaciones no conozcan la historia de quienes pusieron en alto al deporte yucateco décadas atrás.

Pero, a pesar de todo, disfruta de lo que vivió, porque todo lo que sembró en sus años como peleador profesional hoy en día le permiten llevar tranquilo el devenir diario. En una palabra lo define todo: “Feliz”.

“Creo que la vida me permitió muchas cosas, una, claro, ser boxeador y coronarme campeón mundial. Eso es algo que, en toda lo que me quede en la tierra, voy a recordar siempre. Hoy que cumplo 69 años, no puedo decir otra cosa que no sea un gracias totales a Dios por permitirme tanto”.

Gustavo Hernán Espadas Cruz (20 de diciembre de 1954, Mérida) tuvo una carrera que llegó a la cima cuando el 2 de octubre de 1976 noqueó en el raund 13 al panameño Alfonso López en Los Ángeles para ceñirse la diadema de los pesos moscas de la Asociación Mundial de Boxeo. Cosas del destino: en esas fechas, el rey de la división en el Consejo Mundial era otro yucateco: el “Maestro” Miguel Canto, para muchos, el mejor deportista local de la historia.

“Creo, sin duda, que el deporte de Yucatán vivió en esa época sus mejores momentos, y no porque yo estuviera en ello. Fue la época dorada, en la que Miguel, yo, luego el ‘Chato’ Castillo, Lupe Madera, logramos el campeonato mundial, lo fuimos a ganar fuera de casa, defendimos aquí, en peleas a 15 raunds”, señala Espadas Cruz en una charla con el Diario, a propósito de haber llegado a un año más.

Y apunta también: “Eran peleas de 15 raunds, otra cosa totalmente a lo que se da ahora, y para llegar a ser monarca del mundo, primero tenías que ir a los Guantes de Oro, ser campeón estatal, clasificarte en el país, luego pelear el campeonato nacional y clasificarte internacional. Para alcanzar eso, tenías que hacer un montón de peleas, cruzarte con los mejores. Eso cuenta mucho: ¿quieres ir lejos? Tienes que enfrentarte a los gallos buenos, de todo el mundo, con eliminatorias”.

Guty papá, histórico en el renglón en que formó, con su hijo Guty Espadas Espinosa, la primera pareja de padre e hijo campeones mundiales de boxeo, considera que fue fundamental para los peleadores de su época “tener lo que veíamos como hambre de triunfo, hambre también de comer. No teníamos nada, andábamos caminando, en bicicleta, comíamos lo poco que había, y eso nos hacía pensar en que, boxeando, y ganando, claro, podríamos ganar unos pesos para ayudar a la familia”.

Lecciones

“Y ahora, es lo que queremos decirles a las nuevas generaciones: si uno quiere llegar lejos, tiene que sacrificar muchas cosas, tiene que dedicarse, con disciplina. Porque ahora, lamentablemente, aunque seas boxeador con siete, ocho peleas, te dan una oportunidad de campeonato ante otro rival igual. ¿Y qué pasa? Que luego llegas a la defensa y no tienes experiencia, ni preparación, y te acabas pronto. Los campeones de ahora son efímeros. Pero eso sí, ganan una fortuna”.

Deportivamente hablando, Guty papá señala que “para tener una pelea de 15 raunds tenías que hacer una preparación especial, trabajar más fuerte, y luego, dos meses después, ibas a otra pelea. Claro, ganas mucho más dinero, pero no dura eso. El dinero es efímero”.

El exmonarca yucateco reiteró los tiempos vividos por él y por Canto. “Había que ir a Lejano Oriente para pelear. Y allí ya sabemos cómo son las cosas”.

Espadas Cruz se retiró con 39 victorias, seis derrotas y cinco empates. Hizo cuatro defensas del título conquistado ante “Al” López, perdiendo ante Betulio González en la “Maestranza César Girón” de Maracay, Venezuela, por una muy discutida decisión dividida.

Recuerda su coronación: “Muchos no pensaban que fuera a ganarle a Alfonso López, pero se dio la pelea en Los Ángeles y allí quedó demostrado que yo era superior, fue una clara victoria por nócaut”.

Expertos de entonces señalaban, cabe mencionar, que López no era solamente mejor que Guty, sino muy superior a Miguel Canto y que lo que venía por obligación era enfrentar al panameño con el rey del CMB. A Guty lo tenían en un tercer plano. La pelea, en youtube.com, muestra el dominio de “Guty Machetes” sobre el canalero, hasta que lo vapuleó en el raund 13, y la magistral narración de don Antonio Andere le da un cáliz especial al combate.

Empujar al campeón

“Todavía la recuerdo, fue una noche muy especial… Y mi paga, más: 4 mil dólares. Pude comprarme mi camionetita Datsun, pero qué crees: no tenía dinero para pagar las placas, ni para la gasolina, así que no podía sacar el coche de la agencia. Mi apoderado y mis amigos se encargaron del resto, me ayudaron para cubrir los gastos, o, como les dije, ‘el campeón tiene coche, pero tienen que empujarlo para que pueda salir de la agencia”.

Contento por todo lo vivido “porque hasta de los malos momentos aprendí”, Espadas Cruz cortó pastel ayer, con su esposa Virginia López y sus hijos, entre ellos Guty Jr., que fueron a visitarle en su cumpleaños.

“¿Sabes qué es lo mejor? Que puedo contarles todo esto sin problema, que estoy bien de salud, que tengo familia, guardo mis cinturones como un tesoro. Y todavía enseño boxeo”.

Y como cada tarde, preparaba sus arreos para ir al gimnasio del Estadio “Salvador Alvarado” a atender a los jóvenes aspirantes a pugilistas. “¿Se puede pedir algo más? Creo que Dios ha sido generoso, muy generoso, conmigo. Me regaló una vida de campeonato”.— Gaspar Silveira Malaver

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