Foto: Internet

Cosas que pasan

Manuel Antonio Alcocer Hernández (*)

Mi padre siempre me decía que yo no me preocupara demasiado por las cosas negativas que sucedían en mi vida. Solía repetirme: “Si tu mal no tiene remedio, para qué te quejas, y si tiene remedio, por qué te quejas”. Siempre consideré que tenía razón, aunque confieso mi dificultad para poner en práctica aquella frase aplicable para hacer menor cualquier dificultad. Hay personas que remedian las dificultades a su conveniencia y el resultado de lo que pudiera significar un tropiezo lo convierten en acierto.

Mucho se ha hablado de las circunstancias en las que Mauricio Sahuí Rivero fue el elegido como precandidato del PRI, estando muy por debajo de la experiencia y carrera política de Jorge Carlos Ramírez Marín, a quien la gran mayoría de los priístas consideraban el precandidato natural. La política tiene la característica de convertir los sucesos en ediciones corregidas y aumentadas, pero normalmente lo que sucede en las altas esferas se filtra de alguna manera.

Rolando Zapata Bello es un gobernador que se ha ganado el respeto de muchos yucatecos, pero hay otros muchos que no están de acuerdo con lo que sucede en el Estado, donde las grandes obras son financiadas con dinero federal, como el nuevo Centro de Convenciones, el Hospital Materno Infantil y otras bien conocidas pero que sería prolijo enumerar. Haciendo memoria recordamos que en su primer año de gobierno surgieron priistas descontentos porque pese a que trabajaron duro para la victoria del actual gobernador en las urnas no fueron tomados en cuenta al momento de integrar el equipo de trabajo del aventajado alumno cerverista.

Fuentes consultadas generalmente muy bien informadas aseguran que desde hace cuando menos dos años Zapata Bello decidió que fuera Sahuí Rivero el candidato a la gubernatura. A los demás les decía que sí cuando le manifestaban sus inquietudes para abanderar la causa priísta en las elecciones de 2018.

El primer mensaje a quienes pretendían la postulación priista no sólo fue evidente, sino contundente. Yo no recuerdo que después de aquella falta de respeto a las leyes y organismos electorales en los espectaculares en los que el gobernador aparece alzándole la mano a Sahuí, la primera autoridad estatal ofreciera alguna explicación. Se limitó en silencio al refrán “Palo dado ni Dios lo quita”. Los funcionarios de esos organismos negaron que hubiera falta a algún ordenamiento electoral y tantán. Se acabó.

Sahuí siguió con su trabajo proselitista desde la Secretaría estatal de Desarrollo Social y con dinero del erario. Sabía que era el elegido por su jefe y nada lo detenía ni lo inquietaba. Los otros aspirantes sólo miraban, como el chinito, y yo creo que ya sabían lo que sucedería pero estaban demasiado comprometidos como para renunciar a su intento. Las reuniones a las que eran citados a Ciudad de México no daban ningún resultado y la pista seguía siendo el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.

En tanto todo esto sucedía, el cortejo del gobernador hacia Mauricio Vila Dosal, alcalde meridano, era más que evidente. Se mostraba con él, lo invitaba a recorridos por la ciudad, lo apoyaba en todo lo que se necesitaba, al grado de que los propios panistas empezaban a murmurar que Vila Dosal estaba siendo manejado por el gobernador en cuestiones importantes. Vox populi vox dei. Hay cortesías políticas y conveniencias personales.

Llegó el momento en que la cúpula priista ya debía decidir el asunto de la gubernatura. Fueron citados a México todos los aspirantes a una reunión en la que participó el gobernador para decir con toda claridad que el elegido, para él, era Mauricio Sahuí Rivero y que si ponían a otro él no se hacía responsable de la elección. Nombrado mejor gobernador del país, haber recibido elogios por el trabajo realizado y no tener conflictos importantes en el Estado le dieron a Rolando la fuerza necesaria para que sus palabras fueran el fin de las discusiones y posibles acuerdos. Ya era un hecho, Sahuí ya estaba electo como precandidato.

No es mi intención escribir acerca de las reacciones de los otros aspirantes. El lector se las puede imaginar. De acuerdo con los sucesos de los últimos días, Ramírez Marín mostró madurez política y aparece continuamente en eventos acompañando al futuro candidato, aunque extraoficialmente ya lo es. Tampoco es mi propósito mencionar el sentir y la actitud de ninguno de los que aspiraron de buena fe, aunque han demostrado lo que en el PRI le llaman disciplina, pues han aceptado fotografiarse con el candidato.

Lo de Mauricio Vila se dio de manera natural pues se esperaba que él fuera el abanderado blanquiazul y se le considera con buenas posibilidades de triunfo electoral en 2018. No se puede comprobar, porque no creo que exista documento alguno que lo respalde, que Rolando influyó durante el trienio municipal haciendo de alguna manera que Vila Dosal no tuviera barreras en su intento por llegar a candidato. Tampoco se puede negar que Vila Dosal es un funcionario con merecimientos. Como quiera que sea y pase lo que pase, Rolando está cubierto por los dos frentes. Política pura.— Tizimín, Yucatán.

manuelantonio1109@hotmail.com

Cronista y ex alcalde de Tizimín