“Somos esclavos de la ley para poder vivir en libertad”, Cicerón

¿Quién y por qué atenta en contra de la Corte y, en general, en contra del Poder Judicial? Entre otras razones, es propio de políticos conservadores, de extracción ultramontana, que, sabedores de los delitos cometidos durante su gestión pública y apercibidos de la posibilidad real de ser aprendidos y encarcelados, invierten lo mejor de su tiempo, de su talento y de su autoridad en un solo objetivo: destruir, a cualquier costo, el aparato de justicia que, en un futuro muy próximo, bien podría privarlos de la libertad, junto con su enorme cáfila de rufianes, cómplices de desfalcos, malversaciones y ocultamientos dolosos de los recursos públicos.

En resumen: se proponen, tan solo en una primera instancia, crear un sistema legal espurio que les permita disponer con total impunidad del presupuesto federal o local, de los ahorros de la sociedad, sin consecuencia alguna.

Además de lo anterior, quienes se proponen desmantelar e inutilizar al Poder Judicial son los mismos que han decidido, por la vía de los hechos, mandar al diablo las instituciones de la República para eternizarse en sus respectivos cargos públicos, para lo cual se requiere acabar con nuestro Estado de Derecho convirtiéndose en jueces supremos que dictarían sentencias de acuerdo con sus estados de ánimo y a su mejor conveniencia política, es decir un salto suicida y mortal al México virreinal del siglo XVII con imprevisibles consecuencias sociales y económicas, como si a los mexicanos no nos hubiera costado sangre, sudor y lágrimas, mucha sangre, mucho sudor y muchas lágrimas la construcción de nuestra democracia.

Todo el esfuerzo de varias generaciones se iría al bote de la basura, un salvaje despropósito histórico propio de los grandes enemigos de una patria libre y próspera.

Intentar la destrucción del Poder Judicial al recortar vesánicamente su presupuesto, proponer que los jueces sean electos por el “pueblo” como si no se conocieran los desastres sociales y políticos que acarrean semejantes decisiones populistas y verborreicas, (algo parecido a encargar al “pueblo” la erradicación de la encefalitis equina), y, por otro lado, atacar desde una de las máximas tribunas del país a jueces, ministros y magistrados, equivale a invitar a que los conflictos entre personas, empresas, instituciones se resuelvan con las manos, al estilo del neolítico, allá, un cercano 7,000 a. C.

En un Estado de Derecho las relaciones entre los ciudadanos se deciden en términos absolutos, a través de la legislación vigente. Nadie puede alegar una práctica en contrario, porque dicha excepción implicaría el arribo a un sistema autoritario, el gobierno de un solo hombre como el encabezado por Santa Anna para el gravísimo daño de la República. ¿No hemos aprendido nada de la historia?

El Estado debe estar subordinado a las leyes y en todo momento debe cumplirlas. AMLO, en teoría jurídica, también debería subordinarse, solo que, para él, la ley no es la ley, muy a pesar de haber protestado cumplir y hacer cumplir la Constitución, y si no, que el pueblo (mudo) se lo demande.

El primer mandatario, cuyo ejemplo, en un principio, todos deberíamos seguir, ignora a diario nuestra Carta Magna sin respetar las reglas del juego que protestó respetar.

Si en México asesinan a un compatriota cada 15 minutos, sin olvidar a los desaparecidos, 98% de los delitos no se sancionan, no se respetan los derechos humanos y el Estado de derecho es vulnerable y el Jefe de la Nación, a pesar de todo, se niega a rendir cuentas y todavía las reserva y las oculta al escrutinio público a través del desmantelamiento del Inai y del sometimiento de la Auditoría Superior de la Federación y los morenistas no son iguales ante la ley, entonces vivimos a la voz de sálvese quien pueda.

AMLO no se rige por la ley, usa su elevado cargo público para satisfacer sus intereses personales y los de su movimiento. ¿Cuál partido político?

AMLO es enemigo de la transparencia sin fomentar la participación ciudadana en los asuntos de Estado y pretende que los jueces estén al servicio de intereses populares y no de la ley, de ahí que pretenda recortar el presupuesto del Poder Judicial y administrar el sistema de impartición de justicia a su antojo para perpetuar la destrucción de nuestro país en todos los órdenes de su vida nacional.

Si AMLO logra destruir el Poder Judicial estaremos perdidos en varios lustros por venir…— Ciudad de México.

Escritor

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