Mario Maldonado Espinosa.

Hace uno días tuve la oportunidad de leer un libro que se trata de cómo puede perderse la democracia en un país y en consecuencia en el mundo.

Para la Red de Conocimientos Electorales ACE, la comunidad más grande de conocimientos electorales en el mundo, no existe una definición precisa y universal de la democracia.

La mayoría de las definiciones hacen énfasis en las cualidades, procedimientos e instituciones, pero considera que la historia que ha construido un país en particular, deben ser incluidas para crear una definición que sea significativa y práctica en su vida cotidiana.

La forma específica que adquiere la democracia en un país está determinada en gran medida por las circunstancias políticas, sociales y económicas prevalecientes, así como por factores históricos, tradicionales y culturales.

El término Democracia proviene de los vocablos griegos “demos” que significa gente y “kratos” que significa autoridad o poder. Entonces puede entenderse como un gobierno conducido con el consentimiento libremente otorgado por el pueblo o como un gobierno del pueblo ejercido directamente o por medio de representantes.

Una democracia es un sistema en el cual el pueblo puede cambiar sus gobernantes de una manera pacífica y al gobierno se le concede el derecho a gobernar porque así lo quiere el pueblo.

El primer paso para pasar de la democracia a la dictadura es crear un movimiento político con promesas faraónicas que nunca podrán cumplir a los ciudadanos, que atraiga las masas, particularmente a los que tienen menos recursos y menos conocimientos.

Sus promotores tienen un mismo lenguaje beligerante, se hacen pasar por salvadores de una nación y prometen desmantelar el mundo de la política y de la ética. Se dicen el pueblo verdadero, el pueblo real, agitan a las clases bajas, construyen una narrativa de odio hacia los políticos y que ellos pueden construir un nuevo país.

Una vez conformado el movimiento comienzan a enarbolar banderas populistas en el discurso público, a ir en contra de todas las instituciones creadas en los sistemas democráticos, para dar paso a sus propios caprichos y a enfrentarse a todo aquello que no represente su movimiento, a demoler más bien todas las instituciones.

Argumentos

Las argumentaciones que realizan son cien por ciento populistas que arrastran a las masas, son recurrentes de las más extraordinarias falacias, llegando inclusive a pretender cambiar los datos de la propia historia.

Reducen el nivel de la política buscando enfrentamientos y polarizando a los conciudadanos para etiquetarlos como buenos y malos, como buenos y tiranos, cuando el realidad los tiranos son los que están a punto de macerar un país.

Les dicen a las masas que siempre han vivido “engañadas” y les prometen otro tipo de país, hipnotizan a las masas adultas con promesas o con dádivas dejando a un lado el auténtico desarrollo humano y de una sociedad.

Tienen un tipo de seguidores también que constantemente buscan el enfrentamiento, sin argumentos y sin razón defienden a capa espada lo que sus líderes de movimiento dicen y lo repiten sin tener conocimiento o causa. Para ello también tienen una estrategia bien organizada en la que hacen uso de los medios tecnológicos a través de comunidades de “bots” muy agresivos que se encargar de desacreditar a toda costa a las personas que no comulguen con sus ideas.

Además de plantear una realidad totalmente distinta, se proponen perseguir constantemente a sus opositores para ir creando un “ciudadano” que se conforme con lo mínimo y sin el mayor esfuerzo.

Una vez en el poder comienzan a demoler todo con la idea de construir un nuevo país, así sea a base de engaños como prometer crecimiento, mejores sistemas de salud. Si la justicia les estorba también se van en contra del sistema poderes. No existen contrapesos.

Cuando todo esto empieza a darse es que ya nos encontramos ante una triste y fracasada dictadura.—Mérida, Yucatán

mariomaldonadoe@gmail.com

@mariomaldonadoe

Especialista en Derecho Parlamentario y Técnica Legislativa

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