La esperanza es hija de la desesperación. Reconozco que esa frase no es para ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero, y ni siquiera en plastilina verde. Sin embargo, quien reflexione acerca de ella encontrará una verdad.

La esperanza no te lleva a ningún lado, pero es una buena compañera mientras a ningún lado llegas.

Los mexicanos conscientes observan el rumbo que ha tomado el país bajo el dominio de López Obrador y tienden a desesperar. Prácticamente en todos los renglones de la vida pública México está peor que cuando el caudillo de la 4T llegó al poder por una de esas tremendas equivocaciones que en el ejercicio de la democracia se cometen.

Para aumento de la desesperanza, sería un milagro mayor que el de San Nicolás que Claudia Sheinbaum no llegara a la Presidencia, así de cuantiosos son los recursos que el régimen está destinando para asegurar lo que en opinión de muchos sería una reelección de AMLO.

¿Cuál fue el milagro que el santo de Tolentino llevó a cabo? En una mesa sobre la que había un platón con dos perdices cocinadas para la cena un incrédulo negó la doctrina de la resurrección de la carne. San Nicolás hizo un movimiento de su mano y las dos aves salieron volando por la ventana de la habitación. Así probó su tesis, aunque haya dejado sin cenar a la concurrencia.

La esperanza que tienen los desesperados es que así como López y Morena están reproduciendo las prácticas del PRI en los tiempos de su mayor dominio, se cumpla también la práctica priista consistente en que el nuevo mandatario mandaba por un tubo al que lo precedió, y éste quedaba reducido casi a la nada existencial.

Claudia Sheinbaum es mucho más inteligente que AMLO, pero éste es más astuto, y se ha construido un búnker para impedir que su sucesora lo margine: la militarización del país.

Podría Sheinbaum rebelarse contra López y no avenirse al papel de marioneta suya, mas le será imposible quitar a los militares los negocios que el caudillo les entregó por los siglos de los siglos para asegurarse su permanente apoyo más allá de las lealtades constitucionales y de las tradiciones aprendidas en el Heroico Colegio Militar.

He ahí la parte más oscura —y peligrosa— de la nefasta obra de López Obrador y del lastre que dejará a su sucesora. De esa militarización pueden surgir males que ahora nos parecen inimaginables, pues hasta ahora hemos escapado del aciago destino que por causa del militarismo han sufrido algunas naciones latinoamericanas, y en el pasado muchas de otros continentes, pero contra los cuales no estamos vacunados.

¿Pesimismo? Quizá, pero fincado en las enseñanzas de la historia, en las experiencias de la realidad.

Y he aquí otra frase inocua: con las perdices puede hacerse un milagro; con las perdiciones no.

Daré paso en seguida a algunos relatos cuya traviesa picardía alivie el desasosiego que a la República debe haber causado la anterior lucubración. Un tal Pijano, feligrés del padre Arsilio, le confesó que tenía dos esposas en sendos pueblos vecinos. “¿Cómo puedes hacer eso?” —se escandalizó el buen sacerdote.

Explicó el bígamo: “Tengo bicicleta”…

Baleno era robusto en grado extremo, por no decir obeso. Le dijo al médico bariatra: “Pienso que mi gordura se debe a hipertiroidismo”.

Respondió el facultativo: “Yo creo que se debe más bien a hipertenedorismo e hipercucharismo”…

Don Ruquino pidió en la farmacia un condón K-Muko. “No se los recomiendo de esa marca —le indicó el farmacéutico—. Están hechos con un látex de baja calidad que provoca una gran inflamación en la aludida parte”.

Dijo el provecto señor: “Entonces deme una docena”.—Saltillo, Coahuila

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