Conocí por primera vez la gravedad del fentanilo hace unos siete años cuando colaboraba en un periódico de San Luis Río Colorado, Sonora.

Llegó en ese entonces la noticia de que un estudiante de una preparatoria del lado americano había fallecido por consumir dicha droga.

El escándalo en el poblado fronterizo de San Luis, Arizona, fue mayúsculo, las autoridades no entendían cómo había ocurrido el incidente y cómo el fentanilo, cuyos efectos poco se sabían, había causado la muerte en el joven.

Fue precisamente en el 2016 cuando se disparó en un 540 por ciento las muertes por sobredosis de fentanilo y derivados en Estados Unidos, se reportaron un total de 20,100 fallecidos entre los que se incluyó al popular cantante Prince.

El año pasado cerca de 100 mil personas murieron en Norteamérica a consecuencia de este opioide sintético y se estima que los fallecimientos de jóvenes se multiplicarán ante la avalancha de la droga, su popularidad y su fácil manejo.

El fentanilo nace en 1960 como un analgésico para reducir los dolores de pacientes recién operados y para enfermos de cáncer en etapa terminal. Fue fabricado por Paul Janssen y aprobado para uso médico por las autoridades norteamericanas en 1968.

Pero fue en años recientes cuando los zares del narcotráfico descubrieron sus propiedades para drogar a jóvenes y lo convirtieron en un jugoso negocio en el mercado negro.

En México el consumo del fentanilo y otras drogas similares es reducido, se calcula en 150 mil el número de adictos localizados principalmente en los estados del norte del país.

Sin embargo, la demanda va en aumento y podría dispararse toda vez que el fentanilo es más potente y económico a diferencia de otras drogas.

En los últimos meses el tema del fentanilo ha estado muy presente en las complejas relaciones de México con Estados Unidos, país que en repetidas ocasiones ha acusado al gobierno de López Obrador de no realizar esfuerzos suficientes para contener el contrabando de la nociva sustancia.

Esta semana se realizó una reunión a nivel de gabinete de seguridad y justicia en la Casa Blanca entre los gobiernos de México y Estados Unidos, esperemos que el reparto mutuo de culpas haya terminado para dar paso a una alianza sólida y duradera contra el fentanilo y el tráfico de armas.

El mandatario mexicano propuso meses atrás prohibir la venta legal del fármaco para evitar qué tal producto sea adquirido por los carteles y traficado a Estados Unidos.

Pero los expertos aclararon que el consumo legal del fentanilo significó en México apenas unos cinco kilos en el 2021 contra incautaciones cercanas a las dos toneladas por parte de las autoridades en ese mismo año.

Ante las presiones que no cejaban, López Obrador con ingenuidad o cierta perversidad cambió su estrategia para culpar a Estados Unidos e indirectamente a China del problema y aseguró además que en México no se producía el mentado opioide.

El jerarca mexicano no tuvo empacho en enviar al presidente chino Xi Jinping una carta donde cándidamente le solicita información sobre los barcos que salen de su país a México cargados de sustancias para elaborar el producto mortal.

Tal como si el presidente Joe Biden pidiera a AMLO una lista de los embarques diarios de cocaína, mariguana y otras drogas que cruzan de México a Estados Unidos.

La producción de fentanilo por parte de los carteles Jalisco Nueva Generación y Sinaloa ha sido ampliamente documentada, es cierto los precursores llegan del extranjero —al parecer de China y la India— pero en territorio mexicano la droga es transformada en pastillas, polvo o líquido para ser empacada y transportada a Norteamérica.

En lugar de aumentar la vigilancia y el combate contra la poderosa droga, López Obrador optó por esconder la cabeza y culpar a otros de su tráfico, algo similar ocurre con China y de paso con Estados Unidos en donde están los dólares y los ávidos consumidores.

La realidad es muy clara: China pone las sustancias para el fentanilo, México lo elabora y exporta mientras que Estados Unidos lo compra y consume. No hay mejor ejemplo del famoso nearshoring que la cadena de producción del fentanilo.

Ahora hay que presionar para que los gobiernos de México, China y Estados Unidos protejan a nuestros jóvenes y combatan a las mafias del fentanilo, esta crisis podría escalar a niveles inimaginables si no se toman hoy mismo acciones urgentes y efectivas.— Hermosillo, Sonora.

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Periodista

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