Fernando Ojeda

Fernando Ojeda Llanes (*)

He escrito para ustedes durante muchos años en forma técnica y coloquial sobre temas financieros, contables, administrativos, empresas familiares, corporaciones, economía, acontecimiento guadalupano y más.

Los temas he querido desarrollarlos con didáctica sencilla para que comprendamos todos en una forma práctica.

He escrito sobre la vida, lo más valioso que le otorga calidad y distinción y nos diferencia de atroces situaciones: los valores humanos, virtudes intrínsecas que Dios, quien solo hace el bien, puso en nuestra alma desde el momento en que nos dio vida, y solo los tontos los perderíamos.

Tenemos libre albedrío en todo momento de nuestra vida, en casa, en el trabajo, en la Iglesia y en todo ambiente de nuestra comunidad, pero donde hay normas, hay que seguirlas poniendo por delante nuestros valores y ética.

Pero ante todo esto en la rutina diaria y no solo en la laboral, sino como seres humanos, en todo momento estamos tomando decisiones. Escribo una simulación de los siguientes ejemplos de decisiones:

Laborales: ¿Debo cambiar mi actitud de prepotencia en mi empresa como dirigente? Sí, lo haré haciendo un examen de conciencia de los que he afectado en lo personal y es obvio que participé con mi conducta a su improductividad en su actuación.

Religiosa: Esto que acabo de hacer es tan bello que seguro Dios no lo considera pecado. ¿Debo irlo a confesar? Sí, iré al sacerdote.

En el hogar: Hoy es domingo y mi esposa no cocinó, pero no quiere salir a comer. ¿Qué hago? Decisión: nos pondremos de acuerdo en pedir comida o nos haremos unas sabrosas tortas de jamón y queso.

Personales: Hoy estoy cansado, pero tengo reparaciones que hacer en casa. Decisión: descansaré .

De salud: me regresó el fuerte dolor de estómago: ¿Tomaré lo que me recomendó mi primo? o voy al médico. Decisión: es problema ir al médico, esperar y luego comprar algún caro medicamento. Decisión: tomaré la medicina que tengo a la mano.

¿De todas las decisiones anteriores, pueden saber cuál o cuáles fueron las que dieron mayor o mejor resultado? La respuesta es sencilla y tiene que ver con la causa y el efecto, ¡no lo podemos saber si no conocemos el efecto o resultado de la decisión tomada!

Con base en lo anterior, sí les puedo dar una respuesta respecto a cuál es la peor decisión: anoten que la peor decisión es: “la que no se toma”, aquí les va un ejemplo: estando en casa sentí una falta leve de respiración y me dije, es lo de siempre, pero recordé que debía tomar una decisión, así que decidí ir al hospital donde pasé más de diez días para recuperarme de una neumonía que pudo ser fulminante y no tendrían este escrito. Conclusión: “La peor decisión es la que no se toma”.

Doy gracias a Dios, a médicos, enfermeras, familia y amigos por su amor.— Mérida, Yucatán.

ferojeda@prodigy.net.mx

Doctor en investigación científica. Consultor de empresas

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