Fernando Ojeda Llanes (*)

Las empresas en la actualidad tienen una fuerte rotación de personal operativo, algunas arriba del cuarenta por ciento, quizás por obras públicas del gobierno que se encuentran con gran actividad.

De todas formas, aun con la gran capacidad que puedan tener, los departamentos de recursos humanos de las empresas consiguen contratar personal, pero trabajan corto tiempo, porque se retiran o no regresan al trabajo; esto lesiona al negocio y disminuye su productividad; se ha pensado que este asunto es por importe del salario, pero no es así porque soy testigo de compañías en las que soy consejero y he participado en sesiones donde se han aprobado grandes mejoras a sueldos y salarios, sacrificando inclusive parte de su utilidad de operación.

En mi especial sentido de consultor empresarial de más de cincuenta años, es que independientemente de los sueldos y el ambiente del trabajo, las empresas no tienen un enfoque adecuado para los valores humanos aplicados a sus recursos humanos, no hay algo tangible, no se siente la acción, mejor dicho, su implementación.

En los programas de capacitación se citan algunos cursos sobre valores, pero no llegan alo profundo del corazón de los trabajadores y se convierten en gastos de operación con bajos beneficios. Dos valores universales considero básicos para hacer penetrar en lo profundo del trabajador: responsabilidad y empatía.

La responsabilidad adopta muchas facetas, desde la colectiva hasta lo individual vinculada a nuestros deberes, compromisos y obligaciones con terceros y empieza en uno mismo. Puede definirse como una obligación moral o legal del cumplimiento de deberes. En otras palabras, es un signo de madurez, ya que el cumplimiento de una obligación implica esfuerzos por realizarlos y el no lograrlo genera consecuencias.

De esta afirmación, se puede testificar que, otro concepto fundamental tiene una implicación directa con la responsabilidad, es la confianza, debido a que somos leales y tenemos fe en aquellas personas que cumplen con lo que han prometido.

Gracias a la responsabilidad, podemos convivir tranquilamente en una sociedad, desde todos sus ámbitos familiar, amistoso, profesional o personal y además es estable. Siempre podemos hacer algo para mejorar nuestra responsabilidad, como, por ejemplo, reflexionar sobre todo locque hacemos y nos comprometemos, ya que debemos saber que las consecuencias reales de ello influyen directamente sobre nosotros.

La empatía es ese valor en nuestro interior que nos da la capacidad de entender, comprender, ayudar, apoyar y motivar a nuestros semejantes. Es sentir lo que otro siente, reconocer que necesita de los demás para el buen desarrollo de todas sus áreas, ser consciente de que todo en la vida de las personas que nos rodean puede no estar bien y que nosotros podemos ayudarlos.

Como personas, debemos satisfacer nuestras necesidades, y muchas de ellas (por no decir todas), requieren la intervención de otras personas en nuestra vida, aun de la forma más indirecta.

La implementación debe hacerse con dinámicas de grupo, talleres, testimonios, anécdotas y sobre todo con testimonios propios de los participantes, no basta un aburrido curso teórico en que un experto solo habla y habla para lucirse, cobrar honorarios y vender más cursos.

El programa de cursos de capacitación de las empresas debe ser más dinámico, es necesario que los cursantes participen en una forma activa, bien integrados a equipos y no solamente sentados escuchando a un experto en valores humanos; hay que movilizarlos, hacerlos pensar y meditar, seguro ellos tienen vivencias que compartir.

Amigos empresarios, es momento de actuar, no es válido que los valores humanos solo aparezcan escritos en una forma elegante en posters o documentos de la filosofía empresarial, aunque son intangibles, realcémoslos, démosle la importancia necesaria, ante este mundo que pierde lo más valioso en la vida de cualquier persona: “Valores humanos”.— Mérida, Yucatán.

ferojeda@prodigy.net.mx

Doctor en investigación científica. Consultor de empresas.

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