Para seguir definiendo las áreas que diferencian al gobierno actual del gobierno electo, es menester que el segundo delimite lo más certero posible el diagnóstico de la economía yucateca. Partamos por la descripción y los efectos del modelo aplicado en Yucatán en los últimos 18 años.

El modelo económico que se aplica en Yucatán nos remite inmediatamente después de la crisis del 94, cuyas decisiones económicas se enfocaron en privilegiar la relación con el exterior a través de: una apertura comercial y financiera indiscriminada, abandono casi total de la actividad agropecuaria, fuerte dependencia de la inversión extranjera directa y de cartera, así como impulsar la competitividad por bajos salarios.

Lo anterior es muy similar a lo que se aplica en Yucatán, con algunas variantes como son: la competitividad se logra por bajos salarios, extracción y uso indiscriminado de los recursos, fuerte atracción de la inversión extranjera, alta concentración del mercado y una política social cada vez más ausente.

Lo anterior ha generado que exista una baja formación de capacidad económica local que no absorbe la mano de obra cualificada, por lo cual no se genera empleo formal, y a su vez no se refleja en el crecimiento de los salarios. Lo que hace este modelo es más dependiente a la economía yucateca de todo lo que viene de fuera, tanto intranacional como internacionalmente. Este modelo reduce la economía local en beneficio de la externa y la compromete cada día más.

Esto lleva a que la economía yucateca presente un elevado cansancio, que se sustenta en: una tasa de empleo informal de poco más del 60%, acompañado de unos salarios precarios, que en promedio van de 6 a 10 mil pesos mensuales, además con una inflación por arriba de la media nacional del orden del 6%, esto explica que el yucateco trabaja mucho, lo hace con precariedad, gana poco y su capacidad de compra se deteriora.

Aunque por un lado, el discurso oficial difunda, a los que vienen a vivir a Yucatán de otros estados de la república, que somos una economía pujante, desarrollada y con potencial de crecimiento, también es correcto, pero hay que ser precisos; lo que el discurso oficial actual dice es: pocos sectores están creciendo, además en zonas específicas, que tienen características de ser sectores concentrados (pocos competidores), donde algunos ganan y otros son explotados, lo que le genera rentabilidad política al actual gobierno.

Si con esta fórmula económica se piensa que se va lograr crecimiento sostenible, no es cierto. Si no veamos a los subsectores económicos locales que dependen del exterior, se cayeron durante la pandemia.

El otro lado de la fórmula es que la seguridad policiaca atrae inversiones. Esto es muy discutible. Por tanto, lo que se observa es que se ha contraído la capacidad productiva local y así mismo la productividad de la economía yucateca. Esto a la larga genera problemas sociales, que hasta ahora se han autocontenido, pero solo en Mérida.

Con esto podemos inferir con alta probabilidad que la fórmula económica aplicada en Yucatán ha estado equivocada, y uno de los elementos diferenciadores, de varios que debe haber, y que es necesario implemente el gobierno electo debe ser el cambio de la fórmula económica, el cual podría ser: enfocarse a reforzar y proteger el empleo, procurar mayores salarios que a su vez generan mayor productividad, lo que hace más competitiva nuestra economía, y la vuelve atractiva para cualquier tipo de sector económico; a su vez que brinda mayores oportunidades al productor local, además que asegura el crecimiento económico en el mediano plazo. Todo esto se complementaría con políticas públicas de fomento a la microempresa; pero verdaderas políticas públicas que amplíen su capacidad, no lo pírricos programas de créditos que es lo que se ha hecho en los últimos 18 años.

Si la estadística expone que el empleo se genera por las micro y pequeñas empresas, y que la tasa de informalidad es por arriba del 60%, entonces por más créditos que ofrezcas de diferentes formas no se están generando empresas en Yucatán. Ahí no va la política pública. Hay que crear políticas públicas de generación y crecimiento de las micro y pequeñas empresas.

Lo anterior solo podría ser factible en una economía donde todos los sectores estén integrados, lo que le brindaría resiliencia a nuestra economía. (Continuará).— Mérida, Yucatán.

Economista. Doctor en Gobierno. Catedrático de la Facultad de Economía-UADY.

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