Jordi Roca, considerado el mejor repostero del mundo, y propietario, junto con sus hermanos, del Celler de Can Roca, que además de haber sido nombrado el mejor restaurante del mundo, tiene tres estrellas Michelín, es una de las personalidades invitadas al Festival de Sabores de Yucatán, que hoy llega a su fin, después de cuatro días de actividades.
El reconocido repostero se tomó un tiempo para platicar, a pesar de padecer disfonía cervical, con representantes de varios medios de comunicación sobre lo que más le gusta: la cocina.
Casado con una mexicana, por lo cual la comida de nuestro país no le es indiferente, Jordi asegura que sus platos mexicanos favoritos son el pozole y los chilaquiles. El pozole le encanta porque le recuerda a la escudella, un platillo catalán.
Pero hablando de sabores dulces, no duda en responder que la miel de abeja melipona y las frutas le llaman mucho la atención.
Sin embargo, las frutas las utiliza poco, pues además de que es complicado importarlas, va en contra de uno de los valores del restaurante: la sostenibilidad, pero sí importa cacao, principalmente de Chiapas y Tabasco.
Olor a maíz
Jordi, quien también ha ingresado en el mundo de la perfumería y las esencias, no duda en decir que si tuviera que quedarse con un aroma sería el de la tortilla de maíz de México, y después serían los picantes.
Pero ya hablando de los postres, con los que ha ganado reconocimiento mundial, Jordi señala que están para mejorar la vida, para hacer sonreír a las personas. Además de que lo último que uno come es lo que más recuerda.
Por ello, sonríe al preguntarle si con la mala fama que tienen los azúcares en la dieta es posible disfrutar un postre sin culpa. Y es que, dice, los postres no solo brindan energía, sino que hacen a la gente feliz.
Con respecto a la creatividad, el chef señala que ésta puede venir de muchos sitios: un paseo, una receta antigua, un recuerdo, un chiste… cualquier cosa, “pero siempre es importante mantener la llama de la creatividad”, dice Jordi, quien sí está de acuerdo con quienes dicen que la mamá de uno es la mejor chef.
“Es algo subjetivo, pero tiene que ver con los recuerdos que tenemos. Los papás nos han instruido muchísimo más de lo que pensamos. Además, somos aquello que hemos comido… Obviamente para mí, mi mamá es la mejor del mundo y mi suegra es la segunda”, señala, aunque no duda en responder que para ser el mejor chef o repostero del mundo, no hay que dejar de ser uno mismo, estar comprometido con uno mismo e inspirar a los demás.
En ese sentido, dice que los premios son maravillosos, pero sólo son la consecuencia de hacer lo que a uno le gusta.— IVÁN CANUL EK
“Los postres están para mejorar la vida, para hacer siempre sonreír a las personas. Además de que lo último que uno come es lo que más recuerda…”