Víctor Arjona Barbosa da un repaso por la vida y obra de Juan de Vértiz y Hontañón, quien fue gobernador de la Provincia de Yucatán
Víctor Arjona Barbosa da un repaso por la vida y obra de Juan de Vértiz y Hontañón, quien fue gobernador de la Provincia de Yucatán

La sociedad tiene una idea preestablecida de que todo gobernante, sea quien fuere, sucumbe de algún modo a la tentación de obtener algún beneficio económico. Persiste pues esa creencia de que todo aquél que ostenta el poder habrá de beneficiarse y ver incrementada su fortuna y patrimonio, no precisamente por su salario; una suerte de saber cómo darle un “pellizco” al erario o sacar ventaja del poder que se ostenta, son formas que muchos creen que ocurre bajo un velo de sutileza o una vorágine descarada.

Persiste la idea de que toda autoridad, al término de su gestión, dejará su cargo en una mucho mejor posición económica que cuando la inició y entonces suelen darse los señalamientos de la sociedad que casi por instinto los llama ladrones, abusivos, deshonestos, corruptos, etcétera.

Sin embargo, nuestra naturaleza humana, imperfecta, cambiante y contradictoria al extremo, no siempre es tan benévola con algunos personajes de la política y la administración pública que en verdad tratan de ser como el ave de blanco plumaje que cruza el pantano sin mancharse. Personajes de esta estirpe, contados con los dedos de la mano por siglos, muchas veces son más señalados y criticados por la propia sociedad, pues aunque honestidad y transparencia es un reclamo constante a todos ellos, ¿cómo es posible que habiendo ocupado un cargo en la administración pública, no se hubiera aprovechado de tal para forjar una fortuna para el porvenir?

Para el abogado yucateco Víctor Arjona Barbosa existe un personaje en la vida política y administrativa de la provincia de Yucatán durante la Colonia que, tristemente, pasó a la Historia por haber comenzado su gestión en una posición económica desahogada y haberla terminado en la total pobreza.

Dolorosamente su desmedida honradez, altruismo y hasta cierto modo su espíritu de bondad, entre ingenuidad e insensatez, hicieron que el gobernador Juan de Vértiz y Hontañón (cuyo período en el poder fue de diciembre de 1713 hasta 1720) pasara a ser conocido para la posteridad como “Juan Bobo”.

Su nombramiento

Nació en Navarra, España, en 1682; murió en la provincia de Nueva Vizcaya (hoy Durango) en 1738, es decir, que vivió 56 años.

Militar español, acaudalado, condecorado en 1708 con el hábito de Caballero de Santiago por sus servicios a la Corona, por instrucción del rey Felipe V fue nombrado gobernador de la Provincia de Yucatán de la Nueva España, de la cual tomó posesión el 15 de diciembre de 1713.

A diferencia de lo que solía ocurrir con los gobernantes de la Península que compraban el cargo desde la Corona y cuya administración se distinguía por los atropellos y abusos de los cuales eran objeto comerciantes, hacendados, campesinos y las arcas públicas, la administración de Juan de Vértiz se distinguió por todo lo contrario, pues se afirma que tanto su sueldo como dinero de su propio peculio los usó para invertir en mejoras materiales promovidas por su gobierno.

Reedificó las casas reales tanto de Mérida como la de varios pueblos, estas casas equivaldrían hoy día a los palacios municipales o ayuntamientos.

Cambió de lugar el matadero de Mérida, ubicado en el centro de la ciudad, y lo alejó hacia un espacio equipado con noria, corrales e implementos.

Reconstruyó el puente de Hampolol en el camino de Mérida a Campeche y el puente de San Francisco de Campeche.

En 1716 dirigió los ataques para desalojar a los piratas ingleses que ocupaban la Isla de Términos o de Tris (hoy Ciudad del Carmen). Alonso Felipe de Andrade logró la derrota definitiva de los filibusteros el 16 de julio de 1717.

Pero ¿por qué lo llamaban “Juan Bobo”? Los historiadores están de acuerdo en que éste era su apodo; sin embargo, no coinciden del todo en el motivo.

Carlos Loret de Mola Mediz señala que lo llamaban Juan “el Bobo” por su desinterés, que contrastaba con la viveza y rapiña de los gobernadores que le antecedieron, los hermanos Fernando y Alonso Meneses Bravo de Saravia.

Eligio Ancona escribe que Vértiz y Hontañón solía alargar la bolsa (era muy displicente con su dinero) al primero que se lo pedía, y que por su carácter carente de firmeza y seguridad acogía cualquier opinión que le daban sin sospechar que quien se la daba pudiera tener un fin interesado.

“En la ficha relativa a su gobierno, en la enciclopedia ‘Yucatán en el tiempo’, se explica que su apodo Juan ‘el Bobo’ se debió primero a que cuando se inició el juicio de residencia de los hermanos Meneses éstos lograron evadir la justicia sin pagar por sus pillerías y abusos. Con todo y las abrumadoras pruebas de culpabilidad de ambos hermanos, éstos evadieron la justicia y desaparecieron sin dejar rastro llevándose con ellos su cuantiosa fortuna”, explicó Arjona Barbosa.

“Segundo, porque pudiéndose haberse enriquecido con su cargo no lo hizo, y en su juicio de residencia al término de su administración se descubrió que no tenía dinero ni para regresar a España”.

“Por si fuera poco ese juicio de residencia que promovió su sucesor, Antonio Cortaire y Terreros, reveló que Vértiz y Hontañón fue omiso en cuanto a su deber de visitar durante su gestión todas las comunidades y demarcaciones de la provincia, quedando pendiente de ello algunas. El hecho ameritó una multa de mil pesos que no tenía para pagar”.

“Logró pagar su multa y conseguir recursos para viajar él solo a España (su familia no podía viajar con él) gracias a unos préstamos de conocidos y el apoyo que le brindó el obispo Juan Gómez de Parada”.

Al llegar a España, vendió algunas propiedades y regresó a Yucatán para saldar las deudas que tenía pendientes; gesto que no borró el estigma de su apodo de “Bobo” con el que cargó hasta 1731 cuando el rey Felipe V le nombró gobernador de la provincia de Nueva Vizcaya, hoy Durango, hasta donde se trasladó con su familia. Permaneció en el cargo hasta su muerte en 1738”.

¿Cuál es la moraleja que nos deja Juan Bobo?

A decir de Víctor Arjona Barbosa, la gran tragedia en torno a la vida y obra de Vértiz y Hontañón estriba en dos cuestiones: por un lado una sociedad que exige honestidad en sus autoridades pero al mismo tiempo condena la incapacidad del gobernante de haber sacado provecho del cargo y haber incrementado su fortuna; al asombro de descubrirlo pobre, sin patrimonio y endeudado, esa misma sociedad que exigía honestidad administrativa le recrimina y tacha de “bobo” en una suerte de “¡cómo con el arca abierta no te aprovechaste!”.

Por otro lado, es de destacarse que Vértiz y Hontañón no era como los demás gobernantes que le antecedieron. Sin experiencia trató de llevar una administración limpia e incluso él mismo financiaba obras y acciones para lograr el objetivo, pero en definitiva se hizo rodear de gente que no iba del todo con las mejores intenciones cuando le daban un consejo o le hacían una sugerencia. Su débil carácter y falta de firmeza contrastaban con su generosidad y su carácter desprendido, algo que nadie valoró en él.

Para la humanidad un gobernante deshonesto que se vuelve rico podría pasar a la Historia como un consumado ladrón; pero un gobernante honesto que termina en la pobreza podría pasar a la historia como “Juan Bobo”.— Emanuel Rincón Becerra

Emanuel Rincón Becerra, reportero de la Agencia Informativa Megamedia (AIM). Es licenciado en Ciencias de la Comunicación con 32 años de trayectoria en periodismo; ingresó a Grupo Megamedia en 1994....