El colombiano Juan Molano Muñoz, quien fue el primer director artístico de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, posa en el Palacio de la Música
El colombiano Juan Molano Muñoz, quien fue el primer director artístico de la Orquesta Sinfónica de Yucatán, posa en el Palacio de la Música

Una Orquesta Sinfónica de Yucatán con un gran futuro es la que vislumbra Juan Felipe Molano, quien fue el primer director de la Orquesta Sinfónica de Yucatán y hoy regresa con un cúmulo de experiencias que le permiten decir que las orquestas, y la del Estado no es la excepción, deben fomentar la composición musical o la nueva música, y para ello deben tocar a los compositores vivos, particularmente a los latinoamericanos.

Juan Felipe Molano está de vuelta en tierras yucatecas, como dimos a conocer ayer, pues será el director huésped de la Sinfónica de Yucatán en los conciertos que ofrecerán hoy a las 8 de la noche, y el domingo a las 12 del día, en el Palacio de la Música.

Su reencuentro con la orquesta que vio nacer y a la que guió durante sus primeros cinco años ha sido emocionante, afirma que han sido días especiales; desde que llegó a los ensayos la orquesta lo recibió con un increíble calor humano, y vio de nuevo a amigos entrañables.

Cuenta que con muchos de los integrantes de la OSY ha cultivado una amistad después de dejar la dirección de la orquesta, y de 15 años que llevaba sin venir a hacer música con la OSY, parece que el tiempo no ha pasado, siente que se ha podido conectar con ellos, ver cómo han crecido sus hijos, como algunos de ellos ya tienen a sus propios hijos y los han hecho abuelos, “hacer música con ellos esta semana ha sido especial”.

Por ello agradece a la orquesta la invitación y a todo el pueblo yucateco, porque son los que han mantenido a la OSY como uno de los pilares artísticos del sureste mexicano, “es importante que todos entendamos que la labor que cumple la Orquesta no es sólo para el Estado, sino para toda la península, porque es algo para emular, las obras que se hacen, las producciones de ópera, de ballet, es importante para toda la región”.

Asegura que por esa razón venir a Yucatán y ser parte de este grupo es un gran privilegio y lo está disfrutando mucho.

No podía faltar

Manifiesta que tenía que estar en los 20 años de la OSY y está complacido de estar celebrando este vigésimo aniversario.

“No me sorprende que estemos en este aniversario, porque veo un gran futuro para la orquesta, si bien todas las estructuras culturales en Latinoamérica, en las que he trabajado mucho, son un poco más vulnerables y dependen de administraciones que apoyen de manera financiera, no veo que en el caso de la OSY sea un impedimento para tener una larga trayectoria”.

“En la Sinfónica de Yucatán hay un gran Patronato que lo apoya de manera financiera y un apoyo de sociedad y el gobierno del Estado, y más allá de lo que éstos hacen (la Figarosy, el ClonPatronato y la Sedeculta), está la comunidad, la que viene a los conciertos, la que es parte de las escuelas de música, la que contrata a los músicos cuando hay eventos, es esa misma comunidad yucateca la que va a sostener a la OSY muchos años más, veo gran futuro”.

Consolidada

El director huésped indica que la OSY se ha consolidado, el trabajo que hizo el maestro Juan Carlos Lomónaco durante tantos años y en los últimos meses el maestro Areán se ven reflejados con mucha consistencia a nivel musical; aunque, en cuestión de números la orquesta necesita seguir creciendo, algunas de las secciones todavía tienen que ser más robustas, como es el caso de la cuerda, que todavía está en números muy justos para el tamaño de una orquesta como ésta.

“Se requiere más cantidad que calidad, porque en la calidad los dos directores titulares e invitados han hecho un gran trabajo”.

Recuerda que las orquestas tienen una labor importante de fomentar la composición musical o la nueva música, de tocar a los compositores vivos, y en el caso de la OSY, como otras orquestas del continente, a los latinoamericanos.

“En la época de Beethoven se tocaba un montón de repertorio antes de él, y una obra del compositor, pero así comenzaron a hacerse famosas sus obras, y ahora tenemos un Beethoven que se toca en todo el mundo. Si no se hubieran tocado sus obras nunca hubieran sido famosas. Así tiene que seguir la orquesta en esa labor de cultivar la relación con compositores de muchas culturas, más la latinoamericana, porque hay una unidad cultural, una identidad latinoamericana”.

Cuenta que, por ejemplo, él cada año hace 3 o 4 estrenos de obras comisionadas a compositores, tal como lo hará en dos semanas con una obra de Paola Santillán.

“La OSY tiene que seguir cultivando eso, es un deber con el público y músicos”.

Resalta que hay que mantener las partituras tradicionales de las sinfónicas de todo el mundo a la par de la nueva música, una que pueda resaltar secciones como las percusiones, o un solista en el contrabajo o el oboe.

Afirma que ha notado en sus numerosos viajes por Latinoamérica menos repertorio nuevo en orquestas mexicanas comparado con otras orquestas de países latinoamericanos, como Colombia o Argentina.

Contemporáneos

Proponer obras de autores contemporáneos siente que es un deber, y por ello para este reencuentro con la OSY propuso interpretar “Fiesta”, una obra del peruano Jimmy López, que se ha tocado 196 veces, un número que le parece notable, ya que se compuso hace 15 años o menos, “y no es Beethoven ni es uno de los compositores más conocidos contemporáneos como John Williams o John Adams”.

Explica que la pieza tiene un cuarto movimiento que se llama Techno, y es el que interpretará la OSY como obertura. Toda la obra se basa en algunos de los ritmos que el compositor quería trasladar desde diferentes ámbitos a las salas de conciertos, algunos afroperuanos y unos modernos como es el caso de Techno, para llevar música electrónica a la sala de conciertos.

“En muchos momentos pareciera que es música techno, pero tocada por una Orquesta Sinfónica, de una manera muy elegante, pero no pierde la frescura, el ritmo contagioso del techno”.

Señala que es una oportunidad para que los jóvenes se acerquen a la sinfónica, para vivir una experiencia musical increíble.

Juan Felipe Molano destaca que para este concierto era importante para él que el solista fuera la propia Orquesta, por ello seleccionaron obras donde cada instrumento de la orquesta es el solista, y por eso el programa lo completa “Don Juan”, un poema sinfónico de Strauss y las Danzas Sinfónicas de Rachmaninov, ambas muy complejas.

“Y quien está tocando la parte más difícil es la orquesta, no el solista que viene y le aplaudimos, sino la orquesta”.

Don Juan es la primera vez que la tocará la OSY, “he estado investigando y es posible que sea la primera vez que se toque en la historia de Yucatán, y es una obra emblemática, porque todos los músicos de la orquesta tienen que tocar un fragmento para entrar a una orquesta profesional”.

“La obra fue basada en el libro de Nikolaus Lenau ‘Don Juan’ en el que se cuentan las historias de Don Juan seduciendo mujeres, que plasmó en una versión que le gustó mucho a Strauss, lo plasmó reflejando un carácter heroico de Don Juan, que no comparto y con el que estoy en total desacuerdo, porque no hay nada de heroico en estar de picaflor como él estaba. Es una música difícil de trasladar a las notas técnicamente, porque son notas muy complejas, y además de eso hay que dar imágenes, y luego hay algunas características de mujeres que fueron amantes de Don Juan durante esta obra, hay alguna más juguetona, con movimientos rápidos, ligeros, otros más apasionado, expresivos y todo ello genera dificultad técnica en cada instrumento”.

En cuanto a las Danzas Sinfónicas que compone Rachmaninov, la última obra del compositor antes de morir, refleja muchas cosas de su personalidad y de su vida que quería dejar plasmados, momentos para la posteridad, por lo que dejó algunas citas musicales dentro de la obra “como diciendo este es mi testamento”.

Apunta que es una obra intensa, que incluso los músicos sienten que es más difícil que “Don Juan”, y mucho más difícil de lo que recordaban, ya que ha sido tocada sólo una vez por la OSY.

“Técnicamente es complicada. Pero más allá de la técnica hay que trasladar esas sensaciones y el testamento musical que dejó el compositor. Si sólo se tocan las notas no alcanzan a pasar aquí (se toca el pecho), hay que tocarlas con una interpretación tan específica que nos exige demasiado”.

Afirma que el concierto va a ser una pequeña montaña rusa de emociones, donde promete que es imposible que su ritmo cardíaco se mantenga igual.— IRIS CEBALLOS ALVARADO

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Gallia est omnis divisa in partes tres, quarum unam incolunt Belgae, aliam

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