Gabriela Quintal Morejón impartió una charla en la Facultad de Arquitectura en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, ayer
Gabriela Quintal Morejón impartió una charla en la Facultad de Arquitectura en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, ayer

Hay que desarrollar habilidades en la comunidad para poder identificar qué se puede hacer cuando una persona se enfrenta a un dolor, que no necesariamente presenta un riesgo suicida, sino antes de que la persona sienta un dolor tan profundo que le haga pensar que no quiere vivir.

Ésa fue una de las conclusiones que expuso Gabriela Quintal Morejón, maestra en Psicología y Psicoterapia y con un doctorado en Ciencias Sociales, en la conferencia que impartió en el auditorio de la Facultad de Arquitectura de la Uady, como parte del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, cuya conmemoración fue ayer.

Justamente el enfoque de la prevención es lo que abordó la ponente, al hablar de cómo ayudar a una persona que enfrenta un dolor antes de que éste se vuelva más profundo y cause el deseo de no querer estar vivo.

“La comunidad y el dolor de la persona con riesgo suicida: cambiemos la narrativa” fue el título de la conferencia.

Antes de que una persona se quite la vida atraviesa por un proceso de dolor, en el que básicamente pierde el sentido de la existencia, dijo. “Las personas nacen con vida, no nos preguntamos por qué queremos vivir o por qué vivimos, simplemente vivimos, y el hecho de que alguien ya no quiera vivir es algo antinatural, por tanto tuvo que haber existido algo que le pasó a la persona para ya no quiera continuar”.

Hizo una analogía entre el dolor fisiológico y el dolor psicológico. “Lo que conocemos normalmente como dolor es el físico cuando nos lastimamos o estamos enfermos. Hay procesos neurológicos de comunicación entre el cuerpo y el cerebro para que sepamos que algo nos duele”.

Pero en términos psicológicos, existe el dolor psíquico, que sigue los mismos principios que el dolor fisiológico, pero es más subjetivo, “no lo podemos tocar como el órgano, sino que es más de la mente, y ocurre más que por una lesión fisiológica, por lesiones o situaciones que ocurren en la vida”.

En este punto, aseguró que la intervención psicológica puede ser de mucha ayuda, pero también la intervención de la comunidad porque antes de que una persona llegue a un psicólogo está la comunidad: los amigos, la familia, los compañeros de la escuela y las personas que rodean a quien afronta la situación de dolor.

Identificar el riesgo

Por ello consideró vital desarrollar habilidades en la comunidad para que pueda identificarse qué es lo que se puede hacer cuando una persona se enfrenta a un dolor, pues continuamente se viven cosas dolorosas, y la sociedad interviene, “por eso la mayoría no estamos en riesgo suicida, pero hay posibilidad de que haya elementos que no se están cumpliendo”.

“¿Qué cosas puede hacer la sociedad para poder cumplir con ese cometido de protección? Ayudar, acompañar, escuchar, identificar que alguien está pasando por algo crítico, duro en su vida, como el hecho de que perdió el empleo, murió alguien muy importante para la persona, terminó con el novio (a), que muchas veces son causas de suicidio”, apuntó.

Señaló que este dolor que se enfrenta es una alerta y hay ocasiones en las que la persona no se va a curar sola, es una situación crítica y hay que hacer algo.

Cuando una persona pasó por una situación crítica como las ya citadas y no lo supera o está dejando de funcionar en la sociedad, tarda mucho en superar la pérdida o el dolor es muy fuerte, “la sociedad debe intervenir y hacer algo”.

Para la experta, la sociedad debe conocer y reconocer cuando sus integrantes atraviesan problemas, situaciones normales o no normales, esperadas o no esperadas, y hacer algo al respecto, como acercarse, escuchar, reconfortar, ayudar a hacer cosas que la persona no puede hacer y, en última instancia, si la persona no sale del cuadro, pedir ayuda a los profesionales de psicología o psiquiatría. Considera que se puede tener una sociedad desinteresada en ayudar a los demás, porque en el país hay sobreexplotación laboral, no hay tiempo para los otros, “se están perdiendo ciertos elementos de protección comunitaria, porque estamos más enfocados al trabajo que a estar en la casa siendo cercanos”.

Sin embargo, afirmó que el riesgo de suicidio se puede prevenir, solo hay que estar un poco más atentos y ser empáticos con los demás.— IRIS CEBALLOS ALVARADO