Valentina Suárez actúa en el Palacio de la Música, el sábado pasado
Valentina Suárez actúa en el Palacio de la Música, el sábado pasado

En medio de aplausos, baile y momentos de gran emotividad, Valentina Suárez ofreció el concierto “Multiculturalidad musical” en el Museo Interactivo del Palacio de la Música.

Acompañada por David Santiago Ramírez en el coro, Alejandro Palma Álvarez en el piano y Adriel Cárdenas Mejía en la batería y la flauta, interpretó nueve piezas: “Corcovado”, “La chica de Ipanema”, “La tierra del olvido”, “Sabor a mí”, “Bésame mucho”, “Summertime”, “Hallelujah”, “La vie en rose” y “Valerie”.

Fue esta mezcla de géneros la que en diversos momentos produjo múltiples sensaciones en el auditorio.

La flauta dio al concierto, efectuado al mediodía de anteayer sábado, un sonido distintivo que complementó la voz de Valentina y aportó matices de melancolía que acompañaron gran parte del repertorio. Dicho instrumento le dio más sazón a “La chica de Ipanema”.

“Me enamoré de esa canción y ella me hizo enamorarme de la bossa nova”, reveló Valentina.

El baile y la algarabía aparecieron durante “La tierra del olvido”, compuesta por Carlos Vives. La cantante pidió al público levantarse de sus asientos y moverse al ritmo de la música.

Valentina, brasileña de nacimiento que lleva en el corazón incrustados pedazos de diversos países, señaló que durante sus viajes le tomó amor a muchos géneros musicales que desconocía y que de a poco fueron formando parte de ella; uno en especial la conquistó por completo: el jazz.

Reveló que ha sido trotamundos, al haber vivido en China, Canadá, Colombia y por supuesto México. En Ciudad de México residió seis años y ahí se aprendió “Bésame mucho” de Consuelo Velázquez, que es uno de sus temas preferidos.

Otro momento destacado fue cuando cantó “Summertime”, envolviendo al público con el sonido del piano.

De igual manera, Valentina dijo que “Hallelujah” de Leonard Cohen fue parte crucial de su vida, ya que le ayudó a superar una depresión que atravesó en Canadá y que la alejó de la música.

En ese momento, la sala se vio invadida por la nostalgia y espiritualidad que genera dicha pieza, concentrando a la audiencia en la voz de la oriunda de Río de Janeiro.

Valentina Suárez mandó un mensaje a la audiencia que la lee y escucha: “Siempre sigue su corazón, a pesar de lo que las personas digan; siempre sigue a tu niño o niña interior, sigue tu intuición y haz las cosas desde la pasión y el gusto”.

Al final del concierto, Valentina recibió un diploma de manos de Adele Urbán Flores, directora general del Palacio de la Música.— CARLOS SIERRA GÓMEZ

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