Teatro Peón Contreras, Imagen: Internet

Rubén J. Bolio Pastrana (*)

En la bella Mérida —por supuesto, ésta de Yucatán, México—, brilla una majestuosa obra arquitectónica que es el emblema artístico que palpita en el corazón de nuestra ciudad, la cual resalta su título de Capital Americana de la Cultura 2017, en letras de oro cinceladas en el álbum de las generosas crónicas ya archivadas en el recuerdo.

Esa hermosa creación pétrea fue esculpida tan estéticamente por sus constructores, que es admirada por todo aquel que la contempla y reconocida con alabanzas más allá de nuestras fronteras por nacionales y extranjeros. Nos referimos al teatro José Peón Contreras, o simplemente Peón Contreras, como se le conoce coloquialmente, erguido en pleno Centro Histórico de esta populosa urbe.

Ese escenario teatral originalmente no era como resplandece ahora pues, aunque la ubicación es la misma, el tiempo transcurrido desde su concepción ha sido testigo de la existencia de tres inmuebles que han albergado tanto funciones de ópera y ballet, como zarzuela e inclusive una sale cinematográfica.

En esa secuencia, ha tenido tres nombres, el primero fue Teatro San Carlos, cuya edificación se inició en 1806, aunque carezco del dato de su propietario; luego de 71 años, en 1877, el señor Antonino Bolio Guzmán, bisabuelo del autor de este artículo, lo adquirió, haciéndole un remozamiento general con variadas innovaciones, mejorando su estructura, y le extendió el nombramiento de Teatro Bolio; sin embargo, después de sólo una temporada histriónica, mediante una permuta, el señor Francisco Zavala se convirtió en el dueño, otorgándole el apelativo del escritor, médico y dramaturgo don José Peón Contreras, que se preserva hasta la fecha, no obstante el lapso corrido, pues inició sus actividades en 1878 con la presentación de “El Sacrificio de la Vida”, como un homenaje a la autoría de tan distinguido literato.

Las vicisitudes diseñadas por el destino hicieron que en 1899 se construyera la Empresa Teatral de Mérida, que como primera actividad compró el edificio que alojaba la sala escénica, junto con dos locales colindantes, decidiéndose en aquel entonces derribar lo existente, comenzándose un nuevo levantamiento a principios de siglo XX.

El plano arquitectónico se atribuye al italiano Pío Pialentini, materializándose bajo la dirección del contratista de la misma nacionalidad, de nombre Enrico Deserti, dando inicio así la faena programada, con la desventura de que en 1902 hubo de hipotecarse lo edificado para continuarla; empero, en 1906, como la citada empresa entró en quiebra, vendió lo ya construido al señor Augusto Peón, quien a la postre transmitió sus derechos de propiedad a la “Sociedad Regil y Portuondo”, en ese mismo año, hasta que al fin fue abierto al público el 21 de diciembre de 1908, tal como ahora lo conocemos, con una velada musical para fines benéficos.

Los expertos lo clasificaron como de estilo neoclásico, con una capacidad que permite una asistencia de 700 a 750 personas, es de los más importantes de México y el más antiguo de Mérida. Me imagino que la mayoría de mis lectores ha entrado alguna vez a ese recinto, admirando la escalera marmórea para acceder a su interior, así como los palcos, el lunetario y la espléndida cúpula que es una belleza por las admirables pinturas de las musas griegas que la decoran.

A partir de su inauguración, durante 32 años fue residencia de óperas, zarzuelas, ballet, representaciones artísticas de diversa naturaleza y, según las crónicas, hasta de actos políticos y cenas de lujo en los corredores que miran a la calle 60, que aun en los tiempos actuales sigue siendo la vía principal de la ciudad; sin embargo, en 1940 se transformó en un espacio cinematográfico, como lo conoció mucha gente, es decir, dejó de ser teatro para volverse el cinema Peón Contreras, que quedó grabado en el libro de las memorias de los lejanos ayeres.

Cuando el calendario llegó al año 1974, el cine cerró sus puertas por orden de las autoridades, por el lamentable deterioro que lucía, pero por su gran calidad y su formidable figura fue declarado monumento histórico y de interés público, siendo expropiado a la familia Barbachano, que era su dueña en esas fechas, por el gobierno estatal en 1979, cuando fue titular del Ejecutivo el doctor Francisco Luna Kan, empezándose a restaurar lentamente, aunque el citado gobernante yucateco rindió en ese lugar su sexto y último informe; sin embargo, no fue hasta 1984 cuando concluyó esa rehabilitación.

A contar de aquel momento la comunidad tuvo otra vez la oportunidad de estrenar de nuevo el inmueble, tal como originalmente había sido acordado, de tal manera que ha cobijado a célebres artistas nacionales e internacionales, entre ellos, Alicia Alonso, con el afamado Ballet Nacional de Cuba, sobresaliendo también los Otoños Culturales, que nos deleitaron con magníficos temas musicales y culturales; remembranzas que ponen de relieve que este singular templo del arte ha izado la bandera del éxito en su devenir histórico, brindado una gama de espectáculos que el público aplaude con esmero.

Desde el año 2004 la Orquesta Sinfónica de Yucatán es huésped permanente de nuestro admirado Teatro Peón Contreras, que es toda una tradición yucatanense en la República Mexicana.— Mérida, Yucatán.

 

rbolionot56@hotmail.com

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(*) Fuente de datos: Wikipedia

Abogado. Notario público