Rudy Coronado Bastarrachea, especialista en salud pública
Rudy Coronado Bastarrachea, especialista en salud pública Credit: cortesia

El tema de la leishmaniasis, también llamada úlcera de los chicleros, está controlada en Yucatán, pues se tiene bien ubicado el sitio donde la mosquita transmisora de este mal, que funge como vector, habita y se hacen las tareas para eliminarla como la fumigación, señaló el doctor Rudy Coronado Bastarrachea, epidemiólogo y especialista en salud pública.

Además, recordó que la forma cutánea es la más frecuente en el estado, pero existen otras variantes.

En el caso de la cutánea del padecimiento, el especialista indicó que el tratamiento es tópico con una crema que se aplica dos veces al día.

“Esta forma es autolimitante, es decir, que la lesión se limita, lo que significa que puede presentarse durante dos, tres o cuatro meses la llaga y luego desaparece.

“Lo que llama la atención de quien tiene la llaga es que no se quita, y eso los hace acudir al médico, y cuando el galeno tiene conocimientos de epidemiología sospecha de leishmaniasis y toma una muestra para enviar al laboratorio y confirmar el diagnóstico. Esto se hace mediante un frotis de la herida”, apuntó el galeno.

Síntomas de la úlcera de los chicleros

La llaga, que ocasiona picazón y hace que la persona quiera rascarse, es el único síntoma del padecimiento, y puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero es más común en la nariz, mejillas y orejas.

Otras formas de la enfermedad son la mucocutánea que se manifiesta en boca, nariz, y garganta, es más rara; y hay otra, la más grave que es la leishmaniasis visceral, la cual afecta el bazo, el hígado y los intestinos. Esta última no es común.

El especialista señaló que sólo ha visto dos casos en todos sus años de ejercicio médico. La grave suele producir fiebre, dolor de cabeza, un poco de tos, dolor intestinal, crecimiento del bazo e hígado, por lo que muchas veces es mortal, pero reitera que es “rarísima”.

Aseguró que en las otras formas no hay complicaciones, lo único que sucede es que las heridas y llagas son muy evidentes y a las personas les preocupa estéticamente, ya que en ocasiones la llaga crece, y al aumentar de tamaño, es cuando las personas acuden al médico.

En el caso de la forma mucocutánea y la grave la atención es en el hospital, ya que los pacientes requieren de un tratamiento en el que se aplica la anfotericina B y la miltefosina, que es más reciente, de manera intrahospitalaria, indicó Rudy Coronado Bastarrachea, epidemiólogo y especialista en salud pública.

“Estas dos formas se detectan mediante biopsias que se hacen al hígado o bazo”, apuntó.