Un experto opina que la gentrificación en Mérida puede generar un mayor aprecio a valores y tradiciones urbanísticas
Un experto opina que la gentrificación en Mérida puede generar un mayor aprecio a valores y tradiciones urbanísticas

La gentrificación en Mérida, lejos de ocasionar una pérdida de la identidad arquitectónica, la revaloriza, le da un mayor aprecio a valores, tradiciones urbanísticas y arquitectónicas que distinguen a Yucatán, opinó el ingeniero civil y maestro en energías renovables Raúl Monforte González, presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC).

Entrevistado sobre este fenómeno social que afronta Mérida, uno de los retos que debe atender el Ayuntamiento que encabeza Cecilia Patrón Laviada, Monforte González explicó que desde la disciplina del urbanismo se conoce como gentrificación un proceso de renovación de ciertas zonas en una ciudad.

Por lo general son zonas populares y afrontan un proceso de deterioro que se convierten en otras de un mayor poder adquisitivo, pero implican el desplazamiento de su población original.

Transformaciones a causa de la gentrificación

Indicó que en un sentido más amplio, la gentrificación significa profundas transformaciones sociales, culturales y económicas, cuyas consecuencias más evidentes se muestran con claridad en aspectos urbanos y arquitectónicos que conllevan aspectos tanto positivos como negativos.

“En la ciudad de Mérida, como en cualquier otro lugar del mundo, la gentrificación se ve impulsada por fuerzas del mercado que responden sensiblemente a la oferta y la demanda”, señaló.

“En los últimos años se ha vuelto atractivo para personas de un estrato socioeconómico medio y alto de otros lugares migrar hacia Yucatán, principalmente a la ciudad capital, pero adicionalmente se percibe una prosperidad general de la población local, que añade presiones y acelera este fenómeno social”.

Por lo anterior, tanto desarrolladores inmobiliarios como autoridades necesitan trabajar en estrecha cooperación y asumir la responsabilidad de anticiparse para evitar o mitigar los efectos no deseados de la gentrificación, por el contrario, capitalizar las oportunidades de mejora que indudablemente se presentan.

Un experto opina que la gentrificación en Mérida puede generar un mayor aprecio a valores y tradiciones urbanísticas

¿Cómo controlar la expansión urbana?

“La gentrificación tiene el potencial de reducir y controlar la expansión urbana mediante la renovación y reutilización de edificios desocupados”, explicó.

“Esto permitiría también la estabilización y mejora sustancial de áreas decadentes, con beneficios materiales como la conservación de inmuebles, especialmente de aquellos con algún valor patrimonial”.

“También, el incremento de valor en la propiedad privada, el aumento de ingresos fiscales para el gobierno, pero también con beneficios intangibles como una mayor mezcla socioeconómica e intergeneracional”, continuó.

“Cuando se aborda el desafío desde este enfoque es cuando, lejos de generar una pérdida de la identidad arquitectónica, es posible lograr el efecto contrario, es decir, conseguir una revalorización y un mayor aprecio por los valores y tradiciones urbanísticas y arquitectónicas que distinguen a Yucatán”, enfatizó.

¿Cuándo surgió el término gentrificación?

Recordó que el término gentrificación fue utilizado por primera vez en 1964 por la socióloga Ruth Glass y apenas hace poco más de un año la Real Academia Española (RAE) lo registró oficialmente.

Por lo tanto, se puede decir que es un concepto nuevo que está atrayendo la atención de muchos, especialmente de quienes están involucrados en la industria de la construcción y el sector inmobiliario.

La importancia de este fenómeno social amerita una cercana colaboración entre las autoridades.

Se deben generar e instrumentar adecuadas políticas públicas de planificación urbana en Yucatán para que este fenómeno se convierta en un catalizador del progreso y la prosperidad de los yucatecos.

Joaquín Orlando Chan Caamal, reportero de la Agencia Informativa Megamedia (AIM); es periodista desde 1987 y en 1993 ingresó a Diario de Yucatán, buque insignia de Grupo Megamedia. Escribe sobre el ámbito local y peninsular, especialmente contenidos sobre educación, economía, medio ambiente, sectores empresariales, sociedad y seguridad.